- ¡Luisita!
–Si señora, mande usté.
–Váyase a cambiar y póngase su mejor vestido, que me acompaña a lo del retratista y tengo que llegar antes del mediodía según me pidió. Busque en la sala el mate de plata, ese que usamos cuando llegan las visitas, que se viene con nosotras. No vaya a ser que se nos quede olvidado…
No es difícil imaginar un diálogo como este entre una dama de la sociedad y su criada a mediados del siglo XIX, previo de la visita al estudio fotográfico para ser retratadas.
La diferente condición social y la relación entre las dos mujeres se percibe de manera elocuente en el estupendo retrato “Pasando el mate” que ilustra esta página, daguerrotipo de Antonio Pozzo (1829-1910) reproducido en el nuevo libro de Carlos Vertanessian, historiador de la fotografía de este temprano período, Retratos del Plata. Historias del daguerrotipo. 1839-1859 (Fundación Ceppa Ediciones, 2022).
Plenas de ansiedad y expectativa, ambas mujeres actúan frente a la cámara de Pozzo su rol en la sociedad postcolonial. La criada posa de pie con la mirada hacia un costado y con la mano ofrece un lujoso mate de plata a su patrona la cual, sentada, al recibirlo mira a la cámara con orgullo, luciendo un gesto displicente que destila su estatus social. A pesar de la cercanía física entre ellas, todo allí marca distancias: las ropas, las miradas, la actitud; servir y ser servida. “La teatralizada jerarquía entre las dos mujeres –analiza Vertanessian en su libro– es el reflejo de una fuerte desigualdad social que la cámara logra naturalizar hasta convertir a la criada en un tipo popular”.
Inmóviles durante los segundos que duró la exposición frente a cámara, las modelos lograron dejar huella de su existencia, legando esta imagen de la vida doméstica de la primera época republicana que involucra a una de nuestras tradiciones más arraigadas: el mate.
Este daguerrotipo fue exhibido sobre la pared de la galería de Pozzo como parte del muestrario de retratos y vistas que ofrecía a los visitantes. Los fotógrafos exhibían una constelación de rostros contemporáneos para educar el gusto de sus clientes y para que pudieran juzgar la calidad del trabajo. El muestrario servía también para elegir la pose, el gesto y el tamaño del retrato solicitado.
“Pasando el mate” es de uno de los registros fotográficos más tempranos de esta arraigada actividad social, que se inició con el cultivo de yerba mate en las misiones Jesuíticas (los guaraníes eran consumidores antes de la llegada de los españoles) y creció de manera exponencial hasta nuestros días.
Una constante
El mate también fue una constante en las crónicas de los viajeros del Río de la Plata. Vertanessian subraya que la primera reacción de los visitantes era de sorpresa y desconfianza, aunque muchos terminaban “adoptándolo luego de que la estadía del visitante fuera lo suficientemente larga como para adquirir el hábito y lograr traspasar el rechazo inicial que provocaba casi sin excepción en los recién llegados”. El mate figura también en grabados, litografías y todo tipo de representaciones costumbristas de la época.
En su libro,Vertanessian aporta impresiones de viaje inéditas referidas al mate surgidas de la pluma de otro gran fotógrafo, el norteamericano Charles de Forest Fredricks -autor de algunas de las pocas vistas de Buenos Aires al daguerrotipo que se conocen- quien, navegando río abajo por el Paraná en compañía del naturalista francés Aimé Bonpland, se inició en la práctica grupal de pasar el mate y sufrió en carne propia la picardía criolla.
Cuenta Fredricks que la infusión era el “principal refresco” tanto en el campo como en la ciudad, de día y de noche en cualquier época del año, que iba rotando de mano en mano como “la pipa de la paz” de los pueblos originarios norteamericanos, y agrega que “al viajar a través de la provincia sin importar la hora en que llegues a una casa lo primero que recibes es mate y si el que lo hace es una joven niña y el que bebe una mano sin experiencia como fuimos nosotros al comienzo ella no dudará en poner agua caliente hirviendo para divertirse viendo al invitado quemarse la boca.”
Con el arribo de la fotografía sobre papel a mediados del siglo XIX, que desplazó al daguerrotipo por completo, y el desarrollo del género costumbrista con tipos populares y vistas gauchescas, el mate pasará a ser un tema recurrente en las escenas rurales y urbanas y sobre todo en los retratos de estudio
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