Todo marchaba sobre rieles para Indecar, una empresa dedicada a la fabricación y comercialización de sembradoras. Expoagro, en su última edición de marzo pasado, le había dejado casi un centenar de presupuestos para concretar.
Sin embargo, la llegada de la pandemia del coronavirus y el posterior aislamiento obligatorio la condujo no solo al cierre de la fábrica en Carmen de Areco sino a que esas posibles ventas entren en un letargo sin fecha de resolución.
En diálogo con LA NACION, Gastón Ricardo, presidente de la compañía que tiene 17 años de vida, contó que cuando se desató la cuarentena no tenían la certeza de cuándo volverían a abrir y de qué manera. "En esos 25 días en que la fábrica estuvo cerrada, pensábamos cuáles debían ser los protocolos por seguir, que nos brinden seguridad para trabajar ese día después", relató.
Fue allí que los ingenieros de la fábrica diseñaron un túnel sanitizador para poner en la entrada de la empresa y, cuando los empleados ingresaran a trabajar, pasen antes por ahí. También contrataron bioquímicos y farmacéuticos para encontrar una fórmula sanitizante efectiva.
Pasó casi un mes y un día la fábrica subió las persianas y la cabina, ya construida e instalada, sirvió para dar seguridad e higiene a los 45 trabajadores. La noticia del túnel en el pueblo corrió como "reguero de pólvora" y llegó a oídos de los directores del hospital local, quienes decidieron visitar la fábrica para conocer el pórtico del que hablaba la gente.
"Los médicos quedaron muy satisfechos con la función de la cabina y es ahí que decidimos hacer otra y donarla", dijo.
La novedad del túnel sanitizador de Areco también llegó a Tandil. En rigor, la firma donó otra cabina al hospital de esa localidad bonaerense. A esos tres primeros túneles se sumaron muchas consultas, por lo que los directivos de la firma de sembradoras decidieron darle un perfil comercial al producto.
El producto consta de puertas en ambos lados y permite una leve presurización, lo que hace que sea efectivo el tratamiento. Posee un botón de accionamiento con timer o un sensor de movimiento, que regula el tiempo de permanencia necesario para que pueda penetrar en la vestimenta.
En 30 segundos, provoca un efecto químico que elimina el virus sin dejar residuos líquidos en la vestimenta. Además está diseñado con ruedas para poder trasladarlo de un lugar a otro. El valor de cada túnel es de $150.000 y hasta ahora la compañía ya vendió 15 unidades y entregó 120 presupuestos.
Esta semana, Ricardo empezó a sonreír de nuevo porque los bancos empezaron a aprobar las facturas proforma de aquellos presupuestos hechos en marzo pasado en Expoagro.
La empresa empezó su historia fabricando tanques para transportar gasoil a los campos. "Al tiempo compramos una licencia de una fábrica de sembradoras en Pergamino que estaba por cerrar y ahí empezó la odisea (con las sembradoras)", contó. "Veníamos creciendo todos los años, pero este año nos pegó a todos. Las ventas van a ser menores pero ya estamos pensando en 2021", concluyó.
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