En la zona de Estero Malo, en el norte provincial, los incendios avanzaron sobre superficies que quedaron secas debido a la falta de precipitaciones
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Tristeza, terror, impotencia, desolación. Son las palabras que usó Bernardo Leucke para describir el momento en que, parado en Estero Malo, en el extremo norte de Corrientes, observaba el frente de 5000 metros de fuego que avanzaba sobre el establecimiento San Antonio en un terreno donde siempre hay más de 1,5 metros de agua.
“Se me caían las lágrimas de ver cómo las llamas arrasaban con todo lo que estaba a su paso. Tenía terror de que la hacienda muera quemada, acorralada por el humo y por el fuego”, expresó Leucke, que tiene 63 años y es ingeniero agrónomo. Administra la estancia del grupo Caldenes desde hace más de 10 años. Compartió un video de ese momento que circuló por grupos de Whatsapp.
Desde que Leucke se recibió a los 25 años, vivió toda su vida en las estancias en las que trabajaba. “Siempre estuve en zonas del NEA, en Chaco, Corrientes y Paraguay; jamás viví una situación como esta”, explicó.
El fuego, que llegó al campo el sábado último, quemó más del 70%. En total, son 17.000 hectáreas que se dedican desde hace cinco años a la cría de Búfalos para carne de exportación y consumo interno. El fenómeno climatológico se da en una época en que la especie está en plena parición, por lo que ya se está registrando una merma de terneros.
“Cuando nacen lo primero que hacen es seguir a las vacas y como se fue el agua, hay mucho barro y la vaca lo cruza; se encaja, no puede salir y muere. Además, son condiciones de crianza totalmente anormales, normalmente en época de parición está todo verde, hay lluvias, hay agua por todos lados. En cambio, ahora está todo seco, hay barro, polvo y los rayos del sol que calcinan”, comentó.
Los campos en esa zona, en su estado natural, suelen estar bañados con entre 1 y 1,5 metros de agua durante todo el año. Pero desde mediados de enero que están completamente secos.
Desde el 15 de diciembre que allí no llueve. “Como no hay una gota de agua en la superficie, queda un material remanente combustible que es un peligro; con cualquier chispa se prende fuego. Se combina con una época en la que estamos con calores intolerables y vientos”, agregó.
Contó que desde hace 15 días en la zona conviven con el humo. “Por la mañana abrís los ojos y hasta se siente el carbón del pasto que viene volando. Así es todo el día”, comentó.
Dentro del 30% del campo que no se quemó hay una laguna natural que tiene cinco metros de profundidad. Y 60 hectáreas que no están secas. “Ahí vamos a concentrar toda la hacienda en caso de que esta seca persista con todos los problemas que va a traer aparejado, pero es la última solución que tenemos“, explicó.
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