Descubrió la ruta que unía Perú -centro del virreinato homónimo- con el Río de la Plata, acceso al Atlántico
En enero se cumplió un nuevo aniversario de la muerte del capitán Diego de Rojas, acaecida en 1544. Ignoramos la fecha exacta, como también la de su nacimiento, que pensamos que ocurrió entre fines del siglo XV y comienzos del XVI. Lo que sí sabemos es que nació en Burgos, capital del reino de Castilla, en el seno de una familia de alcurnia y que el destino le tenía reservada una hazaña descubridora trascendental, aunque no debidamente valorada.
Llegó a nuestro continente en plena juventud, a la ciudad de Santo Domingo, sede gubernamental del naciente imperio español de las Indias, como se llamaba a América. Era el año 1516, el mismo del descubrimiento del Río de la Plata, coincidencia que resultaba todo un vaticinio, ya que ese río iba a ser la meta de su entrada o expedición descubridora, que signaría el futuro de lo que hoy es la Argentina.
En 1522 se trasladó a México para ponerse a las órdenes de Hernán Cortés. Este lo asignó a la hueste del experimentado capitán Pedro de Alvarado, que iniciaba la conquista de Guatemala, de quien llegó a ser persona de confianza, pues desde el primer momento mostró tener condiciones muy valiosas en un hombre de armas.
Intervino con lucimiento en la conquista de Guatemala, que culminó en 1524 con la fundación de Santiago de los Caballeros, ciudad de la que fue vecino. Allí se lo consideraba caballero honrado y hombre muy calificado, que tenía mucho cuidado con el tratamiento de los indios, que era liberal -en el sentido de generoso y hospitalario-, tanto que su casa era mesón de cuantos a ella querían ir.
Rojas gozaba en Guatemala de buena posición y prestigio; sin embargo, impulsado por el típico temperamento del conquistador, siempre anhelante de emprendimientos heroicos, en 1536 partió al Perú como integrante de un cuerpo de auxilio solicitado por Francisco Pizarro.
Poco a poco se iba aproximando a lo que hoy es nuestra patria, traído por el destino. Entre 1538 y 1539 intervino en la conquista de la provincia de Charcas y fue el primer gobernador de la ciudad homónima, pero ello no saciaba su ambición. Meditaba un proyecto que consideraba la culminación de su carrera indiana.
Abrir un camino
Corría entre los españoles del Perú la voz de que en actual territorio argentino existía un rico reino aborigen. Unos lo situaban rumbo al Estrecho de Magallanes y, otros, hacia el Río de la Plata. Rojas adhería a esta última opinión, y su proyecto era abrir desde Cuzco un camino terrestre hacia el gran río, del cual el único dato geográfico que poseía era que quedaba hacia el Sudeste. Hizo un primer intento entrando por el Chaco, pero fracasó por lo que planeó una segunda entrada, esta vez por el Tucma, situado al sur de la actual provincia de Tucumán.
Como los soldados supieron que Diego de Rojas hacía la entrada, teniéndolo por buen capitán, muchos se aparejaron para "le seguir" -escribe un cronista- y en mayo de 1543 partió de Cuzco con rumbo sudeste. Ya en nuestro país pasó por los Valles Calchaquíes, por el de Tafí y llegó al sur tucumano por el camino natural de la hoy llamada Quebrada del Portugués.
La expedición enfrentó toda clase de infortunios, hasta que ocurrió el peor: en Santiago del Estero, durante una batalla con los indios, Rojas murió víctima de una flecha envenenada. Así terminó el capitán descripto como hombre esforzado, amigo de hacer siempre el bien.
El joven caudillo Francisco de Mendoza tomó el mando de la hueste y continuó con el proyecto. Avanzó hasta Córdoba, siguió el curso del río Tercero-Carcarañá y hacia mayo de 1545 llegó al Río de la Plata, designación que por entonces incluía al Paraná. El proyecto de Rojas se había cumplido, y aunque Mendoza murió asesinado y el rico reino jamás apareció, había quedado descubierta la ruta que unía a Perú -centro del virreinato homónimo- con el Río de la Plata, acceso al océano Atlántico, que cambiaría la historia del Cono Sur.
Los hombres de la entrada
A comienzos de 1546, los expedicionarios emprendieron el regreso al Perú fundamentalmente por haberse quedado sin un buen jefe, lo que los hacía comentar con añoranza que si Diego de Rojas viviera, se descubrirían enteramente las provincias y los secretos de la tierra. Cuando llegaron a destino, la historia de su extraordinario descubrimiento despertó profunda admiración y comenzó a llamárseles los hombres de la entrada, sobrenombre -como señala un cronista- "que a ningunos otros descubridores se ha dado hasta agora".
Muchos de los que regresaron tenían el firme propósito de volver a la tierra nueva para poblar y lo cumplieron a partir de 1550. Se sentían unidos a ella porque valoraban la grandeza de lo realizado: en tres años y medio habían andando más de 4000 km, por paisajes en los que sería posible una diversidad de producciones, en un país cuya riqueza, intuían, estaba en la explotación agropecuaria.
En los Valles Calchaquíes prefiguraban viñedos. En Tucumán, cañaverales, más la construcción de carretas que revolucionarían el transporte. En los llanos santiagueños, algodonales que originarían industrias. En Córdoba, trigales. Finalmente, en el Río de la Plata veían la salida al mar que brindaría la oportunidad de comerciar con el exterior.
El corazón de todos esos proyectos era la ruta Rojas hecha realidad por Francisco de Mendoza. Marcó el inicio de la conquista y colonización efectivas de la Argentina cuando, a lo largo de ella, se fundaron Santiago del Estero -la más vieja ciudad argentina-, San Miguel de Tucumán, Córdoba y Santa Fe, y hacia el Norte, Salta y Jujuy. En la desembocadura del Plata surgió la definitiva Buenos Aires.
En las últimas décadas del siglo XVI, con correcciones a su traza, se había transformado en el Camino Real, columna vertebral de los virreinatos del Perú y del Río de la Plata. Actualmente, importante tramo de la ruta 9 corre sobre sus lineamientos básicos, por lo que debería llamarse Ruta Diego de Rojas.
Temas
Más leídas de Campo
Mercado de vacunos. Con la excepción de los novillos, el valor de la hacienda se mantuvo deprimido en Cañuelas
Se murió. Dominga, la perrita amiga de todos que Karina Milei quiso salvar
Crédito internacional. El gobierno de Milei prepara un “regalo” a todos los productores ganaderos con foco en un objetivo que lo desvela