A finales de los 70, Alvin Toffler escribió La Tercera Ola, libro que nos permitió, a quienes estábamos "despertando", entender desde una perspectiva macro el mundo, la sociedad, los modelos de organización (social, política y económica). Toffler afirmaba que a lo largo de la historia se dieron acontecimientos que provocaron cambios fundamentales. Los denominó "olas".
La primera fue el pasaje del hombre de nómade a sedentario, y dio origen a la agricultura. La segunda ola fue el nacimiento de la Revolución Industrial. La tercera ola fue la revolución de la información, la comunicación y la tecnología, y es en la que estamos inmersos actualmente.
Mucho se ha especulado respecto a cuál sería la cuarta y cómo será el mundo que nos espera. La aparición de esta pandemia de Covid-19 está originando, según los especialistas, consecuencias a nivel global de tal magnitud que, posiblemente, configuren un punto de inflexión que la provoque. Eso sí, no sabemos cómo será.
La frase "crisis igual oportunidad" cobra vigencia. También es cierto que en alguna medida el "futuro se moldea". En ese diseño de la nueva agenda pospandemia, debemos hacer lo posible, quienes estamos involucrados en cuestiones ambientales y específicamente con el sector agroalimentario, para instalar con más fuerza los temas que ya venían siendo puestos hasta hoy. Si analizamos los comportamientos de la sociedad frente a la pandemia, vemos que la salud pública escaló posiciones en las prioridades de la agenda, ubicándose en el primer lugar y aceptando los costos implícitos, los que sin duda (todo indica) serán altísimos, y no solo en términos económicos.
Los temas ambientales, tales como calentamiento, cambio climático, emisión de gases y los temas más locales relacionados al uso de recursos naturales y la sostenibilidad del sector agroalimentario, están en la agenda pública desde hace tiempo, sin que se haya logrado instalarlos a los niveles deseados.
¿Por qué el Covid-19 logró la reacción en términos de políticas públicas y la aceptación de las mismas por parte de la sociedad, y el tema ambiental no? Posiblemente, porque los efectos del primero están más cerca de los individuos y la sensación de vulnerabilidad es muy alta; lo segundo es considerado como algo lejano.
Lo anterior obliga a imaginar nuevas formas de instalación, gestión y abordaje de los problemas en la nueva libreta pública. En referencia al sector agroalimentario, se impone ajustar los sistemas productivos y organizacionales frente al nuevo entorno. Es necesario diseñar políticas ordenadoras que permitan resolver los conflictos y desafíos ecológicos, ambientales, sociales y económicos. Esto requiere de una activa participación de la sociedad civil, que debe formar a su vez parte en el proceso de gobernabilidad del ambiente rural. Es necesario armar una idea común orientada a reconocer las causas de problemas, necesidades de pensamientos y acciones a largo plazo y cambio de paradigmas, que conformen una hoja de ruta para ordenar el territorio.
Cuando hablamos de "moldear el futuro" nos referimos a generar los consensos y la masa crítica suficiente para iniciar los procesos del cambio al que aspiramos, y que en la hora actual se torna imperativo: un "Contrato Verde".
Por eso adquieren mayor importancia los planes que hoy maneja el estado cordobés, los que sin duda podrán ser readecuados según los nuevos escenarios, actores y circunstancias. Nos referimos a la necesidad de incrementar las interacciones público-privadas, al trabajo interdisciplinario, al uso de la evidencia científica, al uso de indicadores y a una mayor trazabilidad. Los actuales programas (como el de Buenas Prácticas Agropecuarias, el de Conservación de Suelos, el Plan Agroforestal, la Gestión Integrada de Cuencas) deberán ser parte esencial de la nueva agenda pública que imaginamos emergerá de la pospandemia. Si esto se logra, estaremos dando un paso importante en la dirección de un sector agroalimentario más sustentable.
El autor es ministro de Agricultura de Córdoba
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