El Gobierno vuelve a tropezar con la misma piedra, incumpliendo sus promesas de campaña de reactivación económica y reeditando las políticas que llevó adelante durante sus anteriores mandatos. ¿La misma piedra y el mismo tropiezo?
Hagamos memoria. Transcurrían aquellos años donde el Gobierno intervenía el mercado de granos y las trabas para exportar causaron distorsiones en los precios que, combinado con derechos de exportación altos, llevaron a una fuerte caída de la producción, ocasionando en varios productos como en el caso del trigo, que llegue a mínimos históricos.
Semejante descalabro con las trabas para exportar, produjo una baja brusca en el precio a los productores forjando que se redujera el área sembrada, lo que llevó a una menor producción y causando que el trigo en la Argentina costara el doble que en el resto del mundo en 2013.
Cuando no se puede, no se quiere o no se sabe se producen malas políticas. Y a malas políticas, malos resultados. El trigo pasó a ser un bien escaso en la Argentina. Si. Leyó bien. Un bien escaso en la Argentina.
Durante el gobierno del presidente Macri todas esas trabas se eliminaron y la producción pasó de ocho millones a casi 20 millones de toneladas.
Se destinaron 6,5 millones de toneladas para abastecer la industria harinera y el consumo local. La regla básica y simple dice que a medida que crece la producción aumenta el volumen exportado y, a su vez, el ingreso de divisas. La mayor actividad a su vez genera empleo, movimiento económico en cientos de pueblos, talleres, plantas de silos, transporte, puertos e innumerables abanicos de posibilidades de crecimiento económico.
Un ejemplo simple, de buenas políticas y buenos resultados. A esta altura del artículo cualquier lector sabría qué medidas políticas utilizar. Pero a veces, las obviedades no son tan obvias. Este verano el gobierno nacional comenzó nuevamente con la intervención del mercado del trigo. De manera más sutil y delicada. Corresponde hacer un llamado de atención urgente, ya que de no corregir el rumbo se obtendrán los mismos resultados negativos que vivimos a partir de 2008 y hasta 2015. Un editorial de LA NACION de febrero de 2007 ya alertaba sobre el tema.
El método elegido es distinto, la consecuencia es la misma. El exportador ve desalentada su operatoria por tener un costo mayor y la cosecha queda solo en manos de la molinería sin una competencia que forme el precio. Menor precio al productor significa menor área sembrada, menor producción, menor oferta y mayor precio al consumidor. Siempre pierden los extremos. Y uno de los extremos son todos los consumidores.
Desde la Fundación Pensar se realizó un exhaustivo diagnóstico, análisis y conclusiones sobre este tema que se detallan a continuación:
- La producción necesita mercados abiertos y transparentes, donde el precio se forme a través de la oferta y la demanda en beneficio de los consumidores y el ingreso de divisas.
- Intervenir esos mercados, genera reducción de la producción, reducción de la inversión y generación de pobreza en los lugares donde se produce.
- Existe un potencial de trigo a exportar descontando el consumo interno.
- El valor del trigo para exportar estuvo este año entre un siete y un 20% por encima del valor del trigo disponible provocando una pérdida potencial para el productor.
- Hay un diferencial entre el FOB real y el FOB oficial que funciona como un aumento de los derechos de exportación, desalentando aún más la siembra futura.
Sin competencia y con un solo oferente, el trigo va camino a tropezar, nuevamente, con la misma piedra.
Coordinador de Agroindustria de la Fundación Pensar
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