Se acerca el momento de la cosecha e históricamente es una época de mucho trabajo, contra reloj, contra el clima y la naturaleza para poder cosechar y guardar el fruto del trabajo de todo el año. Es un momento en el cual ya hicimos todo, casi todo, ya trabajamos e invertimos en el cuidado del cultivo de malezas, plagas y enfermedades y en alimentar/nutrir al mismo. Ahora nos tenemos que ocupar de no perder el partido en el alargue.
¿En qué no podemos fallar en el caso de la cebada?
Antes que nada, dijimos que se acerca la cosecha, no que ya llegó. Debemos seguir monitoreando, ya que las isocas desgranadoras (Faronta albilinea) y militar verdadera (Pseudaletia adultera) avanzan en esta época y pueden causar grandes pérdidas de rendimiento. Como umbrales de acción orientativos podemos hablar, con distancia entre surcos de 21 cm, de 2 isocas militares por metro lineal hasta madurez fisiológica, y de 0,2 desgranadoras hasta cosecha (tengamos en cuenta que esta puede cortarnos el raquis por debajo de la espiga provocando la caída y pérdida de espigas enteras).
Otro tema a ajustar previamente es el de los seguros de granizo, incendio y viento, ya que en esta época suelen darse tormentas que generan mucho daño en los cultivos entregados.
Atentos y a tiempo, haber acordado la disponibilidad de cosechadoras para el momento justo es clave. En general estimamos que deberíamos disponer de una cosechadora al menos cada trescientas hectáreas de cebada. En años anteriores hemos llegado a perder hasta 1.500 kg/ha por atrasarnos en el momento de cosecha y ver un aumento de vuelco y/o quebrado en esos días cruciales.
Cuando llegue la cosechadora tenemos que llevarla a algún lugar predefinido para realizar la limpieza de la misma y evitar que ingresen especies o bióticos de malezas que no estaban previamente en el lote.
Bien, al fin estamos con la cosechadora en el lote, metele que el ingeniero dice que se me puede quebrar, volcar, agarrar un granizo y venir el apocalipsis… NO!. Paremos la pelota, ahora tenemos que calibrar bien la trilla para preservar la calidad de la semilla cosechada y evitar descuentos. Debemos medir las pérdidas de cosecha, las cuales varían de lote a lote y según las condiciones del momento también, las pérdidas recomendadas por INTA son de máximo 100 kg/ha (270 granos medianos por metro cuadrado), los cuales a precios de hoy son 27 dólares/ha!. Tengamos en cuenta que en condiciones normales el INTA a medido un promedio de 150 kg/ha de pérdida (40 u$s/ha!). Una opción buena y barata si uno no puede estar disponible es contratar un profesional para que haga el seguimiento de cerca de la cosecha.
En el caso de la cebada y con situaciones de quiebre y/o volcado es fundamental sumar los puntones “levantamieses”, los cuales ayudan a levantar las plantas caídas. Hemos medido diferencias de 400 kg/ha si estábamos haciendo todo bien, pero sumábamos los puntones. En casos puntuales hemos llegado a ir a una velocidad de 3 km/h para lograr cosechar lo mejor posible y no perder 1.500 kg/ha.
Otro punto fundamental es el de tomar y guardar muestras periódicamente para poder analizar la calidad y conocer qué tenemos en el campo o qué estamos entregando.
El clima se pone caliente, debemos ocuparnos de reducir el riesgo de incendios durante la cosecha. Tomando medidas como limpiar dos o tres veces al día las zonas de mayor acumulación de granza, tener disponibles los matafuegos reglamentarios, evitar trabajar con más de 35 °C, menos de 30% de humedad relativa y viento norte fuerte (más de 35 km/h).
Otro aspecto a considerar son los daños colaterales de una mala cosecha. Como tener más cebada guacha en el cultivo de segunda que sigue (más costos). Problemas por mala distribución de cola de máquina, como fracasos en la siembra de soja de segunda, en algunos casos y con sembradoras livianas hemos tenido que sembrar a 52 cm entre surcos en lugar de los típicos 21 cm (y preferibles por la cobertura del suelo y la competencia con malezas). Inconvenientes en el cultivo del año siguiente, ya que las siembras son difíciles en las colas de máquina, las cuales además son refugio y favorecen la proliferación de plagas como babosas y bichos bolita. También se ve afectado el cultivo siguiente por estar más frío el suelo, sufrir más el daño por frío y tener menos nitrógeno disponible que en las partes que está bien distribuido.
Si pasamos todo esto, y estamos vivos para contarlo, llega el tiempo de festejar y organizar las tradicionales fiestas de fin de cosecha, donde se celebra el fin de un ciclo y el comienzo de otro, en este eterno retorno que es la producción agropecuaria, y la vida.
El autor es asesor de Agroestudio Viento Sur SRL
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