Interpretó tangos y canciones camperas
Excepcional intérprete del tango, notable guitarrista, cultor del habla lunfarda, Edmundo Rivero (1911-1986) fue un insuperable cantor nacional que, como tal, supo abordar el canto de la ciudad y el del campo. Nacido en Puente Alsina, del lado de la provincia, pasó su infancia en Moquehuá. Su madre, que gustaba contarle historias de malones, lo acunaba con estilos y vidalitas. Aquellas canciones, recordaba Rivero, eran "casi todas sureras, orientales y cuyanas".
Con la guitarra ya tocaba el Pericón Nacional y el uruguayo Pericón por María; su padre le había transmitido la milonga China hereje, del payador Juan Pedro López. "El de payador es un destino al que llegué tarde, pero alguna vez me prendí también en el viejísimo juego al menos para confirmarme lo difícil y los hermoso que era. En ocasiones me han dicho que se me reconoce cierta influencia de aquellos poetas y cantores; si fuese verdad, sería uno de mis mayores orgullos, de mis mejores méritos."
Radicado en Saavedra, Rivero nutrió su repertorio de piezas como La yegüecita ; Mirala cómo se va ; Codiciando, y El rebenque fatal . No obstante su admiración por Gardel y por el poeta Celedonio Flores, "el Gaucho", como lo llamaba su amigo Aníbal Troilo, había afirmado su condición de cantor y guitarrero gracias a los payadores. "Y dije ya, más de una vez, que no me siento cantor de tangos sino cantor nacional". Autor de tangos, milongas y canciones, Edmundo Rivero puede ser juzgado como poeta en el aire de malambo Malón de ausencia , cuya música también le pertenece: A los lejos se divisa/ de la pampa la ancha huella/ y el redoblar de pezuñas/ al incrustarse en la tierra./ La lanza firme en el brazo,/ bien arriba la bandera/ y el ruido ensordecedor/ del potro en loca carrera/ ganando campo y distancias/ hacia la muerte señera. En 1982 publicó Una luz de almacén, memorias que dan cuenta de su trayectoria artística y de su pasión por las palabras lunfas, y en 1985, Las voces, Gardel y el canto, trabajo en el que repasa los cantares tradicionales pampeanos y las expresiones regionales del país.
En el primero de sus libros dijo: "El guitarrista -tal como me había augurado mi padre- era bien recibido en todas partes. Yo, por mi parte, en cada lugar que visitaba era como si le sintiera el pulso a la región, al propio país. Tomaba conciencia de que nuestros modos de cantar, desde el lunfardo a la zamba, son variadísimos, pero la música argentina, una sola".
Pablo Palermo
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