Producción para seguir abasteciendo la cadena de alimentos, conocimiento para tratar de ayudar en la búsqueda de una solución y solidaridad ante la pandemia.
Estas tres cosas se han visto desde la agroindustria desde que comenzó la cuarentena por el coronavirus y sus acciones se hicieron todavía más fuertes en los últimos días.
En lo que es la producción, el sector, además de las habituales actividades en tambo y ganadería de carne, está a pleno con la cosecha. Hay un mosaico de situaciones en materia de rindes en línea con la falta de lluvias que afectó sobre todo a los cultivos de segunda siembra. La Bolsa de Cereales de Buenos Aires ya recortó en 2,5 millones de toneladas la cosecha de soja para estimarla en 49.5 millones de toneladas y el miércoles pasado alertó que podría sufrir modificaciones la producción de grano comercial de maíz, prevista en 50 millones de toneladas.
De todos modos, hay zonas donde, pese a que las lluvias no tuvieron continuidad, se estén dando rindes sobresalientes a nivel de lote. Según contó Juan Pablo Ioele, en Monte Buey, en el sudeste de Córdoba, hay rendimientos de maíz que a nivel de lote, como en un caso que relevó de 80 hectáreas, se encuentran por encima de los 150 quintales de promedio.
Más allá de las dificultades que se presentaron en algunos municipios para la circulación tanto de las personas como de los bienes, los productores usaron la excepción en la cuarentena justamente para no detener la marcha de una actividad clave.
Y, en este contexto, también se inscribe un punto no menor. Desde que la semana anterior se conoció que expertos australianos lograron con la ivermectina -el antiparasitario de amplio uso en ganadería que también se utiliza para productos en humanos- eliminar in vitro en el laborario al coronavirus en 48 horas, un consorcio de científicos argentinos busca una aprobación para una prueba en pacientes con la enfermedad. Lo integran investigadores -del Conicet- que trabajan en el Centro de Investigación Veterinaria de Tandil (Civetan), la Fundación Mundo Sano y la Universidad de Salta.
"Estamos buscando la aprobación de las instituciones que correspondan para que esto se pueda realizar", dijo a LA NACION Carlos Lanusse, director del Civetan, sobre la prueba que se busca hacer con la ivermectina.
Lanusse recibió numerosos reconocimientos internacionales. En rigor, el año pasado en los Estados Unidos fue galardonado por la Asociación Americana de Parasitología Veterinaria con el máximo galardón científico en la materia: Distinguished Research Award. Ya había sido premiado con otro reconocimiento también por esa institución en 1991. El año pasado se lo distinguió por sus investigaciones que desde la medicina veterinaria pasaron a la humana, por ejemplo las vinculadas con la ivermectina.
En la producción ganadera a la ivermectina se la usa para el control de parásitos gastrointestinales, pulmonares y también, por ejemplo, para el control de la garrapata. Su aparición fue revolucionaria. Entre otros tantas aplicaciones, para humanos se la aplicó para el control de oncocercosis en países africanos (ceguera del río), pediculosis, dengue, por ejemplo.
Según Lanusse, tras el desarrollo de los expertos australianos, el paso siguiente ahora es demostrar que en pacientes infectados con el virus con la ivermectina se puede inhibir la replicación viral como se logró in vitro. En este contexto, según explicó, hay que encontrar la dosis adecuada para donde se encuentre el virus, sea en el tracto respiratorio, pulmones, pueda tener el efecto antiviral buscado. "Hay que ser cautelosos, precavidos, pero lo bueno de todo esto es que hay mucho conocimiento sobre la farmacología de la droga", señaló el director del Civetan.
También la continuidad de acciones solidarias para ayudar en medio de la pandemia volvió a ser otra nota distintiva desde el campo. Otras dos firmas del sector pusieron en marcha iniciativas solidarias en sintonía con los productores agropecuarios. Se trata de las empresas Gear y Bayá Casal.
Virginia Gear, directora de la firma de granos de la ciudad de Rojas, contó una acción para que los productores donen parte de su soja. Se trata de una propuesta que nació hace dos semanas luego de que Rotary Club y Fundaico se unieran en un proyecto para comprar respiradores, monitores multiparamétricos, camas y otros equipos para hacerle frente a la emergencia sanitaria. "Con la unión de las dos fundaciones, vimos que se sumaron productores agropecuarios y ahí es donde vimos la necesidad de hacer una participación cruzada e invitarlos a unirse a la iniciativa con una tonelada de soja, que significa una tonelada de vida", dijo la directora de Gear.
Solidaridad
La empresa se encarga de hacer las liquidaciones en las cuales se indican las toneladas de soja destinadas a las fundaciones. Además, pone el flete y la comisión de todas las toneladas que pasan por su empresa. Aparte de Rojas, esta iniciativa se replicó en otras localidades.
Por su parte, en otra iniciativa, la compañía distribuidora de insumos y producción de semillas forrajeras Bayá Casal decidió aportar un 50% extra sobre la cantidad de granos que donen los productores agropecuarios. Enrique Bayá Casal, presidente de la compañía, contó: "Hablamos con Martín Fassi (Obispo Auxiliar de la Diócesis de San Isidro) para ver qué podíamos hacer con la fundación Cáritas ante la situación que vive el país porque no tienen colectas los domingos y del Gobierno no está llegando tanto".
"Por cada tonelada que donan los productores nosotros donamos la mitad de lo que ellos donan y luego nosotros le hacemos una transferencia a Cáritas", dijo el empresario.
La semana pasada, LA NACION dio cuenta de una iniciativa en Bahía Blanca para hacer delantales médicos con restos de silobolsas para el hospital local y otros centros de salud. La lleva adelante junto a un grupo de amigos Guillermo Bergé, un ingeniero industrial mecánico y docente de la Universidad Nacional del Sur. Tanta repercusión generó la movida que Ipesa Silo decidió donar silobolsas. "A partir de que vimos que se estaban haciendo los guardapolvos con los silobolsas, decidimos ponernos en contacto con Guillermo Bergé, que es quien lleva adelante la iniciativa y empezamos a hacer las donaciones en esa ciudad. Estamos donando entre 10 y 15 silobolsas que equivalen a 5000 kilos, para hacer 2000 guardapolvos plásticos que son para proteger el ambo médico", señaló Mariano Klas, director de Ipesa. Esto se repite en otros lugares.
Producción para el abastecimiento, conocimiento y solidaridad. Tres características suyas que el sector puso de relieve en medio de la pandemia.
Hacían corrales y hoy, camas
En tiempo de coronavirus , la empresa Farmquip buscó darle una vuelta a su actividad con un costado solidario. Farmquip es una compañía argentina con licencia australiana que se dedica desde hace años a la fabricación de corrales, bretes y mangas de material galvanizado para el campo.
En medio del parate en el país, sus dueños entendieron que debían actuar rápido y así lo hicieron: previa conversación con otros empresarios, pasaron a fabricar camas para el sistema sanitario.
Se pusieron en conversaciones con una empresa proveedora de insumos ortopédicos y equipamiento médico de alta calidad para sanatorios y hospitales. Ellos les comentaron que como la importación casi había desaparecido, la demanda de camas, como otros insumos sanitarios, se había incrementado sustancialmente.
"En un solo día tuvimos un pedido por 1600 camas. Podrían ser ustedes los que se encarguen de fabricarlas", les dijeron desde la empresa de insumos ortopédicos a los empresarios de Farmquip. Con una primera orden de 100 unidades, encargaron los prototipos, las plantillas, los insumos específicos y se pusieron a realizarlas. "Cuando les avisé a los empleados que íbamos a hacer camas se sorprendieron, pero no les importó porque ellos más que nosotros querían volver a la fábrica", contó uno de los dueños. Cubren los costos y le dan una mano a la sociedad.
Con la colaboración de Belkis Martínez y Mariana Reinke
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