Organizaciones ambientalistas rechazaron la caza de guanacos, pumas y zorros, tal como dispuso la temporada abierta en Santa Cruz, argumentando que no es el camino ante una problemática entre las especies por los recursos; los productores, en tanto, respondieron que “no hay controversias” si la caza deportiva sigue regulaciones
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EL CALAFATE, Santa Cruz.- La convivencia entre la fauna patagónica y la producción ovina este año tuvo aquí un capítulo inédito: si bien ambientalistas y productores coinciden en la necesidad de una coexistencia adecuada, hay acusaciones cruzadas entre quienes quieren la protección absoluta de las especies y aquellos que conviven día a día entre guanacos y ovejas pujando por sostener la producción en los campos.
La puja lleva varios meses, se desató en abril pasado, cuando desde el Consejo Agrario Provincial (CAP) anunciaron la apertura de temporada de caza de guanacos, zorros y pumas, situación que se repite cada año durante un tiempo específico. ¿Qué cambió? A diferencia de otros años, las organizaciones ambientalistas han llevado adelante una campaña pública donde cuestionaron la medida, que incluyó desde campañas en redes sociales hasta la junta de firmas.
“Las organizaciones abajo firmantes instan a los gobiernos de las provincias patagónicas a revisar su legislación y dar marcha atrás con la habilitación de la caza de pumas, zorros y guanacos, especies claves para los ecosistemas naturales de la zona. Asimismo, se los alienta a trabajar en la problemática del conflicto entre la fauna y la producción ovina con un abordaje más adecuado que busque la coexistencia”, sostuvieron a través de un comunicado firmado por Aves Argentinas, la Comisión de Supervivencia de Especies de la UICN para Meso y Sudamérica, el Comité Argentino de la UICN, Fundación Ambiente y Recursos Naturales FARN, la Fundación Patagonia Natural, Fundación Vida Silvestre Argentina y el Grupo Especialistas en Camélidos Sudamericanos (GECS) de la UICN.
En el comunicado, que llegó a esta redacción, las organizaciones señalaron que las legislaciones provinciales vigentes que “promueven la caza e incluso regímenes de recompensa para resolver estos conflictos resultan sumamente anacrónicas e ignoran los nuevos enfoques de producción en armonía con la conservación de la naturaleza. A lo largo de los años, esta alternativa ha demostrado no ser una verdadera solución para un problema complejo”.
Según afirman las organizaciones mencionadas, “estudios científicos demuestran que la mayoría de los predadores tope, como zorros y pumas, no predan sobre animales domésticos. Por el contrario, poblaciones saludables de estos depredadores previenen explosiones demográficas de otras especies como liebres europeas y guanacos. Asimismo, depredadores topes como el puma contribuyen a mantener bajas las densidades de meso depredadores como el zorro colorado”.
Para el productor Enrique Jamieson, vicepresidente a cargo de la presidencia de la Federación de Instituciones Agropecuarias de Santa Cruz (FIAS) no hay controversias si la caza deportiva se practica respetando las regulaciones de especies, cupos y temporadas. “La autorización de caza siempre requiere el permiso por escrito del propietario del campo, además, los predadores silvestres y perros asilvestrados son un problema no cuantificado adecuadamente en la producción ganadera, y estamos dispuestos a discutir para evaluar y mitigar su impacto”, respondió ante la consulta de LA NACION.
En el documento rubricado por las ONGs ambientalistas, entre otros puntos relevantes, sostuvieron: “Numerosas evidencias revelan que el problema de desertificación que afecta a la región patagónica se deriva de una historia de uso y manejo inadecuado de la carga ganadera de herbívoros domésticos, y no de la presencia del guanaco. Un manejo apropiado del ganado y de los recursos forrajeros favorece la coexistencia entre herbívoros domésticos y nativos”.
Sobre este aspecto, Jamieson aseguró: “Muchos ambientalistas basan sus opiniones en creencias en lugar de en la ciencia”. Dijo que el forraje, esencial para la ganadería, es limitado y su disponibilidad varía con el clima, en tanto que la capacidad de carga de un campo se calcula en función del pasto disponible y las ovejas que puede soportar. Un manejo adecuado implica ajustar la carga ganadera según las condiciones climáticas.
“La desertificación no puede atribuirse únicamente al manejo ganadero; el guanaco, un herbívoro que compite por el forraje, también tiene un impacto significativo. Estudios en áreas sin ovejas, como el Parque Nacional Monte León, muestran que los guanacos contribuyen a la desertificación, desmintiendo la idea de que no afectan negativamente el pastizal. Los guanacos tienden a expandirse cuando su densidad aumenta, lo que exacerba el problema. Este fenómeno, conocido como ‘dispersión difusiva’, ha sido documentado científicamente”, expresó Jamieson.
Para las organizaciones que cuestionan las medidas que habilitan la caza de guanacos, pumas y zorros, debería priorizarse la convivencia de estas especies con las productivas a partir de programas y planes de conservación que aseguren poblaciones saludables.
“Deben implementarse bajo la fiscalización y control de las autoridades competentes de las provincias, conformando comisiones o mesas de trabajo interdisciplinarias e intersectoriales en conjunto con autoridades nacionales competentes”, dijeron. Reclamaron que los planes se desarrollen de “manera abierta, participativa y responsable, basado en evidencia científica y teniendo en cuenta la situación particular de la especie en cada provincia. Además, deberán ser actualizados periódicamente para mantener su vigencia y efectividad”.
Desde Santa Cruz aseguraron que la coexistencia entre productores y fauna silvestre es una realidad. “La producción ganadera convive constantemente con la fauna silvestre. La caza deportiva es una herramienta de manejo autorizada por las autoridades provinciales en tanto que el fenómeno de dispersión difusiva de los guanacos, documentado por los productores, ha causado numerosos accidentes de tráfico, algunos graves y con pérdidas materiales y humanas, en las rutas de la provincia”, precisó Jamieson.
Desde FIAS señalaron que el guanaco compite al 100% con las ovejas por los pastizales y se remiten a información del INTA Santa Cruz-Río Gallegos: “Un guanaco equivale a 1,5 Unidades Ganaderas Ovinas (UGO) o Equivalentes Ovinos Patagónicos (EOP), ignorar al guanaco como componente del ecosistema pastoril sería un error grave, ya que consume pasto igual que las ovejas”.
Las entidades ambientalistas reiteraron el pedido a las autoridades provinciales patagónicas, en conjunto con las nacionales, para que impulsen una mesa de trabajo junto a organizaciones de productores, la academia, instituciones públicas de la producción, legisladores y organizaciones de la sociedad civil vinculadas a la conservación de la naturaleza. “De esta forma se podrá abordar responsablemente la coexistencia entre la vida silvestre y la producción ganadera en la década de la restauración ambiental, logrando arribar a verdaderas soluciones y no a la promoción de recurrentes conflictos”, aseguraron.
El ingeniero agrónomo Federico Rodríguez Zahn, productor en la estancia 3 de Enero y la Don Bosco, ubicadas en el sur de la provincia, entre Río Gallegos y el límite con Chile, afirmó: “Nadie está pidiendo la eliminación de ninguna especie, sino la coexistencia entre la actividad ganadera y la fauna nativa, nadie quiere erradicar pumas, guanacos ni zorros, todos sabemos que son valiosos para el ecosistema, animales que apreciamos y respetamos”.
Ante una consulta de LA NACION indicó que hoy tanto Santa Cruz como el resto de las provincias patagónicas, por diversos motivos, tienen la superficie bajo producción ganadera, más baja de la historia. “Y difícilmente vuelvan al circuito productivo y eso hace que los campos que quedan en producción tengan mucha más presión tanto de depredadores como de guanacos por el suministro de agua”, apuntó.
Rodríguez Zahn sostuvo: “Es verdad que la producción ganadera en la Patagonia ha tenido un efecto sobre el ambiente, pero mucho menor que a otras producciones que se realizan en la Argentina. Salvo los manejos silvopastoriles, el impacto de la ganadería en Patagonia ha sido mucho menor sobre los ecosistemas naturales que los cultivos en la zona pampeana. Esos ecosistemas se modificaron radicalmente, vos venís a cualquier campo patagónico y es cierto que hubo un impacto como en toda actividad que hace el hombre, pero nuestros ambientes hoy son mucho más parecidos al pasado”.
Una mirada similar brindó Rafael Martínez de Sanzo, productor en la zona cordillerana sobre la ruta 40, en medio de la Pampa de la Chispa. Para él, el guanaco es un recurso natural que debería ser aprovechado, “no solo para la fibra, sino para la carne, hay que permitir que la legislación nos permita comercializar la carne de guanaco, más allá de Santa Cruz. Hay que derogar las normas de tránsito ya que no está permitido el tránsito interjurisdiccional”. Se refirió así sobre un tema en el que la discusión está abierta.
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