Hay un aumento del consumo en los países que están saliendo de la pandemia y esto se refleja en el aumento de la demanda
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“Los mercados alcistas son duros de morir” es un axioma conocido en el ambiente del comercio internacional donde los traders operan teniendo en cuenta los fundamentals de los mercados (análisis de oferta/demanda), la acción “técnica” de los mismos (sobrevendidos o sobrecomprados) y para rematar, el feeling de cada operador.
El significado práctico de esta expresión “Bull markets die hard” implica que se precisa bastante más que una corrección de precios o también denominada toma de ganancias para “matar” un mercado alcista.
Aprendimos con los años que una suba generada por una reducción de la oferta puede durar el tiempo que tarde el mercado en generar una corrección en el área de siembra (y con él un aumento de la oferta) de ese producto, esto es, puede durar relativamente poco. Meses.
Una suba generada por un aumento de la demanda puede ser mucho más duradera porque conlleva un cambio estructural en los “fundamentals” de ese mercado y dependerá de qué tan fuerte y prolongado en el tiempo sea ese nuevo comportamiento de la demanda.
Pero estamos frente a un ciclo alcista que combina ambas asimetrías : tenemos una oferta reducida en los granos por razones climáticas y de bajos stocks pero además se agrega una explosión de la demanda de China. La combinación perfecta.
Por eso es que este ciclo, -con los elementos que vemos hoy- tiene más chances de que esté con nosotros un buen tiempo, y no haya sido un fenómeno de corta vida, que ya nos ha mostrado todo su potencial y que con esta corrección ya se da por terminado.
Se da, además no solo en los granos, sino también en las carnes que, además de ver aumentos sostenidos en la demanda en términos de tonelaje ya muestra subas lentas pero sostenidas en los valores FOB.
Pero hay más todavía: la suba no se reduce solo a los alimentos sino a un gran número de commodities y de allí el incipiente aumento de la inflación internacional que arranca en los Estados Unidos.
El denominado “lumber o timber” una madera asimilada al durlock utilizada en la construcción en seco en los Estados Unidos cuadruplicó su precio durante la pandemia. Metales como el cobre, tan utilizado en la construcción de casas como en electrónica nunca estuvo tan caro como los actuales US$ 10.000 por tonelada, precio que no se superaba desde 2011. ¿Especulación? puede ser, pero también aquí fue la demanda China la que incendió literalmente los precios de este metal.
Los precios de los combustibles aumentaron fuertemente en Norteamérica durante los últimos meses aunque tuvieron algunos problemas técnicos de abastecimiento en la Costa Este. Actualmente cotiza a $2,20 el galón versus un histórico de $1,50.
Algo parecido con el crudo que, cotizando aproximadamente $65 se encuentra por encima de los promedios de los últimos dos años, lo que a su vez produce aumentos en los fletes de acero y carbón. El índice del Báltico que monitorea los precios de unas 20 rutas marítimas recientemente tocó el punto más alto desde 2010.
Como se ve, el panorama de las commodities excede ampliamente la suba de los granos, y a esto se suma el “despertar” de la demanda normal de los consumidores (vacunados) pospandemia, algo que ya se ve con toda nitidez en los Estados Unidos y en Europa. Los ingleses y alemanes ya están preparando su desembarco en España y todos en general consumen mucho más, algo que va a impactar en todos los precios.
Los pasajes de avión en Estados Unidos ya han subido un 19% respecto del año anterior anticipando el verano y los viajes del mercado doméstico.
Y allí estamos nosotros, pegándonos un tiro en el pie prohibiendo exportar nuestro mejor producto, nuestro producto “insignia”. Incomprensible. Algo así como una verdadera traición al esfuerzo de tantas generaciones que supieron construir un prestigio a pesar de la ignorancia de nuestros gobernantes. El campo no debe permitir que perdamos esta oportunidad: no más impuestos ni prohibiciones. Nuestros hijos y nietos estarán allí por muchas generaciones, si Dios quiere. Ellos no.
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El autor es productor agropecuario
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