CÓRDOBA.- La productora Adriana Arnaldo es una de las pioneras en el Programa de Buenas Prácticas Agropecuarias de Córdoba: las viene aplicando en su campo de 800 hectáreas de Capilla de los Remedios (a 45 kilómetros de la ciudad de Córdoba ).
Aunque el programa tiene tres años, desde hace una semana está respaldado por ley, alcanza a 3000 productores y posee un presupuesto de $130 millones anuales no reintegrables. "Venía aplicando las herramientas, pero la ventaja es que nos permitió ordenarnos hacia adentro y hacia afuera", dijo Arnaldo a LA NACION, quien es también vicepresidenta del movimiento CREA.
En su campo hace soja, maíz, trigo y centeno. Lleva tres años aplicando el programa. "Siempre estamos un poco a la vanguardia; viendo qué podemos mejorar, qué mejoras podemos incorporar. Con las buenas prácticas protocolizamos el sistema; nos ordenamos", contó. Por ejemplo, menciona que desde que lo aplican tienen archivados "y a mano" los análisis de suelo, las facturas de compra, la rotación de cultivos registrada en planilla.
"Este año empezamos a hacer cultivos de cobertura; incorporamos un sistema de riego con tecnología que avisa cuándo y cómo regar -agrega-. El programa es un incentivo a querer hacer bien las cosas; desde el comienzo me entusiasmó", señaló.
La ley define a las buenas prácticas como el conjunto "de principios, normas y recomendaciones técnicas tendientes a reducir los riesgos físicos, químicos y biológicos en la producción, procesamiento, almacenamiento y transporte de productos de origen agropecuario, orientadas a asegurar la inocuidad del producto, la protección del ambiente y del personal involucrado, con el fin de propender al desarrollo sostenible".
Las herramientas se pueden aplicar en todo tipo de campo (producción hortícola, ganadera, de cereales, de oleaginosas), cualquiera sea su tamaño. Los productores que adhieren y cumplen con lo exigido reciben un aporte económico no reintegrable.
"Si tenés una mirada más económica esa suerte de remuneración es un incentivo; pero lo clave está en el impacto en el ambiente natural y social", apuntó Arnaldo, quien el año pasado recibió $140.000.
Por ejemplo, en materia ambiental hay un sistema de retiro de envases vacíos. Se trata de unidades de "agro limpio" emplazadas en diferentes zonas. Al momento de hacer la receta fitosanitaria se tiene que establecer quién los retira y los envases son sometidos a un triple lavado y perforado.
"Por eso insisto en que es un programa crucial para ordenar para adentro y para afuera, con nuestra gente, con nuestros clientes y proveedores", destacó la productora.
"Lo que mejora con el programa es el sistema productivo. No es lo mismo hacer soja sobre soja o que no fertilices o que no sepas qué tenés en el suelo porque no hacés los análisis, que cumplir con todos esos pasos. Lo económico no solo viene por el reintegro, sino porque mejora el rédito por ese lado", agregó.
Por caso, menciona que los productores hacen una "autoevaluación" para saber "dónde estamos parados". Los datos sirven para construir un indicador social de gestión de capital y de recursos humanos: "Es valioso; es todo un acontecimiento para nosotros tenerlo", expresó.
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