En la zona de Margarita Belén, Chaco, muchos productores sufrieron un derrumbe de la producción en medio de diversos problemas climáticos
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Una verdadera catástrofe productiva como nunca pasó en la región. Así resumió Daniel Codutti, un apicultor del pueblo chaqueño de Margarita Belén, lo que ocurrió en toda la provincia con la actividad que hace cerca de 30 años lleva adelante.
Como productor de miel orgánica y técnico apícola no puede entender cómo el rendimiento de sus colmenas se desplomó, y de producir unos 30 kilos promedio este año solo cosechó un kilo por colmena. Esta situación se repitió en cada una de las regiones chaqueñas: en el norte y oeste sufrieron la sequía y un calor extremo, pero en el este, donde está Codutti, que poseen dos curvas de floración, en la primera (octubre, noviembre) tuvieron lluvias continuas que lavaron el néctar de las flores. Después, en la segunda floración de diciembre y enero hubo una gran escasez de precipitaciones y temperaturas sofocantes. La fuente de la producción en la zona es el quebracho colorado del monte nativo.
“Cada siete días llovía un chaparrón de 50 milímetros y lavaba el néctar de las flores. Y después tuvimos una feroz sequía y calor extremo. O sea, un combo desastroso. Como conclusión, este año nuestra cosecha fue malísima y no sacamos ni un kilo de miel por colmena, cuando en la campaña anterior, que fue buena, obtuvimos de promedio de 28 o 30 kilos de miel por colmena”, dijo a LA NACION.
En la provincia hay aproximadamente 900 productores con 90.000 colmenas, de las cuales hay 11.000 orgánicas en producción. El año pasado, la cooperativa que hay en el pueblo, de 15.000 habitantes, recibió de los 70 apicultores, con sus 3000 colmenas, un total de 220 tambores de 300 kilos cada uno de miel convencional y orgánica, pero este 2024 fueron solo cuatro tambores: “Un desastre productivo total. En el resto de la provincia hubo lugares donde sacaron entre cinco y 10 kilos que tampoco es una buena cosecha”.
Según comentó, estos valores no alcanzan ni para cubrir los costos, sobre todo con los incrementos que tuvieron los insumos como ser cera, combustible, personal, tambores. En la actualidad, cada tambor tiene un valor de $630.000 y, sin querer hacer la cuenta para no amargarse, perdió más de $36 millones.
“No recibí ese ingreso que esperaba que no era ganancia sino que necesito ocho o nueve kilos de miel orgánica por colmena para cubrir mis costos. En tanto que un productor de miel convencional tiene que pensar en 16 kilos de miel por colmena para salir hecho, para cubrir los costos. Desde que empecé en la apicultura, hubo épocas regulares y malas que sacamos cinco, siete y 12 kilos, pero nunca tuvimos un rinde como este año: ibas a la colmena y no encontrabas un kilo de miel”, describió.
Codutti arrancó en 1995 con cinco colmenas, sin saber casi nada y luego fue aprendiendo del oficio. “Trabajaba en otra cosa y empecé esto primero como por una cuestión laboral, era el lugar donde me desahogaba y me desenchufaba de todos los problemas. Pero luego me profesionalicé. Hoy tengo 685 colmenas de producción que el año pasado saqué 58 tambores y este año saqué un tambor y medio”, describió.
“Está complicado seguir porque hay que seguir manteniendo nuestro capital, lo más valioso que son las abejas: hay que cuidarlas sanitariamente y alimentarlas. Este año perdimos plata y estamos tratando de rascar la olla, buscando alternativas para seguir y mantener las colmenas”, agregó.
En este marco, hace 45 días que viene lloviendo y la gente no puede entrar a los campos donde están los apiarios. Ya llevan más de 500 milímetros y los caminos cortados y los puentes con exceso de agua no les permiten acceder a los lugares.
“Estamos esperando que la semana que viene mejoren las condiciones. Aparentemente viene días frescos y de sol. Ahí vamos a revisar las colmenas y ver qué nos encontramos. Las colmenas estaban bien curadas contra la varroa, un ácaro que afecta la producción pero el tema es la alimentación, donde seguramente va a haber pérdidas de colmenas. Hoy, la problemática en el Chaco es que el productor no cosechó miel, no tiene ingreso y además tiene que mantener las colmenas, alimentando y hacer el tratamiento sanitario para que pase la invernada para que la próxima primavera se pueda producir”, explicó.
Precio internacional
Para sumar más inconvenientes, el precio internacional que tiene el producto de un año a otro pasó de US$3,2 a US$2,2 por kilo. Por año, la Argentina produce unas 85.000 toneladas y exporta alrededor de 75.000 toneladas, de las cuales el 65% va a los Estados Unidos.
Para Lucas Martínez, presidente de la Sociedad Argentina de Apicultores (SADA), en los últimos años el valor global viene bajando y al tener poca producción repercute en la rentabilidad de la colmena. “Nosotros somos exportadores natos, a granel. El problema es, por un lado, los países que nos compran y ellos le agregan valor, fraccionándola, por ejemplo Alemania; sumado a la comercialización de las mieles adulteradas de China e India que tiran abajo el precio. Muchos países están eligiendo esas mieles falsas que son las que ponen el piso a nuestra producción”, detalló.
Por último, Codutti señaló: “La miel argentina es considerada como una miel de calidad. Siempre el productor mira para adelante para seguir avanzando y conserva la esperanza de que todo va ser mejor al año siguiente, pero hoy está muy complicado”.
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