El malestar de los productores afines al gobierno de Jair Bolsonaro se hace notar con cortes de ruta y denuncias de fraude; no se descarta una desaceleración de las inversiones si se cambian las reglas de juego
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Desde el triunfo de Luiz Inácio Lula da Silva en el balotaje presidencial celebrado el 30 del mes pasado en Brasil, los productores agropecuarios de ese país vienen mostrando su desencanto por la derrota en las urnas de Jair Bolsonaro y por el cambio de gobierno que se dará el 1º de enero. Ayer fue un mal día para los que agitaban las versiones de fraude y para quienes aún tenían expectativas por ver un cambio en el resultado de la elección tras la decisión de la Justicia electoral de rechazar el recurso presentado por el Partido Liberal para anular los votos del balotaje por “fallas irreparables” en cinco de los seis modelos de urnas electrónicas utilizadas.
“Los productores, en su mayoría, están tristes y/o indignados, pues hubieran preferido la reelección de Bolsonaro. Muchos creen que hubo fraude y consideran ilegítima la victoria de Lula, por lo que esperan que pase ‘algo’ para que Lula no asuma el 1º de enero”, contó a LA NACION Daniele Siqueira, analista de mercados de la firma brasileña AgRural.
Luego de conocido el triunfo de Lula y hasta estos días se vienen dando protestas intermitentes de transportistas y de productores que cortan rutas y accesos a terminales portuarias. Estos manifestantes incluso llegaron a reclamar la intervención del ejército brasileño para evitar la asunción del nuevo mandatario electo.
“Los bloqueos son actos de una minoría autoconvocada, sin coordinación central, pero que reflejan el sentir de la mayoría del agro. Las entidades que representan al sector están en contra de los bloqueos y de posibles actos de violencia, pero en general apoyan las manifestaciones pacíficas, que son un derecho de todos los ciudadanos”, dijo Siqueira.
Desde la Asociación Brasileña de Industrias de Aceites Vegetales (Abiove) se quejaron por el hecho de que los cortes de ruta dispararon un 20% (50 reales por tonelada) el valor de los fletes en la zona de Mato Grosso, el principal Estado productor de granos de Brasil. “Los bloqueos de carreteras y la violencia de algunos manifestantes dejaron a las empresas de transporte temerosas de utilizar las rutas locales”, le dijo a Reuters André Nassar, presidente de Abiove.
Siqueira añadió que hasta el momento los bloqueos, a pesar de ser numerosos, no causaron interrupciones significativas en el flujo de granos en el mercado interno y externo. “La pregunta que hoy no tiene respuesta es si las protestas podrán ganar fuerza cerca de la asunción de Lula, el 1º de enero”, advirtió la analista.
En el mismo sentido, Vlamir Brandalizze, especialista en el mercado brasileño de granos de Brandalizze Consulting, señaló a LA NACION que las protestas no afectaron los envíos de mercaderías a los puertos, en tanto que la mayoría de los cortes ya fueron liberados y que el programa de embarques se está desarrollando sin problemas. “Lo que tenemos aquí es un productor rural desalentado por el resultado de las elecciones”, reconoció el consultor.
Ese desaliento ya tiene un correlato sobre las decisiones de muchos productores brasileños. “Los negocios de compra de maquinaria y equipos se desaceleraron mucho y pocos están adquiriendo estas herramientas. Prevemos que esta situación se extenderá hasta al menos inicios de 2023″, dijo Brandalizze.
Y acerca del comercio de granos, el especialista detalló que se lleva vendido “el 73% de la soja del ciclo 2021/2022, en comparación con el 81% del año pasado y con el 79% promedio. En cuanto a la cosecha nueva –comienza en enero–, solo se comercializó el 23% del volumen esperado, frente al 40% promedio para esta época del año”.
Para Siqueira, la relación entre el resultado electoral y las decisiones de venta es parcial. “La primera semana de noviembre, justo después de la segunda vuelta electoral, el comercio de granos tuvo un ritmo bastante lento –tanto para la soja como para el maíz– porque los productores aún estaban atónitos por la victoria de Lula y porque el dólar, contrariamente a lo esperado, cayó frente al real tras la victoria del expresidente. Pero en las semanas siguientes el dólar volvió a subir y las ventas recobraron un ritmo más próximo al normal”, explicó.
Nuevos impuestos
En pleno descontento rural, y pese a los cuestionamientos de los productores, anteayer la Asamblea Legislativa del Estado de Goiás aprobó la creación del Fondo de Infraestructura del Estado, que se solventará con un nuevo impuesto que gravará con hasta el 1,65% la comercialización de productos como maíz, soja, caña de azúcar y carne, pero que no se aplicará a los agricultores familiares que venden alimentos directamente al consumidor final. La iniciativa presentada por el gobernador Ronaldo Caiado (Unión Brasil), que entrará en vigor el 1º de enero próximo, es copia de tributos similares que rigen en Mato Grosso y en Mato Grosso do Sul para afrontar obras de infraestructura tales como caminos rurales.
“En Paraná había un proyecto similar en la Asamblea Legislativa, pero debido al fuerte descontento del sector rural, el gobierno local retiró la propuesta y no debería presentarla de nuevo”, dijo Brandalizze.
Antes de la aprobación del nuevo tributo, la Asociación Brasileña de Productores de Soja (Aprosoja) cuestionó la iniciativa del gobernador de Goiás porque, según auguraron, “va a retirar parte de la capacidad de inversión de los productores rurales en un escenario en el que ya se están revisando planes por la coyuntura política nacional, como, por ejemplo, muchas cancelaciones de pedidos de máquinas y otras asignaciones de recursos”.
Además, en un comunicado difundido por Aprosoja, la entidad dijo que de confirmarse el nuevo impuesto “Brasil comenzará a seguir los pasos de los gobiernos argentinos, que durante décadas gravaron la producción local a través de retenciones, una política populista de gravar las exportaciones que resultó en la asfixia de la capacidad de inversión, trayendo aún más pobreza para el país vecino”.
En esa línea, consultado sobre si frente a la asunción de Lula el temor del sector rural es ver replicada en Brasil una política hacia el sector rural similar a la vigente en la Argentina, Brandalizze señaló: “Sí, está ese temor entre los productores y el de ver nuevos impuestos. Ya hay impuestos sobre todos los productos utilizados por los agricultores, desde maquinarias, fertilizantes, pesticidas, combustibles, todo tiene un impuesto y uno nuevo haría inviable la producción para quienes están más lejos de los puertos. Los costos en Brasil son más altos que en la Argentina y no admiten nuevos tributos. No obstante, el nuevo gobierno tendrá dificultades para crear nuevos impuestos porque en el Poder Legislativo habrá una mayoría contraria a Lula. Por lo tanto, no deberían pasar estas iniciativas”.
Demoras que no preocupan
En el plano productivo, al 17 del actual AgRural relevó el avance de la siembra de soja sobre el 80% de un área prevista en 43,2 millones de hectáreas (sube un 4%), frente al 86% de igual momento de 2021 y al 78% promedio de los últimos cinco años. “El progreso de las labores está dentro de un rango normal y, de momento, esperamos un volumen de 150,50 millones de toneladas de soja según las líneas de tendencia que utilizamos, que recién serán reemplazadas por las condiciones de los cultivos en cada Estado a partir del mes próximo”, dijo Siqueira.
Cabe recordar que en su último informe mensual la Compañía Nacional de Abastecimiento (Conab), dependiente del Ministerio de Agricultura de Brasil, proyectó la producción de soja 2022/2023 en 153,54 millones de toneladas, en tanto que el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos estimó 152 millones de toneladas.
“Hubo lluvias excesivas en Paraná y en Santa Catarina (sur de Brasil) en octubre que atrasaron un poco la siembra. Ese exceso de humedad y las bajas temperaturas también demoraron el desarrollo de los cultivos. Algunas áreas que están comenzando a florecer ahora –con alrededor de dos semanas de retraso– tienen poca altura y esto podría limitar la productividad. Sin embargo lo antedicho sucede solo en algunas zonas de estos Estados, no es algo general. Ahora, en noviembre, lo más preocupante son los puntos secos en el medio oeste y en el sudeste, especialmente en el oeste de Mato Grosso, sudoeste de Goiás y en Minas Gerais. Si bien de momento no hay una amenaza real sobre la productividad, es necesario que llueva bien en los últimos días de noviembre y sobre todo en diciembre, cuando muchos cultivos, en particular en Mato Grosso, estarán llenando granos. En los demás Estados no hay contratiempos graves, pero en Rio Grande do Sul serían bienvenidas lluvias más regulares”, detalló la especialista.
A modo de síntesis, Siqueira indicó que desde el inicio de la siembra se vio un patrón de lluvias y de temperaturas diferente al que se tenía hace un año “y esto refuerza la expectativa de que pese a La Niña no habrá pérdidas en el sur del país o que, de haberlas, serán menos graves que las registradas en la campaña anterior”.
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