En el complejo escenario global actual, el desafío más relevante que enfrenta el agro argentino no es aumentar la productividad para alimentar al mundo. Es muy obvio que ese desafío es superado campaña tras campaña. El real desafío es recuperar de la competitividad sistémica en forma sostenida para otorgarle sustentabilidad a la Argentina en general y al sector agroindustrial en particular y poder aprovechar las oportunidades post pandemia.
Afortunadamente para todos los argentinos, el sector ha continuado trabajando de sol a sol, en un escenario altamente complejo y delicado desde cualquier ángulo que se lo mire. Por un lado, las decisiones políticas acertadas para resguardar la salud de la población. Por el otro, las consecuencias económicas de la crisis, en la macro y en la micro, en lo financiero, laboral y social, a lo que se suma la difícil toma de decisiones para retomar la actividad que paso a paso debemos realizar.
Una de las decisiones tomadas es una mayor emisión monetaria, una herramienta que la mayoría de los países desarrollados también están utilizando y que es necesaria para evitar que colapse el sistema de salud, brindar recursos a las personas más necesitadas y para financiar a las pymes procurando evitar su cierre, entre muchas otras acciones.
Esta emisión podrá rondar los 3 billones de pesos a lo largo de este año y, de alguna manera, deberemos contraer esta expansión monetaria, más aun teniendo en cuenta que las exportaciones podrían caer cerca de 10.000 millones de dólares.
Por ello es primordial evitar que una mayor inflación continúe diezmando el poder adquisitivo y más aún con la disminución de oferta que atravesamos por la cuarentena.
Hasta ahora, gracias a la menor velocidad de circulación de la moneda por la caída de actividad, la inflación no se ha expresado demasiado, pero a medida que la actividad vuelve, la velocidad de circulación aumentará y este proceso podrá acelerar la inflación, consolidándose también con la tendencia al aumento del dólar oficial y poco a poco debería acortar la brecha con el CCL, entre otros.
En este sentido, sería oportuno emitir un bono "Patria co", a largo plazo, con poder de cancelación de impuestos a partir del primer año de tenencia, generándose un atractivo adicional al poseedor del mismo. De esta manera se esterilizará la mayor emisión y se minimizaría su impacto en la inflación.
La macro tiene urgencias de plazo inmediato y para evitar los efectos adversos debemos diseñar una política de largo plazo, sustentable.
Otro de los factores que generan preocupación es el tipo de cambio, ya que nuestro peso ha quedado relativamente sobrevaluado frente a la evolución de las monedas de nuestra región. Especialmente con Brasil, quien además de ser el socio más grande del Mercosur es un importante comprador, no solo de nuestros granos y productos de nuestras economías regionales, sino también de innumerables productos industriales. Y si bien es cierto que la devaluación por sí sola no mejora la competitividad, está claro que es relevante en este escenario adecuarnos a la evolución de las monedas de nuestros socios comerciales.
Debemos tener en cuenta también que la competitividad está limitada por la presión tributaria que es récord. Lideramos el ranking mundial justo donde no deberíamos ser líderes, ahuyentando inversiones necesarias para reactivar nuestra economía. Y si bien es cierto que con este relevante déficit fiscal es casi imposible soñar con una disminución de impuestos en el corto plazo, sí es posible y deseable que el gasto público sea altamente eficiente y eficaz.
Para ayudar a reactivar nuestra economía post pandemia, sería deseable continuar con la mejora de la infraestructura, (caminos, rutas, autovías, puentes), mejorar la transitabilidad en los caminos rurales, continuar con la mejora del transporte ferroviario que este año está mostrando más dinamismo e impulsar una mayor profundización de la hidrovía para facilitar y reducir costos en la salida de toda la producción del NOA y del NEA.
Estas acciones impulsarán la reactivación económica, el empleo y el bienestar de la población, apuntalando una mejora lenta pero progresiva en la competitividad, consolidando una política multimodal que permita combinar en forma eficaz y eficiente todos los medios de transporte.
Estas políticas podrán ayudar a reactivar la actividad económica y a contener la inflación, mejorando en conjunto la competitividad de toda la economía, en una crisis sin precedentes.
Quizás estas sea la crisis más relevante e inédita que atravesemos a lo largo de la historia de nuestro país, y como en todas las crisis, el empresario agropecuario y la agroindustria con su continuo esfuerzo han brindado dinamismo a la economía, evitando una mayor caída y la perdida de mayor cantidad de empleos.
Con su capacidad empresarial y determinación han propugnando un mayor bienestar de la población. Por ello es tan relevante en esta pandemia impulsar la mayor eficiencia, eficacia, economía y transparencia en los gastos del Estado, salvaguardando el esfuerzo de los sectores productivos.
El autor es analista y consultor agropecuario
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