Gerardo Michelini y Manuel Sonzogni, director enológico y enólogo, le dieron forma a la línea de iMatorras en Tupungato, un lugar donde se inició la campaña libertadora de los Andes
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MENDOZA.- Es un homenaje a la libertad y al amor por la tierra, con el vino como protagonista, uno de los placeres del general Don José de San Martín, reconocido por los historiadores como “wine lover”. Así nació en la provincia cuyana una de las bodegas que más sorprende con sus caldos: iMatorras. Se trata de un proyecto inspirado en la vida del Padre de la Patria y en honor a su madre, Gregoria Matorras, el cual fue puesto a rodar por un grupo de amigos en un sitio clave: Tupungato, en el Valle de Uco, cuna del inicio de la campaña libertadora de los Andes.
Bajo estas premisas, el establecimiento, creado hace tres años, llega con novedosas propuestas para el paladar más exigente, de la mano de prestigiosos hacedores: Gerardo Michelini y Manuel Sonzogni, director enológico y enólogo, respectivamente. Ellos se encargan de darle forma a la nueva línea de vinos, con etiquetas que sorprenden: Matorras, Doña Matorras y Don José, integradas por seis productos.
“La nobleza, la austeridad y la búsqueda de la libertad, valores que definen al Padre de la Patria, fueron los pilares que dieron vida al emprendimiento”, indicaron a LA NACION los responsables de la bodega, que trabajan con uvas provenientes de los mejores “terroirs” de esa histórica y prometedora región, ya que allí están saliendo al mundo las producciones más reconocidas a nivel internacional, reconocida por sus temperaturas frías y suelos pedregosos.
La línea Matorras apunta a la varietalidad de la uva Malbec; mientras que Doña Matorras está compuesta por Semillón, un Malbec y un blend de alta calidad. En tanto, Don José, con una crianza de hasta 18 meses en barricas, se compone de un Pinot Noir y un Malbec exclusivo.
“Los seis vinos están concebidos a partir del cuidado y el respeto por la tierra y sus frutos, lo cual se traduce en ejemplares con una fina expresividad, que dejan traslucir las bondades de una región vitivinícola excepcional a partir de su inconfundible estructura, elegancia y personalidad”, sostienen los profesionales, haciendo hincapié en uvas que maduran bajo un clima extremo entre montañas, con “pieles gruesas y crujientes que proporcionan a los vinos seriedad, estructura, elegancia y longevidad”. De igual modo, destacan una labor con “escasa intervención”, evitando los movimientos invasivos, con el objetivo de que afloren las particularidades de cada variedad y lograr su mejor expresión.
Filosofía
Bajo este concepto y nombre, iMatorras Bodegas y Viñedos resume su ética y filosofía rindiendo un homenaje a la madre del General, quien supo inculcar a su hijo los valores que se transformaron luego en espíritu y coraje en el campo de batalla.
Así, el meticuloso proceso es seguido de cerca y de manera permanente por ambos expertos. En el caso de Michelini, la experiencia lo avala no sólo en Mendoza, su tierra natal, sino en España, donde se desempeñó durante dos décadas en la región del Bierzo, así como en Uruguay. De igual modo, es un gran conocedor del Valle de Uco, y se declara enamorado de Tupungato. Además, es miembro de una de las familias ícono de la cepa insignia del país, el Malbec.
“La viticultura invita a soñar para construir desde un lugar noble, abriendo caminos y descubriendo el potencial de cada terroir. Desde iMatorras buscamos contar a través de cada vino la historia de San Martín y sus valores, tratando de resaltar su parte más humana, inmensamente valiosa, aquellas virtudes que lo acompañaron a lo largo de esa gran travesía que fue su vida. Y a la vez hacemos un homenaje a Gregoria Matorras, que en pocos años supo inculcarle a su hijo el amor hacia el otro a través de la libertad. Queremos reflejar estas ideas en cada uno de nuestros vinos, dejando aflojar en ellos la expresividad de una tierra y un clima excepcionales y únicos en el mundo”, expresó Michelini, una de las cabezas fundadoras del proyecto en una de las zonas más alta del Valle de Uco, donde se encuentra, principalmente, Gualtallary, bien al oeste, donde se conjugan suelos aluvionales con alto contenido de carbonatos cálcicos y un clima fresco de montaña.
También los vinos salen de las hileras de la Finca La Meli, en San José y de “El Peral”, otro reducto exclusivo, con viñas centenarias, bajo una frescura especial, apartada por árboles de antaño, de significativa altura.
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