Martín Fourcade y su familia hacen tambo y diversificaron la actividad con agricultura y ganadería; el impulso que vino de su abuelo
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En 7300 hectáreas en Carlos Tejedor, Pehuajó y Gualeguay, entre propias y alquiladas, Martín Fourcade y su familia ordeñaron 900 vacas con una producción de 39 litros por vaca y por día como promedio en agosto. Ese registro se alcanzó con una combinación de vacas confinadas, equipo de trabajo comprometido, muy buena genética y excelente alimentación. En la empresa también venden vaquillonas y toros Angus Colorado Puros Controlados y desarrollan 5000 hectáreas de agricultura.
“Mi abuelo era un tractor: muy buen productor, fundó un frigorífico y formó parte de la comisión directiva de Carbap. Tuvo dos hijos varones: Eduardo, mi tío, y Fernando, mi padre, que trabajaron juntos durante mucho tiempo”, rememora Martín Fourcade. Hace cinco años, las familias se dividieron, a pesar de que eran muy unidas porque el padre y el tío de Martín se casaron con dos hermanas Ustariz.
“La división fue muy sana y cada familia arrancó hacia su rumbo. Nosotros creamos una empresa de seis hermanos y recientemente se incorporó Simón, la cuarta generación, que estuvo cuatro años haciendo experiencia en Estados Unidos. Así seguimos con mucho entusiasmo con nuestra actividad principal, la lechería, complementada luego con la producción de granos y Angus Colorado Puros Controlados”, añade.
“Antes de eso, en 1987 enfrentamos la gran inundación con cuatro tambos -dos mecánicos y dos manuales- con 300 vacas que producían un poco más de 3000 litros de leche. El campo había quedado muy afectado y había que reconstruir la lechería en la empresa”, recuerda.
“Para eso, arrancamos con el control lechero e incorporamos la inseminación artificial con semen de toros probados con el asesoramiento del equipo de Select Debernardi. Yo siempre entendí que el problema de la genética es el tiempo que insume y no tanto el costo de una pajuela de un toro. Entonces, siempre nos enfocamos en elegir los mejores reproductores en la compra. Equivocarse con uno malo hace perder muchos años de trabajo”, advierte Fourcade.
“En 1996, gracias a la presión que fui ejerciendo sobre mi tío y mi padre, cerramos los dos tambos manuales y armamos un tambo nuevo, que se sumó a los dos mecánicos anteriores. Con esos tres tambos ordeñamos 700-800 vacas”, detalla.
“Seguimos creciendo en vacas hasta llegar a 1100-1200 en el pico de ordeño. Además, con el tiempo decidimos pasar a triple ordeñe con los dos grupos de gente que trabajaban hasta ese momento. Los unificamos y hoy los integrantes de ese equipo ordeñan en forma alternada cada ocho horas y todos tienen la mañana o la tarde libre todos los días, lo que es mucho más descansado que los dos ordeños tradicionales durante siete días. Los ordeños son a las 6 de la mañana, 2 de la tarde y 10 de la noche.
Sistema productivo
Entre campos propios y alquilados, los Fourcade gerencian 7300 hectáreas, de las cuales 5000 se dedican a agricultura. De estas, en 800 se cosechan los forrajes y granos para uso en el tambo y el feedlot; el resto tiene como destino la venta a terceros. Cada año se siembran 200 hectáreas de maíz de primera y 200 hectáreas de maíz de segunda para silaje, más 200 hectáreas para silo de cebada y unas 150 hectáreas para silo de alfalfa.
El tambo es confinado, por lo cual no tiene superficie física directamente afectada. Simplemente son los corrales, el galpón y los espacios de preparto y crianza. Con el modelo intensivo implementado, y con la intervención de un grupo humano que los acompaña desde hace muchos años, los Fourcade consiguen muy altas producciones: cerraron agosto con 39 litros de promedio por vaca y por día sobre 900 vacas en ordeño.
La evolución de la lechería en la empresa fue: sistema pastoril-dry lot-galpón. “Del pastoreo directo inicial, luego habíamos pasado a un dry lot, conformado por corrales al aire libre con comederos. Las vacas no iban al campo a comer, sino que estaban encerradas, pero se estresaban y disminuían la producción en las épocas de abundantes lluvias y barro, y en el verano, por las altas temperaturas”, resalta Fourcade.
“Con ese sistema llegamos a un techo de producción de 33,5 litros por vaca y por día y veíamos que era muy difícil superarlo, al tiempo que enfrentábamos un alto riesgo climático que no podíamos manejar, salvo que hiciéramos la inversión en el galpón”, añade.
“Empezamos a ver diferentes sistemas de estabulación y nos decidimos por el de cama fría de tierra buscando una inversión razonable, funcionamiento simple y bajo costo operativo. Con el galpón se procuró aumentar y estabilizar la producción y ahorrar en la alimentación. Con esa instalación se recicla el desperdicio de los comederos y se lo reorienta a la recría, algo que no se podía aprovechar en el dry lot”, distingue.
El galpón tiene casi 200 metros de largo por 70 de ancho, con alero y canaleta. Consta de una pista central de alimentación, donde están las bebidas y los comederos, y áreas de descanso a los costados, con camas de tierra en espejo. Estas se airean a la mañana y a la tarde, cuando las vacas se van a ordeñar, con cincel y cultivador para mantenerlas secas, frías, mullidas y uniformes para darles confort.
La alimentación de las vacas estabuladas es a base de silaje de maíz, de cebada y de alfalfa, semilla de algodón, hez de malta y megafardos de gran calidad. La dieta seca se prepara en la planta propia de alimento balanceado, a base de maíz, cebada, harina de soja y núcleo. El consumo es ad libitum. “Lo importante es que la dieta sea lo más estable posible a lo largo del año. Por eso tratamos, aunque haya modificaciones de precio en algún componente, de mantenerla lo más posible, aunque monitoreando los costos diariamente. En estos niveles de producción, la vaca no perdona nada; cualquier cambio en su alimentación diaria lo demuestra al otro día”, alerta Martín.
Otro tema que preocupaba a Fourcade era el manejo de efluentes. “Empezamos a desarrollar el proyecto de lechería estabulada de atrás para adelante pensando primero qué íbamos a hacer con todo el efluente generado, que constituyen grandes volúmenes de purines. Era un tema que queríamos tenerlo solucionado de entrada y hacerlo ambientalmente lo más amigable posible”, destaca el empresario.
Decidieron hacer una obra importante, que se compone de tres piletas de decantación. Todo el efluente se recolecta y se bombea a una primera pileta de casi tres millones de litros, que luego rebalsa a una segunda pileta de la misma capacidad y después rebalsa a una tercera pileta de casi siete millones de litros. De esta se extrae agua ya casi sin sólidos, que se vuelve a utilizar para lavar todos los corrales, la sala de ordeño y las pistas de del galpón, sin extraer agua del subsuelo todos los días. Los sólidos se aprovechan como fertilizante orgánico para la agricultura, con empresas que se dedican a vaciar las piletas con cisternas y estercoleras.
“Nuestra meta es ordeñar entre 850 y 930 vacas a lo largo del año y diversificar nuestras actividades; no ser 100% lecheros sino tener también una pata agrícola importante en la empresa y una pata ganadera de carne”, avisa.
“Producimos toros y vaquillonas Angus Colorado Puro Controlado. Hace dos años, comenzamos con el análisis genómico con Zoetis en la ganadería de carne y en el tambo, para acelerar los tiempos, dar mayor precisión a la selección y exhibir un plus para ofrecer un producto competitivo. La genética del tambo se maneja por individuo y no por rodeos: a cada vaca se le asigna el toro en función de la mejora genética que se quiere alcanzar en la descendencia de ese vientre”, concluye Fourcade.
Se publicó originalmente el 8 de septiembre de 2024
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