Hay una carrera en distintos rubros por incorporar tecnologías que garanticen más precisión, mayor productividad y cuidado del ambiente
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En algunos habitantes de ciudades hay una percepción equivocada del nivel de actividad en el campo. Entienden que la rural es una vida tranquila, con pocos cambios a través de las generaciones y con sistemas productivos estabilizados en el tiempo.
Nada más lejos de la realidad. Día a día, la ciencia genera nuevos desafíos tecnológicos para los agricultores, lo que les permite actualizarse constantemente y ser competitivos a nivel global, como lo muestran los crecientes volúmenes de granos producidos y el abastecimiento al consumo interno y a la exportación. El proceso de incorporación de tecnologías está en plena marcha y promete nuevos capítulos hacia el futuro. El especialista Gabriel Tinghitella, líder de Innovación de CREA, presenta algunas de ellas en esta nota.
“Actualmente se están desarrollando tecnologías que, a partir de imágenes capturadas por cámaras de video, permiten identificar en detalle plantas de malezas. Estas soluciones van a permitir realizar el control selectivo en los cultivos ya implantados y no solo antes como hasta ahora. Otros desarrollos permitirán identificar la especie de maleza detectada y seleccionar el herbicida especifico que mejor funciona para controlarla en tiempo real; incluso, ya se trabaja con mecanismos de control alternativos a los herbicidas, como la electricidad”, dijo el consultor.
Sembradoras autónomas, flotas de pulverizadoras livianas que pueden volver rápidamente al trabajo luego de una lluvia y drones que capturan imágenes de los lotes para evaluar la calidad de siembra, son otros ejemplos citados por Tinghitella como tecnologías que están llegando para revolucionar la agricultura.
Malezas
Durante los últimos años, se difundieron considerablemente los sistemas para realizar aplicaciones selectivas de herbicidas, en vez de hacer tratamientos en todo el lote, mediante sensores que las identifican y ordenan la aplicación únicamente en el sitio donde se encuentra la planta por controlar. Son los equipos Weed-it y Weedseeker, de los cuales ya se cuentan varios cientos trabajando en la Argentina, principalmente en el norte del territorio.
La novedad es que ya aparece una segunda generación de estos equipos, que permiten realizar distintos tipos de tratamientos: a) en modo selectivo permite identificar las malezas y controlarlas de forma sitio selectiva, como en la primera generación de equipos; b) en modo dual permite realizar aplicaciones a bajas tasas en cobertura total y a tasas mayores de forma selectiva y c) en modo cobertura total, igual que con una pulverizadora convencional, con la posibilidad de variar la tasa de aplicación mediante la modulación del ancho de pulso que ofrece el sistema. “La tecnología se torna más versátil; se puede usar de otras formas”, destacó Tinghitella.
También se están desarrollando otras tecnologías que permitirían realizar el control de malezas en cultivos establecidos. El desarrollo de la firma Deepagro, por ejemplo, en lugar de sensores como los de los Weed-it/Weedseeker, emplea cámaras de video. Un algoritmo procesa las imágenes capturadas por el video en tiempo real y diferencia las plantas de malezas de las del cultivo y luego ordena la aplicación selectiva del herbicida. Actualmente, estos equipos se están desarrollando y probando en la Argentina sobre cultivos de soja.
En Alemania, la firma Bosch desarrolla un sistema similar con una promesa más ambiciosa: identificar la especie de cada planta de maleza presente en el lote y tratarla con el herbicida más adecuado, también en tiempo real. Hacia fines de 2019 la base de datos sobre la que se había desarrollado el algoritmo de clasificación reunía más de 16.000 millones de imágenes de malezas.
Adicionalmente, ya se están probando nuevos mecanismos de control de malezas. Por ejemplo, la firma Agro-thrive utiliza electricidad. La máquina es un generador eléctrico que tiene un aplicador, que es el polo positivo, y un disco que es el polo negativo, que están en contacto con el suelo. La electricidad circula por el suelo y por la maleza desde el polo positivo al negativo.
El sistema utiliza a la maleza para cerrar un circuito eléctrico. La planta conduce la energía, pero al ser un conductor imperfecto, disipa energía y eso la quema. “Es un proceso físico; no tiene resistencias”, explicó Tinghitella.
Los robots
Todas estas tecnologías empiezan a montarse sobre robots autónomos. La firma suiza Ecorobotix es uno de muchos ejemplos que empiezan a surgir en distintos lugares del mundo. Particularmente, este desarrollo está equipado con tecnología que permite realizar la aplicación selectiva de herbicidas, similares a las descriptas.
“Ya hay muchas empresas que están desarrollando robótica para implementar en cultivos agrícolas extensivos, y si bien no se espera una adopción masiva de un día para el otro, quizá, dentro de algunos años, la postal de un robot trabajando en el campo no va a ser una rareza”, proyectó el experto.
Ya hay equipos autónomos desarrollados para casi cualquier actividad agrícola que se imagine. Y existen desarrollos que proponen soluciones muy distintas para la misma actividad. En el capítulo siembra, por ejemplo, se observan desarrollos basados en sembradoras convencionales autónomas hasta flotas de pequeñas unidades que trabajan de forma coordinada.
El concepto de máquinas autónomas trabajando en flota también se observa en las pulverizadoras. Swarmfarm, una firma australiana, propone pequeños pulverizadores robot que trabajan de forma conjunta y coordinada. Una de sus características distintivas es que las unidades, más chicas, son más livianas y eso genera múltiples beneficios. Solo por citar un par de ejemplos, se reduce la compactación de los suelos y el periodo de tiempo para volver al trabajo luego de una lluvia. “Las máquinas más livianas pueden trabajar con menos capacidad portante en los suelos”, diferenció Tinghitella.
Sin embargo, la máxima expresión del potencial de la robótica aplicada a los sistemas de producción de cultivos extensivos se observa en instituciones como la universidad Harper Adams, en el Reino Unido. Allí se ejecuta el proyecto Hands Free Hectare: una chacra “manos libres” de 35 hectáreas donde se trabaja para realizar cultivos agrícolas sin intervención humana.
Siembra más precisa
Por otro lado, de la mano de los drones llegan algunas funcionalidades novedosas e interesantes. Por ejemplo, el procedimiento convencional que se realiza para controlar la calidad de la siembra demanda que una persona mida la distancia entre plantas emergidas en cada surco con una cinta métrica, un trabajo bastante engorroso. Este trabajo se simplifica con el vuelo de un dron, que toma fotos del lote con el cultivo emergido a intervalos regulares.
Luego, un algoritmo procesa las imágenes, cuenta las plantas y la distancia entre ellas, y genera un informe con una serie de parámetros de utilidad para caracterizar la calidad de la labor. Este tipo de soluciones facilita tareas y genera registros que, en ciertos casos, hasta resultan de utilidad para evaluar y bonificar labores de forma objetiva y auditable. Es un desarrollo de Vistaguay.
Fertilización variable con herramientas simples
Durante los últimos años aparecieron nuevas soluciones que simplifican mucho el proceso de elaboración de prescripciones para realizar fertilizaciones variables. Un ejemplo es la plataforma Atfarm, de Yara, que permite la elaboración de prescripciones a partir de imágenes satelitales. Los lotes pueden ambientarse a partir del índice de vegetación NDVI o del algoritmo N-Sensor (un desarrollo propiedad de Yara), que permite identificar diferencias en la biomasa de los cultivos y en la captura de nitrógeno, incluso en estadios avanzados de los cultivos.
El productor puede optar por distintas estrategias de fertilización y las prescripciones de aplicación variable se pueden editar por zona o por pixel y se pueden exportar en distintos formatos para asegurar la compatibilidad con distintos tipos de máquinas.
Riego al milímetro
Los equipos de riego siguen incorporando tecnología. La firma Autonomous Pivot propone distintos tipos de tecnologías para optimizar el funcionamiento de los pivotes de riego y mejorar su aprovechamiento. Actualmente, mediante un radar de penetración terrestre, permite tomar lecturas del contenido de agua del perfil del suelo por ciclo del pivote sin tener que muestrearlo.
Esta tecnología habilita la posibilidad de ajustar la lámina de riego en función del contenido de agua de los perfiles en tiempo real. Próximamente, otras tecnologías permitirán estimar el nivel de nitrógeno del canopeo de los cultivos y un sistema de captura de imágenes, mediante una cámara dual, posibilitará sensar la presencia de plagas y enfermedades.
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