Según el INTA local, en enero pasado se alcanzaron los 3436 focos de calor, más del doble de los que se produjeron en el mismo mes de 2002, cuando hubo 1356
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Evento extraordinario. Corrientes atraviesa una crisis ambiental nunca vista en su historia. Solo en enero pasado, los focos de calor alcanzaron la cantidad de 3436, más del doble de los que se produjeron en el mismo mes de 2002, cuando se había alcanzado el máximo histórico registrado con 1356. Con 9 millones de hectáreas, en la provincia ya se quemaron casi 800.000, cerca del 10% de su superficie.
Así lo reveló el ingeniero agrónomo Ditmar Kurtz, del INTA Corrientes, en una conferencia de prensa donde se analizó la situación de emergencia actual y la evolución de superficies quemadas. A través de imágenes satelitales y de un monitoreo de los focos de calor por una página de la NASA, a diario el instituto observa las tendencias y la evolución tanto de los focos de calor como de las superficies quemadas.
Según informó, si bien los focos de calor no son focos de incendios propiamente dicho, están directamente relacionados. “Nos toca atravesar una difícil coyuntura que tiene a nuestra provincia como epicentro de los incendios. En lo que va de febrero ya son 3865 focos de calor. La situación lejos de parar, crece, por eso estamos esperando que llueva para que calme un poco”, describió.
“Lógicamente, la tendencia del incremento de las áreas quemadas es mayor que la tendencia de los focos de calor porque los focos de calor se encienden y se apagan pero el área quemada se va sumando. En el informe del 7 de febrero, el incremento de la superficie afectada por incendios se aceleró en aproximadamente de 20.000 hectáreas por día pero en los últimos nueve días, ese incremento se elevó a 30.000 hectáreas diarias. Para que tomen relevancia, se queman por día en la provincia el equivalente a 30.000 manzanas de una ciudad”, añadió.
Detalló que, en una época normal, el 40% de la superficie de la provincia está cubierta por un pelo de agua, más o menos profundo, y el resto es tierra firme. Por ejemplo, en 2013, la conformación era un 38,5 % de agua y 61,5% de superficie seca. Incluso explicó que, cuando ocurre un evento de tipo Niño, esa ecuación se da vuelta y el 60% es el que queda cubierto por agua, como lo fue en el año 1998 cuando, el territorio con agua fue del 58,2% y la de tierra firme un 41,8%.
“Era a lo que estábamos acostumbrados. Pero hace dos años estamos pasando una situación de escasas precipitaciones y que ahora, durante el mes de enero, se sumaron las elevadas temperaturas. En enero cayeron menos del 10% de lo que suele precipitar en ese mes. En la actualidad, la superficie cubierta de agua en toda la provincia es de menos del 10%. Es decir que gran proporción de esos lugares que tienen abundante biomasa verde, hoy están muy secos por esa retracción de agua que ha sufrido”, dijo.
En este sentido, señaló que, si bien en un primer momento las áreas más afectadas fueron los malezales, el último estudio del organismo reveló que los esteros y bañados, principalmente en la zona de la Reserva del Iberá, ya representa un 31% de la superficie total quemada: “Se quemaron más de 460.000 hectáreas de la superficie de humedales”.
Otro dato interesante que mostró la entidad fue un entrecruzamiento que realizó con los datos de caminos y rutas y los focos de incendios. “El resultado fue que de los 18.554 polígonos de quema, solo 603 estaban a menos de 100 metros de alguna ruta o camino rural. Eso lo hicimos para tratar de entender si el fenómeno era inducido, provocado o con intencionalidad”, destacó.
Por su parte, Francisco Torres Cayman, otro ingeniero agrónomo del INTA, quien habló sobre el equipamiento que se utiliza y las medidas de prevención que se deben llevar a cabo en el tratamiento contra los incendios, dijo que es injusto que se acuse a la producción forestal como la culpable de los incendios.
“La provincia tiene más de 500.000 hectáreas plantadas, donde el 50% está certificada con todo lo que significa la certificación forestal, en términos de trazabilidad, manejo sostenible. Debería ser una bandera para mostrar que se hacen bien las cosas. No creo que el árbol sea el motivo, no tiene nada que ver, es más un tema climático. Siempre se pone una grieta de ambiente versus producción. Tenemos que dejar de hablar de eso y empezar a hablar de una producción sostenible. Si bien hay ciertos productores que no hacen bien las cosas, hay muchos otros que hacen un esfuerzo para producir de manera amigable con el ambiente”, señaló.
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