Crecer, fraccionar y, tal vez, exportar. El sueño de los productores apícolas de General Lavalle parece hacerse realidad con la llegada de la habilitación y autorización del Senasa a la primera sala de extracción de miel.
Antonio Klimiuk, "Polaco", tiene 72 años y hace 30 que vive en esa localidad bonaerense, a 289 kilómetros de la Capital Federal. Nació en 1946 en Campo Grande, Misiones, donde aprendió a cultivar té y yerba. Pero a los 18 años agarró su "valijita", como la describe él, y partió con dos primos rumbo a Caseros, Buenos Aires.
Allí se dedicó a trabajar en una carpintería donde aprendió el oficio. "De chico amaba las abejas, hasta el día de hoy. Trabajé de carpintero, pero siempre me dediqué a la apicultura como un hobby", afirma Klimiuk a LA NACION.
Hace 15 años, un accidente en la carpintería marcó su destino y se dedicó de lleno a las abejas. Fue así que Don Antonio, como también es conocido en la zona de Pavón y General Lavalle, y su esposa María Cristina Galván, se dedicaron a la actividad. Mientras que Klimiuk trabaja con su hijo Esteban con unas 1000 colmenas, su mujer, de 66 años, produce con su nieto Braian Butte unas 350.
A principios de enero de 2016 Klimiuk comenzó lo que tanto ansiaba: lograr la habilitación y registro del Senasa. Con la ayuda del equipo del intendente José Rodríguez Ponte, inició las gestiones ante el Ministerio de Agroindustria de la provincia de Buenos Aires.
Según describe, el año pasado fue muy duro, porque la zona de General Lavalle fue seriamente afectada por las lluvias: cabezas de ganado perdidas, caminos cortados y campos anegados. Para septiembre de 2017, según fuentes de la Municipalidad, entre el 80 y el 85% de la zona rural estaba afectada por las inundaciones.
"Caminábamos en el agua para alimentar las colmenas y hacer las tareas de sanidad y mantenimiento. Estábamos encima todo el tiempo, las cuidamos y logramos salvarlas. Otros productores no les podían dar alimento; las abejas se ahogaban o el agua se llevaba las colmenas. Este año vino bastante bueno a pesar de que empezamos tarde con la producción", afirmó.
Meses después de iniciado el trámite ante el Senasa, Klimiuk recibió la visita del jefe de gabinete provincial de Agroindustria, Jorge Srodek, y del titular de la Unidad de Coordinación Apícola, Ariel Guardia López, quienes dieron el visto bueno y sugirieron algunas mejoras. Hace dos meses llegó el certificado que habilitó la sala de extracción de miel ubicada en la chacra Pavón, que el productor de 72 años exhibe orgulloso en un rincón.
Pese a que aún están recolectando, Klimiuk estima llegar a una producción de 50 tambores de 300 kilos. "Hay años buenos y malos, como en el campo. Lavalle es una zona ganadera y la miel es muy sana. Producimos de dos tipos: una más clara que es pura de pradera, de campos naturales, y otra más oscura con un sabor más fuerte, que es miel de montes, las dos extraídas de especies nativas de la zona", explicó.
Los compradores son principalmente acopiadores. Sin embargo, en la Municipalidad de General Lavalle explican que quieren llegar a exportar directamente, sin intermediarios. "Queremos lograr que nuestra miel obtenga el verdadero reconocimiento que se merece porque tiene amplias cualidades dentro de los estándares orgánicos", dijo Nicolás González Busai, director de Producción del municipio.
El funcionario explicó que la zona es considerada en un 95% reserva provincial e incluso cuenta con cuatro reservas privadas donde solo se realiza un manejo ganadero sustentable. Además, dijo que en el partido hay otros 14 apicultores con buenos rindes en su producción.
"Estamos tratando de generar la trazabilidad del producto con sello orgánico y también conversando con algunos compradores, incluso exportadores que están interesados. Todos los productores tienen la misma característica. Es su única actividad y quieren especializarse", afirmó. Agregó que están llevando adelante los trámites para habilitar dos salas más de extracción, una inclusive para fraccionar la venta de miel.
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