En junio, la soja llegó a un nivel aparentemente muy elevado en el mercado de chicago. alcanzó la cotización de US$650 por tonelada, para su posición con vencimiento en julio. Ello configuró un máximo histórico desde el 4 de septiembre de 2012, cuando llegó a US$650,70. ¿Acaso el precio de junio pasado es realmente tan elevado como el del 2012? Quienes estén acostumbrados a pensar en términos nominales, habrán de sorprenderse con esta respuesta: de ninguna manera.
Y no solo la soja: la mayor parte de los granos alcanzaron valores máximos en términos reales mucho antes del 2022. porque los precios, si bien son buenos, resultan inferiores a los de otros años. la confusión viene por la ilusión numérica que surge cuando se analizan los precios en términos nominales, en lugar de hacerlo en términos reales. No es igual la capacidad de compra que tenía un dólar en el año 2012 que la que posee en la actualidad. Es común comparar los precios de un bien a lo largo del tiempo según las cotizaciones nominales.
Hacerlo, ciertamente, constituye una grave equivocación puesto que la inflación genera distorsiones. Y no menores, sino de gran magnitud. La crisis energética en los setenta del siglo pasado derivó en un aumento de la inflación global. por las subsecuentes medidas para contraer la masa monetaria y el incremento de la tasa de interés, después la inflación bajó, manteniéndose relativamente reducida por de más de veinte años. Pero en 1999, al estallar la burbuja tecnológica ligada a la revolución de internet, las autoridades implementaron políticas de incremento en la oferta monetaria para estimular la economía, con la contracara de un mayor aumento de precios. El mundo volvió a las corridas y el dólar (y demás monedas) a perder capacidad de compra.
También en 2008, frente a los graves problemas del sistema bancario internacional, los gobiernos dispusieron, nuevamente, una masiva inyección de recursos monetarios que llevó al incremento en la inflación. Y el problema volvió a emerger. Al irrumpir la pandemia, los remedios para atenuar sus efectos derivaron en una colosal expansión de liquidez y, por lo tanto, en un visible aumento de la tasa inflacionaria.
La inflación crea espejismos de bonanza y, simultáneamente, las políticas para frenarla aportan presiones a la baja sobre los precios agrícolas. para comprender cómo este espejismo afecta el análisis, es necesario ajustar el precio por el Índice de precios al consumidor efectuado por el organismo competente de EE.UU. (Bureau de Estadísticas laborales). Al hacerlo de esta forma, podemos ver el recorrido real del precio a lo largo del tiempo. cuando en 1983 la soja se aproximó a US$300 por tonelada, tal precio era sustancial mayor (en términos reales) a los recientes.
Los valores recientes se ubican en un nivel, aproximadamente, 35% inferior al tal valor. así también, los precios de 2008 no son similares a los actuales, sino sustancialmente más altos. Siendo así las cosas, ¿por qué se habla de precios extraordinarios? Que nadie se engañe. lo nominal es tan solo un espejismo que sirve a determinados intereses ajenos a la producción.
El autor es director de Consultoría Agroeconómica
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