El aljibe del Banco Central de la República Argentina (BCRA) está seco y se ha utilizado como archivo de compromisos de deuda que a través del rollover prometen pagar en el futuro más lejano posible.
Ante la imperiosa necesidad de obtener dólares y evitar que la economía siga cayendo en una recesión más profunda, se implementó nuevamente el dólar agro, que contiene al dólar soja III y economías regionales.
De esta manera, además de capturar dólares y recaudar a través de los derechos de exportación, se supone que se reduce el nivel de conflictividad con el campo, pero en realidad como solo algunos productores de soja y por la estacionalidad algunos pocos productores de las economías regionales podrán acceder a este “relativo beneficio”, muchos otros productores se verán discriminados, perjudicados y aumentará la conflictividad.
A medida que transcurran los días, la ventaja de tener un dólar agro de 300 pesos para los productores de soja se irá diluyendo y ni hablar de los productores en las economías regionales que tendrán este valor fijo hasta el 30 de agosto. Si el dólar oficial acompaña a la inflación, podría incluso superar el valor de 300 pesos, para la fecha establecida.
La actual diferencia del dólar agro con el dólar oficial ronda los 85 pesos, si lo vamos actualizando con la inflación y el acompañamiento de la devaluación diaria, la diferencia tiende a cero al 30 de agosto para las economías regionales. Actualmente, los 85 pesos adicionales significan 21 centavos de dólar, es decir un beneficio de 76 dólares por tonelada, en el caso de la soja, que día a día irá disminuyendo.
El Gobierno aspira a recaudar alrededor de 6000 millones de dólares, esto significa que tendrá que emitir más de 400.000 millones de pesos la mayor parte en los primeros 45 días. Esta mayor emisión debe esterilizarse a través de bonos que debilitarán aún más al BCRA, y de esta forma tratar de que la mayor emisión no impulse una mayor inflación, que en el mes de marzo ha superado al 7%, agravándose más aún la pobreza y la indigencia, recientemente anunciada.
Medidas cortoplacistas que adelantan liquidaciones de divisas, que por cierto no estarán disponible en los meses subsiguientes, distorsionan el mercado de soja y otros negocios ya que tiende a modificar el valor de los arrendamientos, para dar solo un ejemplo.
Se perjudica también a los productores de leche y sus derivados, los ganaderos especialmente los que producen a través del sistema más intensivo como el engorde a corral y los feedlots, a los productores de carne aviar y porcina, entre otras actividades, debido al aumento del costo del alimento balanceado que contiene derivados de la soja.
Otro punto bajo análisis es el compromiso que se les exige a los productores de las economías regionales, ya que deben asegurar precios internos más accesibles para la población. Como si el Gobierno no supiera que la mayoría de los productores son pequeños, que no son exportadores, y menos aún formadores de precios. En consecuencia, la industria procesadora que le reciba sus productos descontará del precio al productor el costo de ofrecer al mercado interno mercadería a menores precios. Cualquiera podría pensar que es como se dice en economía, un juego que tiende a suma cero.
Recordemos que un juego de suma cero es un proceso donde la ganancia acumulada de todos los participantes es igual a la sumatoria de las pérdidas.
Una política win-win, con visión de largo plazo y que brinda previsibilidad, hubiera sido eliminar los derechos de exportación a todos los productos de las economías regionales, que son las más alejadas de los puertos, las que generan mayor valor agregado y arraigo de la población, promoviendo a su vez la denominación de origen, la trazabilidad y certificaciones, en un mundo que cada vez es más exigente con los productos que consume.
Te soban el lomo, te dan algunas monedas y te sacan los billetes. De cada 10 camiones de soja que produce un empresario rural el Gobierno se queda con más de tres; por cada kilo de pan o carne que compramos los consumidores, 300 gramos son de tasas e impuestos, con lo que se paga un automóvil, si le sacáramos los impuestos compraríamos dos, y así sucesivamente. A cambio poco y nada.
Para diseñar un mejor futuro, sería más adecuado comenzar a caminar por el sendero hacia la estabilidad económica, avanzar hacia la unificación del dólar, realizar un ajuste real; tener un menor gasto público que sea eficiente, eficaz y económico, implementar una apertura de la economía inteligente. En definitiva, comenzar a dar los primeros pasos hacia una argentina atractiva para invertir. Porque por más que se compre algo de oxígeno con vista a las elecciones, no alcanza. Se perdió la oportunidad de dar un primer pasito, la eliminación de los derechos de exportación a las economías regionales.
El autor es consultor en agronegocios
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