Veintidós entidades de la cadena de la carne consensuaron cinco objetivos de alto impacto para que las exportaciones alcancen en diez años los 13.000 millones de dólares; se crearán 300.000 empleos
"Si será loco este país, que los polleros andan haciendo lobby para los carnizas", reflexiona, en jerga poco elegante pero eficaz, un conocedor de los avatares de la producción de proteína animal. Y sí. Quizás algunos recuerden todavía la notable polémica que, en este mismo suplemento, mantuvieron el especialista en ganadería Víctor Tonelli y Roberto Domenech, el titular de la cámara de empresas avícolas, CEPA.
Fue en enero de 2008, un par de meses antes del conflicto por la 125 y recién iniciada la gestión de Cristina Kirchner. Tonelli había pintado la frustración de la ganadería ante un gobierno que se ensañaba con medidas antiexportadoras, y que en cambio favorecía a los productores de pollos. Domenech no discutía la diferencia de trato, pero la adjudicaba sobre todo a las desinteligencias y pujas entre los distintos actores de la producción bovina, que no les permitían armar una visión de conjunto y actuar como cadena. "Para pedir políticas, hay que tener proyecto", sostenía.
Debe ser difícil consensuar en la producción de carne vacuna, que está mucho más dispersa y tiene muchos actores con intereses históricamente contrapuestos. Pero al fin, a metros de que termine el segundo gobierno de Cristina, la cadena consiguió armar un proyecto conjunto. La elaboración técnica estuvo a cargo del mismo Tonelli, Héctor Salamanco, de ABC, y Fernando Canosa, de la SRA. Y lo suscribieron 22 entidades del sector, entre ellas, CEPA. Fue presentado el lunes pasado en el auditorio central de La Rural.
El proyecto tiene como premisas que haya "una moderna economía de mercado" y "un marco institucional amigable para las inversiones". Y se propone objetivos en cinco direcciones: aumentar la producción de carne generando más kilos por animal y elevando la producción y productividad del rodeo; que haya control de las reglas de competencia; derogar las normas que distorsionan la producción, el comercio y las inversiones (empezando por retenciones y ROE); mejorar la calidad institucional y el acceso comercial y sanitario a los mercados, e incrementar el empleo formal a la vez que recuperar a los productores caídos en los últimos años.
Con esto, el trabajo postula que el sector podría, en 2025, pasar del stock de 52 millones de cabezas actual a uno de 58-60 millones; llevar la producción de carne vacuna de 2,7 millones de toneladas (equivalente en la res) a 4,5 millones; pasar de exportar el 7 al 45% de la carne producida, y aumentar de US$ 1000 millones anuales a 13.000 millones las ventas al exterior, totalizando 300.000 puestos de trabajo formales, entre directos e indirectos.
El cuello de botella, tema tabú
La producción de animales lidia con un ciclo biológico. En el imperativo de disponer de carne barata, el kirchnerismo alentó la faena rápida en lugar de la producción de animales pesados, que dan más kilos por animal y son los preferidos por los mercados externos.
Volver a producir novillos gordos provocará, en el ínterin, que se reduzca la oferta de animales para faena y por ende suban los precios: un costo político que el actual gobierno ha eludido y que a nadie le resulta simpático soportar.
Pero en vez de esconder esa futura escasez, la cadena propone explicitarla y explicarla debidamente, bajo la idea de que terminará siendo un bien para el conjunto. "Hay que tener honestidad con la población", dijo Luis Miguel Etchevehere, presidente de la Sociedad Rural Argentina. Ante esa escasez, los pollos tendrán un rol importante, sustituyendo parte de los bifes que falten en el mercado interno, lo que a su vez les vendrá bien para colocar producción que se les dificulta exportar.
Que los partidos opositores de mayor relevancia enviaran referentes al anuncio del acuerdo fue una suerte de compromiso público. "Seguramente vamos a tener que transitar meses de escasez. Hay que lograr un consenso: la sociedad no está discapacitada para entenderlo", dijo Javier González Fraga, de la UCR, acompañado por Eduardo Manciana. "Creo que los políticos tienen el deber de ser líderes, no seguidores: su responsabilidad es liderar con el objetivo del bien común", agregó, y señaló que los proyectos ganaderos requerirán mucho financiamiento, a lo que se podría aplicar inmediatamente el Banco Nación, transformado en un banco de desarrollo de la producción y la industria.
Ricky Negri, de Pro, señaló que "van a ser 4 a 9 meses de restricción de oferta y el consumidor en los últimos años mostró que puede reacomodarse", indicó. Francisco Cabrera, líder de la Fundación Pensar, aclaró que no tendrían una Secretaría de Comercio que fije la macro, en alusión a Guillermo Moreno.
Gilberto Alegre, que fue acompañado de Mariano Bosch, dijo que en el Frente Renovador tienen "las mismas esperanzas e inquietudes que las expresadas en el documento" y que "se necesitan grandes consensos", mientras que Daniel Carignano, de UNA, también se mostró a favor y propuso avanzar hacia la comercialización por cortes en lugar de medias resesa. La silla destinada al FPV permaneció vacía durante todo el panel, haciendo presente la ausencia.
Una apuesta al largo plazo
El compromiso políticoen el desarrollo ganadero
Javier Gonzalez Fraga
Referente económico (UCR)
"Los políticos tienen el deber de ser líderes, no seguidores; su objetivo es lograr el bien común."
Francisco cabrera
Pte Fundación Pensar (PRO)
"Un gobierno de Pro nunca tendría a un secretario de Comercio como Guillermo Moreno y menos que dirija la macroeconomía"
lanacionar