La producción de vacunos ha sufrido en los últimos años el recrudecimiento de una vieja ectoparasitosis como es la sarna. La intensificación de los sistemas, apoyada en el incremento de la carga animal en pastoreos y los encierres para engorde a corral, ha favorecido la transmisión del ácaro que produce la sarna común del bovino (Psoroptes bovis). Ese contexto, contribuye fuertemente al necesario contacto entre animales para que el ácaro se difunda rápidamente durante el otoño y el invierno.
La baja del consumo, las pérdidas de proteína por las lesiones dérmicas y las enfermedades asociadas, son responsables de mermas productivas que pueden llegar a 40-50 kilos en feedlot o 10-20 kilos en pastoreo en 4-8 semanas de curso clínico de la parasitosis. Esto ha motivando consultas permanentes de veterinarios y ganaderos, quienes describen la gravedad de los cuadros clínicos y, especialmente, la "falla en los tratamientos con productos inyectables".
El pequeño ácaro -menor a un milímetro- vive siempre en la piel del vacuno ("parasitosis obligada"), presumiendo ser un blanco muy accesible para a los antisárnicos y así, de fácil erradicación. Sin embargo, la piel también asegura temperatura y alimentación adecuadas para que la infestación progrese rápidamente.
El ciclo de vida lo completa entre diez y doce días, por lo que, en ocho semanas de curso clínico se producen entre cinco y seis generaciones sucesivas del parásito; esto se traduce en lesiones masivas de la piel del dorso, flancos y pecho de los animales. Los ácaros en pelos y costras a la intemperie -rascaderos, alambrados- pueden se infestantes hasta unas dos semanas, aunque el contagio entre animales es por lejos, la vía más importante.
Los antisárnicos disponibles en el mercado deben superar una rigurosa prueba (100% de eficacia) auditada por Senasa. Tradicionalmente, se han utilizado formulaciones y principios activos para baños de inmersión o aspersión. Pero, la falta de bañaderos y de equipos de aspersión apropiados, han condicionado seriamente su aplicación en la práctica.
Por esto y también por la alta eficacia y practicidad, los ganaderos se han volcado masivamente a los endectocidas inyectables, derivados de las avermectinas y/o milbemicina. Estos compuestos registrados por Senasa deben eliminar la sarna de los animales. Entonces, ¿por qué hay tanta dificultad para curar la sarna? Veamos los factores.
Diagnóstico incorrecto: confundir sarna con piojera, a pesar de que la primera produce lesiones "húmedas", costrosas y con mayor compromiso de la piel que los piojos, y éstos se caracterizan por depilaciones secas y pérdida de pelo por rascado. La utilización de inyectables no alcanza eficientemente a los piojos masticadores -los más comunes-.
Desparasitar la tropa completa: solo un animal que quede sin dosificar asegura el fracaso del tratamiento, convirtiéndose en fuente de infección del resto con reaparición de casos clínicos a las pocas semanas pos tratamiento.
Aplicar productos registrados: en su marbete debe estar expresamente indicado para sarna psoróptica (Psoroptes bovis) en bovinos, confirmativo que superó la prueba oficial de eficacia (100%).
Ajuste incorrecto de la dosis: la subdosificación que atenta directamente contra la eficacia del producto. Un solo tratamiento debe curar a los animales.
La aplicación incorrecta: debido a Inyección perpendicular al animal (vía intramuscular) en lugar de generar un pliegue en la piel con la otra mano para asegurar la vía subcutánea.Pérdida de producto: como consecuencia de la aplicación de la inyección en el tejido incorrecto (muscular) que no alcanza a contener el volumen dosificado y derrama por piel.
Tratamiento: No mezclar tropas hasta dos semanas posteriores a la aplicación de los productos al uno por ciento (y cuatro semanas para los de alta concentración), debido a que la eficacia absoluta (100%) se alcanza poco antes de los 14 días pos tratamiento para los primeros y entre 21 y 28 días para los de alta concentración.
La sarna de los bovinos se puede prevenir y hasta erradicar en los establecimientos ganaderos si se implementa un programa basado en antisárnicos inyectables -lactonas macrocíclicas- y el manejo apropiado de los animales tratados. Hay que tener en cuenta que:
- La sarna no se trasmite entre ovinos y vacunos.
- Que las piojeras también provocan prurito y rascado, y no son completamente alcanzadas por los inyectables.
- El ingreso de animales ajenos al sistema, los que deberían desparasitarse y estar aislados dos semanas antes de incorporarlos al rodeo.
- La integridad de los alambrados linderos del campo.
Para minimizar los riesgos de fracaso en los tratamientos, es imprescindible utilizar productos de reconocida calidad, aprobados contra sarna psoróptica, con especial atención en su correcta aplicación.
Los autores son consultores de de Fiel & Steffan
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