Rizobacter presenta esta campaña un pack 100% biológico que combina su eficaz inoculante con Rizoderma, el curasemilla basado en un hongo para control de enfermedades.
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Que en el futuro la agricultura estará basada en la utilización de productos e insumos biológicos es una tendencia que pocos se animan a discutir. Ahora, cómo se lleva adelante ese proceso de reconversión es un camino más lento y, muchas veces, sinuoso. Sin embargo, empresas como Rizobacter, que hace 45 años viene investigando y desarrollando soluciones “naturales” para optimizar el rendimiento de los cultivos, contribuyen a que esta transformación se acelere.
“Este año estamos cerrando unas 700 mil hectáreas de tecnología biológica en la Argentina, que reemplaza a la tecnología de síntesis química. Es por eso que vemos el cambio mucho más cerca”, cuenta Gabriel Mina, Responsable Global de Tratamiento de Semilla de Rizobacter. “La gran ventaja que tiene Rizobacter son los 45 años que llevamos siendo líderes en investigación y desarrollo con esta visión. Para nosotros, los productos biológicos son lo natural, no tenemos que hacer ninguna transición”, agrega.
En su planta de Pergamino, Rizobacter viene investigando y desarrollando tecnologías microbiológicas en general y orientadas al control de enfermedades fúngicas en trigo y en soja en particular. Este año, la gran novedad que la empresa presenta al mercado es la conjunción de dos de sus productos en un pack 100% biológico para el tratamiento de semillas.
Por un lado, se compone de su inoculante, basado en bacterias fijadoras de nitrógeno y ampliamente reconocido por potenciar los cultivos. De hecho, más del 23% de la soja en el mundo se trata hoy con los inoculantes de Rizobacter.
Por otra parte, a ese inoculante se le suma el curasemilla Rizoderma, que tiene una cepa del hongo Trichoderma harzianum y gran capacidad para controlar patógenos de semilla y hongos de suelo, sumado a que fortalece las plántulas durante el período de germinación y emergencia con un plus de promoción de crecimiento.
Rizoderma es un hongo que fue aislado por el INTA y se constituyó en el primer curasemilla de su tipo registrado en el país. “Una vez seleccionado por el INTA, Rizobacter escaló esta tecnología para poder comercializarla masivamente”, especifica Gabriel Mina. De esta manera, al ya eficiente proceso de inoculación que garantizaba el producto “madre” de Rizobacter se le añade un fungicida biológico, por lo que no hace falta sumar un tratamiento químico al momento de tratar la semilla.
“Hay dos maneras de usar nuestras tecnologías. O la aplica el productor directamente en el campo o se hace un tratamiento industrial, luego del cual la semilla sale lista para ser sembrada. En Argentina, aproximadamente el 11% de la semilla de soja que se siembra se hace vía tratamiento industrial, pero el 89% todavía no”, precisa el experto de Rizobacter.
Alianza para un futuro más sustentable
La otra gran novedad que presenta Rizobacter este año es la fusión con Marrone BIO, una empresa líder en el desarrollo de biofungicidas, bionematicidas y bioherbicidas, entre otros. A través de esta operación, se potenciarán las inversiones en I+D en Brasil y Argentina y llegarán nuevos productos biológicos al mercado local para avanzar con la sustitución de los agroquímicos.
“Marrone BIO es la principal proveedora de tecnologías biológicas, por lo cual viene a fortalecer y a hacer de Rizobacter la empresa global más importante en este tipo de soluciones para el agro. Es un gran orgullo para una empresa de origen nacional”, señala Gabriel Mina. Diez años después de haber lanzado el primer biofungicida en el país, Rizobacter trabaja ahora para incrementar su portfolio y ser el principal proveedor de todo tipo de soluciones biológicas.
Una agricultura más amigable con el ambiente pero que a su vez ofrezca rendimientos superiores es el gran desafío que ha decidido afrontar la empresa. Y es, a la vez, una demanda creciente de los productores y la sociedad. “Obviamente que aún hay gente que se resiste a este nuevo paradigma, pero las generaciones van cambiando y la sociedad lo está demandando. Prueba de ello es que estamos teniendo un crecimiento exponencial por estas tecnologías biológicas, a tasas de un 300%. Bajar la carga general del sistema químico y que cada problemática tenga su solución biológica es el objetivo de Rizobacter”, concluye Gabriel Mina.
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