Fernando Martínez de Hoz, Matías Micheloud y Jaap Rommelaar fundaron Zoomagri, una agtech que desarrolla tecnología de determinación de calidad de commodities agrícolas con el procesamiento de imágenes, inteligencia artificial e Internet de las Cosas
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En 2015, Matías Micheloud agarró un cuaderno y una lapicera dispuesto a visitar productores, acopiadores, molinos trigueros, entre otros, para mirar los procesos de producción. Iba en busca de problemas. Desde hacía un tiempo que veía que su negocio de energías renovables se moría. En 2005 había empezado a vender molinos de viento para colocar en aquellas zonas que estaban fuera de la red eléctrica, pero a medida que pasaban los años los paneles solares bajaban exponencialmente su precio. Nadie iba a querer lo que él ofrecía si había una alternativa más económica.
Era inminente, iba a tener que volver a innovar. Su primer proyecto había nacido en la tesis de su universidad. Esta vez quería actuar diferente, ir tras las dificultades para con su ojo de ingeniero electrónico encontrarles una solución. Así, investigó durante dos años, en los que llenó doce carillas con doce problemas y cada uno con una potencial solución.
“Quiero medir la calidad de los granos con una foto”, decía una de las hojas. Esa frase iba a ser el disparador para que después de dos años se uniera a Fernando Martínez de Hoz, un licenciado en administración de empresas que hasta ese momento trabajaba en Nidera y su compañero Jaap Rommelaar, a quienes les había mostrado la idea. Los tres fundaron Zoomagri, una agtech que desarrolla tecnología de determinación de calidad de commodities agrícolas para todos los participantes de la cadena. Lo hace por medio del procesamiento de imágenes e inteligencia artificial. En total, la empresa ya lleva embolsados US$4,75 millones de inversores y tiene más de 350 equipos instalados en 20 países.
“Cuando leí esa frase, basándome en mi experiencia anterior de haber trabajado en esa industria y entender la importancia de la determinación de calidad en las cadenas del agro, le dije a Matías que ese proyecto me gustaba”, contó Martínez de Hoz, que conoció a Micheloud cuando estaba en el proceso de búsqueda de algo para innovar, pero en un momento en que las doce carillas se habían reducido a siete.
“Coincidió que yo y Jaap Rommelaar estábamos saliendo de Nidera, que la había comprado Cofco, y que Matías ya tenía un prototipo”, indicó Martínez de Hoz.
El primer desarrollo fue un producto que permite determinar la pureza varietal de la cebada. “Antes que lleguemos nosotros se podía hacer solamente mediante un ADN que tardaba cinco días, y nosotros lo resolvimos en solo tres minutos”, comentó el empresario.
Desde que lo lanzaron en 2018 ese producto está presente en 20 países. Uruguay, Brasil, España, Francia, Bélgica, Alemania, Polonia, Kazajistán, Ucrania, India, Australia, México, Sudáfrica, Uganda, entre otros.
“Ese fue el primer reto que nos permitió probar que podíamos ser muy buenos desarrollando tecnologías disruptivas vendiéndolas a líderes de esa industria e internacionalización”, expresó Martínez de Hoz
“Con ese aprendizaje nos propusimos desarrollar otras soluciones, que estamos lanzando ahora, para realizar determinación varietal de los distintos commodities como soja, maíz y trigo”, agregó.
Con el sistema se saca una foto a una muestra de granos y, por medio de algoritmos que están entrenados en esa tarea de clasificación, se proporcionan resultados en tiempo real y con altos niveles de precisión. El equipo va instalado en los acopios o en los molinos, adonde llegan los camiones con la mercadería. Se extrae la muestra a la que se le toma las imágenes para luego decidir el destino de la mercadería de acuerdo a su estado. Entregan los equipos en comodato al cliente y le cobran por el servicio.
“Es un proceso que es muy importante en toda la cadena porque, por un lado, define el precio final de los commodities. Cada vez que un productor entrega un camión a un acopio o a un puerto, cada vez que hay un intercambio hay un precio que después recibe un premio o sufre castigos basándonos en calidad. Hay una buena parte de eso que no estaba apoyada por tecnología todavía y eso es lo que nos propusimos resolver nosotros”, explicó.
Al equipo de la empresa actualmente lo conforman 60 personas, algunas de ellas instaladas en España, Australia y Brasil. “Tenemos un equipo interdisciplinario desde ingenieros electrónicos, mecánicos, agrónomos, hasta químicos, físicos nucleares. Gracias a eso y al talento que tienen logramos la tecnología que en muy poco tiempo escaló tanto en el mundo”, dijo.
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