El camionero Pablo Guevara, junto a un grupo de más de 20 personas y empresas y la comunidad cordobesa de Inriville, armaron un merendero en la comunidad de El Quinto, Chaco, y este año que esté a su alcance el agua potable
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Milagros: sucesos extraordinarios y maravillosos que no pueden explicarse por las leyes de la naturaleza y que se atribuyen a la intervención de Dios o de un ser sobrenatural. Hace nueve años atrás, Milagros era una niña que vivía en el paraje El Quinto, departamento de Taco Pozo, en medio de El Impenetrable chaqueño, con una discapacidad y la pequeña comunidad en donde habitaba carecía de medios para ayudarla.
Fue así que su maestra de escuela le comentó como al pasar este problema a una persona que había conocido ocasionalmente. Todo parecía haber quedado en esos comentarios. Sin embargo, para este hombre, que vivía en Inriville, un pueblo del sudeste cordobés de 3500 habitantes, la cosa no iba a pasar inadvertida.
Ni bien regresó a su localidad, habló con sus amigos de la necesidad de esta chiquita del norte del país y enseguida todos coincidieron que había que brindarle una ayuda de manera inmediata. Se organizaron, consiguieron lo que necesitaba Milagros y fueron hasta el paraje, a unos 1300 kilómetros, para entregarle y conocer personalmente a la niña.
Cuando llegaron los amigos entendieron que la gente del lugar tenía muchas más necesidades y carencias y que, con un Estado ausente, ellos no podían hacer la vista gorda. “Esa vuelta llegamos al lugar para conocer a Milagros, estuvimos con las personas que allí vivían, que nos abrieron las puertas de sus casas y nos encariñamos. Sentimos que no podía ser nuestro único viaje porque esta gente nos necesitaba”, cuenta a LA NACION, Pablo Guevara, de 50 años, y dueño de un transporte de cereales.
Desde ese entonces, invitando a toda la gente y a empresas del pueblo cordobés y alrededores a que se unan y sin fallar un año (salvo pandemia), hace nueve años que organizan una movida solidaria para llevar alimentos, bebidas, juguetes, muebles, ropa y las cosas que necesitan sus amigos del norte. Por su parte, cuando se está acercando la fecha de la llegada del camión, el entusiasmo y la alegría de los pobladores se desparrama por las calles de tierra de El Quinto.
Camión listo esta noche viajamo al Paraje El Quinto dl Impenetrable, llevamos ropa, alimentos, bicicletas, juguetes, boquines, silla d ruedas y el tanque con su sistema para q tengan agua potable Gracias a Todos lo q se Sumaron, + d 300 personas tendrán mejor calidad d vida pic.twitter.com/6juRyMKoxs
— Juan Pablo Alzapiedi (@juantue) August 30, 2023
Cada vez que pisa el paraje, a Guevara, el corazón se le ensancha viendo la alegría que tiene la gente cuando ve llegar el trasporte con las cosas, que aunque no sabe lo que hay adentro del camión y del acoplado, sienten que al menos “alguien se acordó de ellos”.
El año pasado lograron armarle un merendero donde asisten a diario 50 chicos. “La gente nos decía que estaban necesitando un lugar donde los niños puedan desayunar y comer algo a la tarde, como un lugar de encuentro y bueno nos pusimos manos a la obra y gracias a las donaciones de las empresas conseguimos los materiales de construcción y lo pudimos hacer”, dice.
Tal es el cariño que le tienen los habitantes de El Quinto que también el 2022, cuando la escuela 816 “Don Dalmacio Palomo” cumplía medio siglo de vida, fueron nombrados padrinos del establecimiento educativo del lugar: “Fue un gran honor para todos nosotros que ellos nos hayan elegido. Esto quedará para siempre en nuestro corazón”.
Pero este año, la iniciativa tenía un desafío mayor: agua potable que no tienen y la que hay disponible en pozos posee mucho arsénico. Fue así que una empresa amiga decidió donar un tanque de 10.000 litros; otro corralón dio las canaletas para recolectar agua dulce de las lluvias y otros donaron plata para comprar el resto de materiales, entre otras cosas. Y así se dio forma a ese nuevo proyecto. La idea es dejar instalado el tanque, en tanto el municipio de Taco Pozo se comprometió a ir a recargarlo cada vez que que el recipiente esté por vaciarse. Las canaletas son para recolectar agua dulce para darle de tomar a los animales que crían y para regar sus huertas familiares.
Pero para que la cuestión no sea un solo llevar cosas y nada más, este año buscaron que las comunidades educativas de los dos pueblos interactúen y tengan un intercambio cultural educativo: primero fueron las videollamadas para conocerse y luego los estudiantes de la primaria inrivillense organizaron para enviarle algunas cosas especiales para los alumnos de El Quinto. También los chicos del paraje le van a retribuir con otros presentes.
Son las 17 en Taco Pozo. Hace un rato llegó el camión proveniente de Inriville. Está cargado a tope donde, además del tanque y las canaletas, hay miles de kilos de alimentos, agua embotellada, golosinas, ropa, muebles, cepillos de dientes, hasta una silla de ruedas (era pedido especial de la gente). Y, haciendo una pequeña parada, antes de que anochezca, entró al monte chaqueño por un camino de tierra de 120 kilómetros que lo dejará en el destino final.
Juan Pablo Alzapiedi es productor agropecuario y viajó en camioneta junto a Guevara, custodiando el camión, pero decidieron hacer noche en Taco Pozo para mañana bien temprano internarse en el monte. Alzapiedi decidió involucrarse en esta movida por el entusiasmo que desde un principio puso “el loco de Guevara”.
“Es para nosotros un gran orgullo pertenecer a este grupo de 20 que desinteresadamente nos propusimos dar una mano para que esta gente tenga una mejor calidad de vida en su lugar en el monte, generando arraigo y que aquí desarrollen su talento. Ponemos nuestro grano de arena donde el Estado no está presente”, cuenta el productor agropecuario.
Ahora Milagros tiene 18 años. Y a pesar de ya ser más grande tiene las mismas ganas de siempre de volver a reencontrarse sus camaradas cordobeses. Ya son cerca de las 20 y Guevara salió a recorrer los comercios de Taco Pozo para comprarle un regalito a su amiga que la espera en el paraje. “Le compré un buzito moderno de esos que usan las adolescentes y una gorra. Todos los años le traigo un presente pero esta vuelta no tuve tiempo de comprarle en mi pueblo. Mañana será un gran día para ellos y para nosotros también”, finalizó.
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