La producción extensiva de cultivos de cereales y oleaginosas en la Argentina requiere aportes muy necesarios en el ambiente donde se producen para alcanzar los máximos niveles de rendimiento. Los cultivos de servicio o de cobertura permiten incorporar múltiples beneficios al sistema cuando son implantados en períodos en los que no hay cultivos de renta en los lotes.
Además de mantener el lote cubierto en ese momento con especies de gramíneas y/o leguminosas, mejoran la porosidad real del suelo, evitan o disminuyen la erosión hídrica o eólica, incrementan la biodiversidad en el sistema, favorecen el control de malezas y plagas, y mejoran significativamente los aportes de nutrientes como nitrógeno, fósforo y carbono, entre otros.
Varias especies de gramíneas como avena, trigo, cebada y centeno son utilizadas para la implantación de estos cultivos, también llamados "puentes verdes". Asimismo, las leguminosas (solas o consociadas con gramíneas) logran muy buena exploración radicular y aérea del ambiente donde son introducidas.
Esta estrategia busca aportar la mayor cantidad de materia seca posible para que en el cultivo subsiguiente estos beneficios se vean traducidos en mayor rendimiento y mejora del ambiente en sí.
En los casos en que hace falta incorporar nitrógeno, lo más recomendable es la utilización de leguminosas como vicia villosa o sativa, especialmente si está bien inoculada. Aunque especies como el trébol, el lotus y la alfalfa también aportan este nutriente, cobran mayor preponderancia en pasturas mono o polifíticas destinadas al consumo animal que equilibran las dietas con otras especies implantadas.
La fijación biológica de nitrógeno es el mecanismo por el cual las leguminosas como vicia transforman el nitrógeno atmosférico en una forma asimilable para las plantas. Es llevado a cabo en conjunto con bacterias específicas que viven en simbiosis con estas especies; en esta asociación, bacterias y plantas se ven favorecidas mutuamente.
La producción aérea y radicular de leguminosas se correlaciona directa y firmemente con la fijación biológica. Por esta razón, para producir la mayor cantidad de materia seca posible, es necesario aportar las bacterias a través de un inoculante de calidad formulado con bacterias Rhizobium leguminosarum biovar viceae, que son las específicas y adecuadas para inocular las semillas de vicia.
Diversos ensayos e investigaciones sostienen que la diferencia entre inocular o no la vicia puede ser el éxito o fracaso del cultivo. Inocular significa un aporte mayor a 3000 kg/ha de materia seca versus no hacerlo, lo que representa el aporte mínimo de materia seca necesaria para el mejoramiento del ambiente productivo.
Un estudio realizado por Aapresid en la Regional Los Surgentes-Inriville, Córdoba, demuestra que la inoculación en vicia como cultivo de servicio mejora el rendimiento en maíz tardío por el aporte de nitrógeno a través de la fijación biológica.
Estos resultados a campo demostraron que los rendimientos de maíz sobre cualquiera de los antecesores con vicia fueron superiores respecto al testigo con barbecho químico sin cultivo de servicio, lo cual significó aplicar menores dosis de fertilizantes nitrogenados al cultivo subsiguiente y obtener mayores rendimientos.
El autor es Jefe de Productos microbiológicos especiales de Rizobacter
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