Con Güemes y con Artigas, los gauchos demostraron su capacidad de heroísmo
En rigor, la gran cuestión acerca de los gauchos -o la única -es la de saber en qué momento ocurrió que mencionarlos así dejara de ser despectivo.
Y saber también cómo fue que pasaron a ser innatos representantes del espíritu de la tierra y símbolos de patriotismo.
Al respecto, es obligado recordar a quienes con Güemes mucho hicieron por cambiar el desconcepto primero.
No menos, la importancia enorme del aporte uruguayo en cuanto a fijar al gaucho en su imagen actual.
Sentido patriota
Parece que del otro lado del charco, de muy antiguo, el vocablo tuvo el sentido de patriota.
Ello es comprensible: en las guerras de entonces, Montevideo se hallaba por lo común en poder del enemigo y era los pobladores del campo los que acudían a luchar contra él.
Artigas era un jefe de gauchos y es al frente de montoneras que combatió a los españoles, a los portugueses y también a los porteños: asimilar, pues, gaucho a soldado oriental llegó a ser natural.
Testimonios
Don Luis Alberto de Herrera cita un testimonio del diplomático inglés Fraser, agente ante Lavalleja en los preliminares de la paz con Brasil, curioso por lo preciso.
"Los gauchos -dice- o tropas de la Banda Oriental son una multitud indisciplinada, feroces al extremo, en hábitos y en apariencia parecidos a los gitanos de Europa. Son despreciados por las tropas más regulares de Buenos Aires, que, a la recíproca, son miradas por los gauchos con celos y odio."
Menos claro es John Ponsomby, jefe de la misión inglesa: "No tienen más ropa que un calzón de hilo y una camisa de lana, y sólo algunos están provistos de poncho, su única protección contra el frío" y cualquiera diría que no está hablando de soldados, aunque a poco hallamos que en el ejército republicano "la carne abunda, suministrada por las correrías de los gauchos".
Aunque resistida por las clases cultas, veinte años después la equiparación entre gaucho y patriota llena todo el espacio emotivo del litoral.
Omnipresente
A la vez, la noción de patria se ha vuelto omnipresente y define al país en que se vive, por oposición al país viejo y su rey fantasmagórico, del que no había quedado más rastro que la denominación de "camino real", que a veces todavía se encuentra.
El paisano mismo es "la patria" y es así como responde al sacramental "¿quién vive?", y un grupo de paisanos qué podría hacer sino no es una "patriada", palabra clave de aquel tiempo, que designó primero a un ataque o acción armada en favor de la patria, es decir contra un gobernante usurpador, detalle jurídico no siempre fácil de determinar con lo que patriada vino a entenderse como revolución, levantamiento o motín, o bien, en su versión pacifista, hecho notable, empresa o tarea difícil, peligrosa o llena de fatigas.
Múltiples aplicaciones
La patria estaba en todo, confundida a menudo con el gobierno. Así "pitar tabaco patria" quería decir fumar el vendido por el fisco. Y el caballo patria era el sin dueño, perteneciente al gobierno y conocido porque se le mochaba la oreja -de ahí, también "orejano"-, como se había hecho antes con el "reyuno", pero en nombre de Su Majestad.
Por lo común se trataba de un animal trajinado en demasía -en especial el llamado "patrio de posta", empleado en el relevo de viajeros-, con mataduras y enfermo y, por lógica extensión, un patrio era el caballo arruinado por viejo o por débil.
No obstante, en general el adjetivo patria vino a significar bueno, abundante, grande, hermoso, considerable.
Así teníamos un asunto patria, un negocio patria o un embrollo patria, y por qué no también una china patria.
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