En el año 81 siendo yo un adolescente, estaba recorriendo el campo con mi padre, hermanos y tíos. En eso llegamos a un molino aislado y en el acto los caballos pararon las orejas. Al rato vimos salir de atrás del tanque australiano a un hombrecillo anciano de tez muy arrugada y bronceada por el sol, vestido íntegramente de negro con chambergo de igual color.
Tenía un atado de ropa y enseres (olla, pava, cubiertos, el mate con su bombilla y un plato enlozado) colgado de un palo del hombro, que después supe se le dice “mono”. Sacándose el sombrero saludó muy gentilmente y pidió permiso para sacar agua, hablamos un rato y cuando contestó que no necesitaba nada más, reanudo su camino. Era uno de los últimos linyeras (vagabundos caminantes de trabajo ocasional) que se vieron en la zona y el primero que veía yo??
También circulaba por esos años el loco de la bicicleta, personaje similar que recorría la ruta provincial 31 de la provincia de Buenos Aires, entre la ruta nacional 7 y la 8 (más de cien kilómetros) empujando una bicicleta desvencijada cargada de su mono, de ida y de vuelta, todo el tiempo, sin parar.
En la campaña de antaño existieron los linyeras y vagabundos como estos que he descripto. Frecuentemente se trataba de hombres que se desplazaban caminando o viajando escondidos en los trenes, nunca se quedaban mucho tiempo en un lugar, no tenían trabajo fijo. Al llegar al algún campo o caserío se les daba algún trabajo sencillo y ocasional. Pasado un tiempo seguían su camino errante.
Para su protección, antiguamente se solían encontrar en rutas, caminos y estancias unas pequeñas casitas (construcciones de 1 o 2 metros cuadrados) que les servían de refugio temporal contra la lluvia y el sol. A estas construcciones se las llamo croteras.
Eran nómadas por voluntad propia, no buscaban establecerse en algún trabajo o deliberadamente escapaban de algo. No molestaban a nadie y su modo de vida era respetado. Por otro lado, también existieron en esa época los denominados crotos, a quienes a menudo se los confunde con los vagabundos. Los crotos eran trabajadores que se trasladaban de sus hogares a empleos estacionales (levantada de una cosecha) durante lo que durara el trabajo.
Apelativo
El apelativo tiene su origen en la figura del abogado y productor agropecuario José Camilo Crotto, quien fue un político, dirigente ruralista, senador entre 1912 y 1918, y luego gobernador por la provincia de Buenos Aires entre 1918 y 1921. Durante su gobierno, sancionó el Decreto 3/1920 que autorizaba y permitía a los peones rurales (también llamados peones golondrinas ya que migraban como dichas aves) a viajar gratis en los vagones de trenes cargueros, para trasladarse entre las diferentes localidades desde Buenos Aires o ciudades al interior.
Con el tiempo, los trabajadores ferroviarios comenzaron a decirles a los trabajadores golondrina de forma despectiva que viajaban por “Crotto”, en alusión al gobernante, de este modo, en un juego de palabras, se asoció a estos grupos como “los crotos”, perdiendo la doble tt por la ignorancia fonética, y eventualmente empezó a interpretarse el adjetivo de forma generalizada, para apuntar a cualquier persona que estuviera vistiendo ropas gastadas, sucias o de poca calidad, a desempleados o menesterosos.
La diferencia entre croto y linyera es que el croto buscaba trabajo y el linyera buscaba independencia y libertad y frecuentemente, le gustaba estar solo.
Con el avance de la industrialización agraria, los puestos de trabajo temporales de los crotos fueron desapareciendo. La necesidad de mano de obra rural fue menguando, pero muchos linyeras seguían utilizando los favores del decreto de Crotto. Entonces, pasaron a ser sinónimos linyera y croto, para describir a cualquiera que estuviera vestido con harapos o ropa sucia. Hoy día casi no se los ve por los caminos. El linyera rural como forma de vida ha desaparecido pero el trabajo golondrina aún existe en ciertas regiones del país.
Al finalizar sus cargos públicos, José Crotto se instaló como estanciero en la zona de Dolores. En su honor existe la localidad de Crotto con su estación ferroviaria en el partido de Tapalqué y el paraje Esquina de Crotto en el partido de Tordillo, ambos en la provincia de Buenos Aires.
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