Productores y transportistas de granos y cereales recurren cada vez más al neumático recapado ante lo que alertan como dificultades para adquirir el producto
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Las aventuras que deben atravesar contratistas, transportistas de hacienda y productores agropecuarios para hacerse de un neumático para sus camiones, tractores y maquinarias agrícolas son colosales. Hacer hasta 400 kilómetros en busca del preciado producto se ha convertido en algo habitual y rutinario. La situación es preocupante, según alertaron a LA NACION, y se inscribe, entre otros problemas, en las dificultades para la importación.
Ya la semana pasada, la empresa de fabricación de neumáticos nacional Fate había advertido a sus clientes de una reprogramación en las entregas de los productos. “Nos vemos imposibilitados de ser provistos de la materia prima necesaria para la fabricación de nuestros productos. La situación informada, la cual resulta imprevista e inevitable y que va más allá de nuestra voluntad, tiene como consecuencia inevitable la parada en la producción y la reasignación de productos que se encuentran a disposición para la venta”, decía en una nota que se filtró a los medios. Sin embargo, luego la firma dio superado el tema. “Ya se ha reestablecido la normalidad total del abastecimiento. No tenemos problemas ni con el Banco Central, ni tampoco estimamos que vayamos a tener problemas con insumos críticos”, señaló el CEO de la empresa, Javier Madanes Quintanilla.
En este contexto, en el interior comenzaron a venderse cubiertas provenientes de China que, según los comerciantes, son de un stock de 2016. “Cosa que le quita la garantía al producto. Hoy es lo único que se podría llegar a conseguir nuevo: una cubierta china, de inferior calidad, que antes estaba a $40.000, ahora se vende a más de $90.000”, informaron.
Asimismo, volvió a resurgir de las cenizas una práctica antigua y casi olvidada: el recapado de los neumáticos que, si bien era una alternativa secundaria en donde los clientes lo tenían como auxilio para eventuales circunstancias, en la actualidad se convirtió en casi la única posibilidad para seguir trabajando.
Desde siempre, las gomerías y comercios del rubro tomaron las cubiertas usadas como parte de pago para sacar una nueva. Sin embargo, esa posibilidad se ha vuelto escasa y solo queda comprar una recapada, entregando la goma en uso para que esta sea recapada también.
Alejandro Castell tiene 45 años y desde los 16 que anda arriba de los camiones. De familia de transportistas, ni bien terminó la escuela primaria su padre lo subió al camión como acompañante para que aprenda el oficio. Tiene el depósito en la localidad bonaerense de Trenque Lauquen, pero vive en Tres Lomas.
Hoy posee siete camiones que transporta hacienda y cereales, entre otras cosas. “Me están entregando dos cubiertas nuevas por mes cuando necesito al menos ocho. Lo que me obliga a comprar recapadas para salir del paso”, contó a LA NACION.
“Lo preocupante es que me cobran la goma recapada hasta un 80% de lo que vale una nueva, es un precio exorbitante. Hace un par de meses conseguí dos neumáticos de fabricación nacional a $140.000 cada una, lo que en realidad debería valer no más de $60.000”, agregó.
"Me cobran la goma recapada hasta un 80% de lo que vale una nueva"
Si bien tiene tres camiones parados por falta de personal, señaló que tampoco podría ponerlos a trabajar en la ruta porque no tiene manera de equiparlos. “Antes tenía 60 cubiertas nuevas en stock en el depósito pero hoy no tengo ninguna, solo unas 10 cubiertas que se están recapando. Me he achicado lo más que pude, hace cinco meses que pongo plata de mi bolsillo porque debo seguir trabajando”, indicó.
“Antes con cada flete de hacienda te pagabas una cubierta. Hoy un viaje está $70.000, donde le echás $34.000 de gasoil y un neumático cuesta más de $130.000”, graficó y agregó que, a pesar de que son de fabricación local, tampoco hay llantas de aluminio.
Del otro lado del mostrador está Javier Peñalva, que si bien tiene un pedazo de campo, hace tiempo lo arrienda. Desde los 18 años es comerciante en el mismo pueblo donde vive Castell. Tiene un local donde especialmente vende cubiertas para camiones y para maquinaria agrícola.
“No se consigue nada. Se cortó el círculo de cubiertas nuevas. Hoy tengo un stock pequeño que no quiero vender y liquidar para no descapitalizarme”, señaló. Describió que, al ser revendedor y comprarle a una distribuidora, está más complicado aun: “Somos los más perjudicados. Hoy solo me entregan un 20% de lo habitualmente me entregaban”.
En este contexto, dijo que con la “escasez grande” que existe en todo el país, en los últimos tiempos han venido clientes nuevos de otros pueblos vecinos a comprarle. Y así también, su propia clientela se ha trasladado a otras ciudades para tratar de conseguir un producto que a él le faltaba.
“Uno tiene la buena voluntad de solucionarle los problemas a los productores pero escapa mi posibilidad de hacerlo, no tengo los medios. Lo que hago con mis clientes habituales y de años es entregarle la mercadería y cobrarle cuando lo logre reponer. Recién ahí le pongo el precio. Por lo menos le soluciono el problema”, detalló.
Los consultados por LA NACION piden reglas claras para seguir trabajando. Para Castell, la situación actual se va agravar aun más. “Esto recién comienza. Estamos sobre la cosecha y ahora empieza el verano y el desgaste es mayor. Debe ser el peor momento desde que tengo camiones. No conseguís nada y si lo conseguís es con sobreprecios. Es inviable trabajar en este país”, dijo. En tanto, Peñalva indicó que, sin insumos, es difícil seguir: “Con esta capacidad esto no funciona. Esperamos que esto pase y se normalice”.
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