Sorpresiva y esperada. Aunque parezca contradictorio, no lo es. La medida que fijó nuevos requisitos para exportar maíz el lunes pasado conocida por WhatsApp en un día feriado le agrega un nuevo eslabón a la cadena de intervenciones que dispuso el Gobierno.
Sorpresiva porque según los cálculos de los analistas, hay maíz suficiente, unos 6,5 millones de toneladas, para que el mercado no entre en tensión hasta que ingrese la cosecha nueva. Y esperada porque hace meses los especialistas advertían que cuando se alcanzaran los 38,5 millones de toneladas declaradas para exportar, el Gobierno iba a hacer algo.
Desde el Ministerio de Agricultura se esfuerzan por elaborar una narrativa en la que se diga que no hay cepo, ni limitación ni cierre de mercados. “Las exportaciones están abiertas. La cartera decidió priorizar las Declaraciones Juradas de Ventas al Exterior (DJVE) fehacientemente respaldadas por compras físicas y con barcos nominados con fecha cierta. Esta decisión no tiene ninguna implicancia en los mercados de futuros, ya que sólo rige para la presente campaña comercial”, dijo la cartera que conduce Julián Domínguez.
En cambio, para el sector privado, la lectura de la medida es diferente. “Vemos con preocupación las decisiones adoptadas en el mercado de maíz que generan confusión y desconfianza en toda la cadena. Burocratizar aún más el régimen de exportaciones y desalentar la producción son malas señales para un país que necesita desarrollo productivo, generación de divisas genuinas, y producir empleo y trabajo”, dijo la Mesa de Enlace un día después de conocida la regulación.
Un grupo de productores autoconvocados del norte bonaerense fue más enfático: “el Gobierno se da la cabeza contra la pared”, expresaron, y añadieron “sigue siendo un error gravísimo intervenir el mercado sin argumentos lógicos: esto provoca reacciones devastadoras para la agricultura y la ganadería a corto plazo; tampoco genera ningún beneficio para el Estado debido al menor ingreso de divisas por exportaciones como si a la Argentina le sobraran los dólares”.
Para no pocos especialistas, como Sebastián Salvaro, de AZ-Group, según declaraciones que recogió lanacion.com.ar/campo desde que el 28 de septiembre pasado comenzaron los rumores de una nueva intervención sobre el maíz, la cotización del cereal bajó ocho dólares en el disponible.
La evidencia demuestra que con cada cepo, limitación o cierre de los mercados, el eslabón más perjudicado es el de la producción. Le ocurrió a los criadores con el cepo a la carne. De pronto se quedaron sin compradores para la vaca china y los precios bajaron.
El Gobierno alienta la idea de la “autorregulación” o los “acuerdos” intrasectoriales. Esta estrategia puede ser llevada adelante cuando hay pocos jugadores en el mercado, generalmente integrados. Pero cuando se la quiere aplicar en cadenas en las que la competencia entre los distintos eslabones es uno de los pilares básicos para lograr su máxima eficiencia hay ganadores y perdedores. Y, como siempre ocurre, el hilo se corta por lo más delgado.
A mitad de semana, el ministro de Agricultura se reunió con el plenario del Consejo Agroindustrial Argentino y le dijo que no iba a haber un cierre del registro del maíz que afecte la campaña nueva. Pero la medida ya encendió una luz de alarma. Aunque gran parte de los insumos ya fue adquirido, la siembra de maíz tardío, factor fundamental del crecimiento de la cadena maicera en los últimos años, todavía no se concretó. En una campaña con pronósticos de Niña, la incertidumbre con las reglas de juego no parece ser la mejor consejera.
La sombra de la regulación también comienza a caer sobre el trigo. En el mercado ya hay rumores de cierre del registro de exportaciones, aunque las fuentes oficiales lo desmienten. Si esto ocurre no será una buena noticia para los mercados internacionales. Irán, por ejemplo, necesita esta campaña comprar ocho millones de toneladas de trigo, luego de que la cosecha del cereal fracasara por sequía, según informó esta semana la agencia Reuters. Los grandes exportadores como Rusia o Estados Unidos no van a esperar que la Argentina resuelva sus dilemas. El mercado interno, además, no corre riesgo de abastecimiento.
Aunque el Gobierno ahora se muestre dialoguista e hiperactivo tras la derrota de las PASO y, con ello, intente revertir el resultado el 14 de noviembre próximo, los reflejos intervencionistas los mantiene intactos.
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