Se conocieron nuevos ataques a silobolsas en los campos y en lo que va del año la cantidad de bolsones rotos ya asciende a 30 a nivel país de 23 productores, según pudo relevar LA NACION. En algunos casos, además de la destrucción se produce el robo del grano.
El sábado pasado, durante la noche, un productor de Bustinza, Santa Fe, sufrió el hurto de 200 quintales de soja desde su campo, mientras que, en Rojas, provincia de Buenos Aires, a otro le destruyeron por completo el silobolsa donde tenía maíz. En San Jerónimo Sud (Santa Fe), a otro agricultor le rompieron un silobolsa y le rociaron un fungicida curasemilla al grano para inutilizar su comercialización, como informó LA NACION.
"El domingo a la mañana nos encontramos con el portón abierto, rompieron el candado y todo. Durante la noche parece que entró un camión al campo, sabemos que fue un camión porque hay huellas de ruedas muy anchas, que cargó tanto como pudo de soja de un silo que teníamos en el campo", dijo Alicia Perazzi, que sufrió el robo en Bustinza.El equivalente de la soja robada asciende a los $300.000, según las estimaciones que hizo hasta ahora la familia.
Por la escena con la que se encontró Alicia y su esposo, Adolfo, los ladrones rompieron en distintas partes el silobolsa para cargar el camión con baldes o palas porque desparramaron el grano por todos lados. "Eran varias roturas las que tenía, creo que cinco en total, como si hubiesen andado varias personas", describió. A su vez, completó que, aparentemente, los ladrones se tomaron el camino hacia "Las Parejas y salieron a la ruta".
"El problema son los daños porque después tuvimos que pasar toda la mercadería a otro silobolsa a mano. No podemos cargar el camión con el tractor en las condiciones en las que lo dejaron; tuvimos que hacerlo paleando con cinco hombres", contó.
Según explicó Alicia, siempre hicieron almacenaje en el campo y nunca pasó nada similar ni en los campos vecinos. Tampoco han tenido registro de vandalismo en las inmediaciones. "Se ve que hay algún gatero recorriendo la zona por las marcas de las ruedas. Nosotros ya pusimos la denuncia", subrayó.
En tanto, en Rojas, a Eduardo Rodríguez le destruyeron el silobolsa donde guardaba el maíz cosechado. Hasta ahora el productor no tuvo grandes pérdidas económicas, solo gastos de maquinaria para volver a embolsar. Contó que los casos de vandalismo en esa zona son recurrentes.
El "pequeño productor", como se define, tiene 66 años y trabaja las 74 hectáreas que heredó de su familia. Dijo que el año pasado sufrió un hecho similar. Sin embargo, no sospecha de nadie de la zona."Esto viene de Buenos Aires y las redes sociales, te tienen fichado, averiguan donde está tu campo y te vienen a perjudicar", expresó.
El domingo pasado estuvo recorriendo el campo y sacando fotos y no vio nada anormal. "Ayer a la tarde me llamó alguien que el silo estaba destruido y así fue. Estaba destruido, son 170.000 kilos los que tenía en ese silo. Estuve trabajando hasta la 1 de la mañana recogiendo el cereal porque el desastre fue mucho e innecesario", aseveró.
"No soy un productor de miles de hectáreas y soy un jubilado. El odio no puede ser tanto y manifestarse de esta forma tan violenta con daños a la propiedad. Se meten con el capital de trabajo", dijo.
La teoría que maneja el productor por el momento es que el ataque no fue de alguien de la zona o, al menos, no de allí porque dice que su círculo en el lugar es muy acotado. "Esto viene de Buenos Aires. Yo soy una persona introvertida, no discuto ni con uno ni con otro, creo que me han rastreado a través de las redes y me han sorprendido porque con gente de Rojas no tengo casi contacto", afirmó.
El productor encontró ropa de niño debajo del silobolsa, además de numerosas pisadas. "Había ropita como de un niño de 7 años y seguramente cuando el silo se fue abriendo pudo haberlo atrapado y, por algún motivo, se rompió su ropa. Por las pisadas creemos que fueron varias personas y se notan las pisadas de chicos", contó.
Todavía no hizo la denuncia, ya que cuando llamó a la policía para que fueran al lugar le dijeron que era él quien debía acercarse al destacamento a dar su declaración.
"La cooperativa que me da la financiación para trabajar me llamó inmediatamente. Acá no hay gente con odio, hay ganas de trabajar y producir a brazo partido, ya que el Estado ya se lleva el 33% en retenciones más anticipos y pagos de impuestos que llegan al 65% de los costos y con el resto tengo que comprar insumos y pagar sueldos", afirmó.
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