En la localidad bonaerense de Junín, donde llovió 311,9 milímetros menos que el promedio, los productores no solo están preocupados por una fuerte pérdida en los rindes del trigo, sino en la demora para la siembra de soja y de maíz
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JUNÍN, Buenos Aires.- Durante dos meses, el productor agropecuario Gustavo Frederking, de 46 años, evitó adentrarse en las 64 hectáreas de trigo que había sembrado a 30 km de esta ciudad para no tener que enfrentarse con la realidad. Sentado en su camioneta, esta tarde miraba el cultivo que sobre el borde del camino estaba en buen estado, pero en el fondo sabía que era un engaño: la sequía y las sucesivas heladas tardías lo deterioraron. “No quería ver lo que estaba pasando porque me dolía”, confesó. Hace un mes la situación no dio para más. “Los ingenieros agrónomos me dijeron que el trigo estaba destrozado y tuve que tomar la difícil decisión de hacer rollos y largar las vacas”, contó a este medio.
Frederking se quedó sin ningún lote de trigo para cosechar y tampoco pudo comenzar la campaña gruesa por falta de humedad en los perfiles del suelo y las bajas precipitaciones. En rigor, en esta localidad del noroeste bonaerense, que es una de las que LA NACION está visitando para conocer los efectos de la sequía y las heladas tardías, entre enero y octubre pasado llovió 505,6 milímetros, 311,9 mm menos del promedio histórico, según indicaron en el INTA. De acuerdo a un relevamiento de la Mesa Nacional de Monitoreo de Sequías, entre agricultura, forestación y ganadería en el país hay 163.612.154 hectáreas afectadas por la sequía; hay amplias áreas de la zona núcleo, la más productiva, con un fenómeno de sequía severa.
En este contexto, con un tercer año consecutivo con el fenómeno La Niña, que ocasiona precipitaciones por debajo de lo normal, los productores de Junín estiman caídas en la producción de entre un 70 y 80%. Aquí se sembraron unas 32.300 hectáreas, mientras que el año pasado fueron 37.200 hectáreas. Por la sequía, este año muchos “quemaron” los lotes de trigo [se aplicó glifosato para terminar el ciclo del cultivo a la espera de sembrar soja], los pastorearon, hicieron rollos o los van a cosechar, pero con estimaciones de rindes muy bajas. De 4500 a 5000 kilos por hectárea en un buen año, ahora estiman en el mejor de los casos un rendimiento de 1500 kilos.
“Los productores no solo pensamos en lo económico, sino en cuando plantamos la semilla esperando el momento de ver y acompañar todo el crecimiento; eso este año no pasó”, se lamentó. “Me impactó porque tenía la expectativa de que el trigo rinda por lo menos algo, pero esa esperanza se diluyó”, agregó el productor, que estudió abogacía, pero desde hace casi 20 años se dedica a la producción agropecuaria en un campo familiar.
Frederking ahora sufre las consecuencias y planea invertir menos en la campaña de granos gruesos [que corresponde a soja y maíz]. “Voy a aplicar mucho menos fertilizantes y tecnología”, explicó el productor, que tiene cargada una tolva para que, cuando llueva, poder salir a sembrar soja.
Si bien hoy llovió, fueron menos de 5 mm y el productor detalló que se necesitan al menos entre 30 y 40 mm para sembrar la oleaginosa. En tanto, para el caso del maíz pasó todo a una siembra para más adelante por la falta de precipitaciones. Entre los dos cultivos estima hacer 190 hectáreas. Tras tres años de La Niña, las napas están a más de tres metros de profundidad, lo que dificulta la situación para los cultivos.
"No quería ver lo que estaba pasando porque me dolía"
Gustavo Frederking
En este contexto, en Junín, de acuerdo a la Oficina de Riesgo Agropecuario (ORA) de la Secretaría de Agricultura, en la siembra de maíz hay un avance de solo el 3%. En tanto, según indicaron en el INTA local, en maíz y soja hoy está entre un 5 y 10% sembrado en relación con el año pasado, cuando se hicieron 38.350 hectáreas del cereal y 108.000 hectáreas de la oleaginosa.
Lo que a Frederking le quita también el sueño son sus animales. Tiene 150 vacas y teme quedarse sin qué darles de comer. “Si este escenario persiste, la situación ganadera va a ser mucho peor que la agrícola porque el ciclo es más largo y estamos en pleno servicio [para la reproducción]; las vacas están muy flacas”, alertó.
En un campo cercano, el productor agropecuario Cristian Franco, de 37, “quemó” con glifosato 220 hectáreas de trigo. Es la mitad de lo que este año había sembrado. Desde hace 20 años que se dedica al sector, trabaja junto a su padre, Carlos. Ambos solo recuerdan haber hecho algo similar con el cereal en 2008. “El trigo que quemamos ese año es igual a lo mejor que en esta campaña se dejó para cosechar”, relató.
En una recorrida, Franco señaló su rodilla y explicó que en esta época el lote en el que se encontraba todos los años suele haber un maíz que llega a esa altura. Sin embargo, ahora la situación es completamente diferente. Solo sembró un 10% de las 450 hectáreas de maíz que tenía la intención de hacer y un 20% de las 500 de soja.
“Es demasiado frustrante porque hice todo lo que tenía a mi alcance para que la campaña salga bien, pensamos cada detalle, pero contra el clima no se puede hacer nada”, expresó. Franco produce 1400 hectáreas, hace trigo, maíz y soja. También tiene 800 animales en un feedlot y 250 madres cerdas.
Lo que viene
“En un año normal acá no hay nada”, detalló Matías Lamarre, de 48, ingeniero agrónomo y gerente de Agro-Leben Junín, una empresa que distribuye insumos agropecuarios mientras abre la puerta de uno de los galpones que está lleno de bolsas de maíz que ya fueron compradas por los productores, pero aún no las retiraron porque no pueden sembrar.
Señalo que el impacto más fuerte en esta campaña se dio en el trigo porque no hubo necesidad de ningún otro manejo tras la implantación.
“Al no haber humedad no hubo nacimiento de malezas, ni plagas. En general todos los insumos que se utilizan para proteger al cultivo son más usados cuando el cultivo está bueno”, indicó. Alertó que se va a tener que “refinanciar deuda”. Sostuvo: “Los negocios pactados para pagar con grano de trigo en diciembre, como no va a estar la producción, no se va a poder cumplir y se va a tener que refinanciar. Lo mismo con los de maíz pactados para mayo, que irán para julio”, explicó.
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