Una tonelada de soja genera 790-800 kilos de expeller y aproximadamente 128 litros de aceite. El resto está conformado por las impurezas del grano, la borra y la pérdida de humedad.
El expeller se vende a tambos y a criaderos de cerdos como fuente de proteína, al contener 45-46% de este nutriente, y de grasa (8 %). Su precio oscila con la oferta y la demanda del aceite, pero actualmente los Filipuzzi consiguen venderlo a un valor 5% superior al de la soja en Rosario.
El aceite obtenido cotiza a 550-570 dólares por tonelada (aproximadamente el precio de Chicago -22 por ciento). Una parte es usada internamente en la empresa como aceite agrícola. Otra parte se canjea con la industria de agroquímicos por productos y otra parte se vende a plantas de biocombustibles, que usan el aceite como materia prima para el producto final.
La inversión inicial de la planta de extrusado de soja en 2010 fue de 600.000 dólares (este valor no incluye la planta de silos de 3000 toneladas preexistente). Se concretó con crédito bancario.
La planta tiene 45 clientes y funciona con dos empleados. Hoy genera una renta sobre el capital invertido del orden del 5%, luego de haber llegado a extremos del 15% y de quebranto cuando se impusieron fuertes restricciones a la exportación de biocombustibles. "Es una inversión que da una renta mayor a la tradicional de un campo, nos permite recuperar saldo de IVA a favor y, sobre todo, diversificar y agrega valor a la empresa en un contexto volátil", afirma Filipuzzi.