Para la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), en la zona núcleo este año el maíz tardío ocuparía 830.000 hectáreas, seis veces más que en 2021
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Por los efectos de la sequía, en la zona agrícola núcleo, que abarca el sur de Santa Fe, el norte bonaerense y el sudeste de Córdoba, estiman que el área con maíz tardío [se siembra en noviembre/diciembre o tras la cosecha de trigo] crecería seis veces respecto de 2021. En rigor, mientras el año pasado se sembraron 140.000 hectáreas, para 2022 la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) proyectó 830.000 hectáreas. De esta manera, según el reporte de la entidad, ocuparía el 50% del maíz total en la región, siendo que su participación suele ser menor al 10%.
De acuerdo a la Bolsa rosarina, con el 70% de los suelos bajo sequía y ante la continuidad de la ausencia de lluvias, en la ultima semana en tanto hubo un “quiebre” en el cultivo de trigo y se aceleró el deterioro: los cuadros regulares y malos del trigo subieron un 15%. Asimismo, desaparecieron los que estaban “en excelentes condiciones”.
En diálogo con LA NACION, Cristian Russo, jefe de Estimaciones de la BCR, indicó: “Es un dato agronómico inédito porque nunca antes pasó que ya a inicios de septiembre los productores agropecuarios planteen medidas defensivas tan fuertes y que se hable de una cantidad tan grande de siembras tardías. El maíz tardío es algo que se hace de forma casi marginal, el año pasado ocupaba el 7% y hoy estamos hablando de un 50%”.
Este aumento, sostuvo, está vinculado a la incertidumbre por el clima (una tercera Niña, que cada vez muestra mayores señales de ser moderada y no leve); el aumento de los costos y el impacto de la última campaña de maíz (se había invertido para superar los 120 qq/ha y hubo rindes de 50 quintales). Además, los productores sufren la presión por los elevados precios de los alquileres (el 70% se trabaja en ese formato).
En mayo pasado, la entidad estimó una caída en el área con maíz de un 5%, pero a días de iniciar la siembra se espera que se siembre un 10% menos respecto al ciclo previo. “En el ciclo pasado, las gramíneas no paraban de crecer y el aumento del maíz era del 15% en la región núcleo. Con un recorte de 180.000 hectáreas se espera que se siembren 1,66 millones de hectáreas con maíz en la región núcleo de Argentina”, detalló.
El escenario es de un 70% de los suelos bajo sequía y el resto con reservas escasas. Ocurre que en zonas como el norte bonaerense, sur de Santa Fe y sur de Córdoba hace más de tres meses que no llueve de manera significativa.
Para la BCR, en esta última provincia son necesarios entre 120 y 140 milímetros. Según la información brindada por la organización, los técnicos de Pergamino y Colón indicaron que esperan que allí la superficie sembrada sea “la mayor en muchos años”. Explicaron: “El año pasado hubo buenos rendimientos en los maíces diferidos y muy malos en los temprano. Se suma los altos precios de fertilizantes de este ciclo, el mal estado que ya vemos de los trigos por la falta de agua, tres meses sin lluvias, otra Niña. Todos factores que estimulan medidas defensivas”.
Pronósticos
Asimismo, indicaron que los malos pronósticos de lluvias de septiembre encendieron la alarma en productores que efectuaron ventas para asegurar precio y asumieron compromisos comerciales para entregar el cereal en marzo. Con este panorama, los perfiles no cumplen con las necesidades mínimas para implantar el maíz en fechas tempranas, pero igualmente tendrán que sembrarlo en septiembre.
En lo que respecta a los cultivos de invierno, Russo indicó que los técnicos de la zona núcleo advirtieron que hubo un “quiebre” porque la condición del cultivo, que hasta la última semana venía aguantando a pesar de la sequía, empezó a deteriorarse de manera significativa. Según los datos de la entidad, hoy el 10% está malo, el 30% regular, el 35% bueno, el 25% muy bueno y desaparecieron los que estaban en excelentes condiciones.
”Estamos teniendo fines de semana en los que pasamos de heladas de tres hasta casi cinco grados bajo cero a máximas de 28 a 30 grados. Entonces, se están potenciados dos efectos que son muy negativos para el cultivo: la falta de agua, que viene ya desde hace varios meses, y temperaturas que cada vez piden una tasa de evaporación más grande”.
A eso se suma que, según Russo, los cultivos empiezan a entrar en etapas más críticas, porque gran parte está en encañazón, por lo que las heladas llegan con el cultivo seco y más sensible.
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