"Con los ecologistas compartimos el mismo norte, donde ambos queremos bajar la emisión de gases de efecto invernadero. La preocupación es la misma, pero la diferencia es que nuestro rumbo es producir alimentos siendo más amigable con el ambiente, nos ocupamos y construimos, los otros solo destruyen".
Así se refirió Marcelo Arriola, ingeniero agrónomo y socio de la Regional AapresidPergamino-Colón, durante una jornada a campo realizada en el establecimiento La Oración, en alusión a la decisión del juez de San Nicolás Carlos Villafuerte Ruzo, que prohibió las pulverizaciones en unas 6000 hectáreas por encontrarse dentro de los 1095 metros de extensión del límite urbano fijado.
Por la medida judicial hay 100 productores afectados. "La ideología del ambientalista hizo que Pergamino tenga 1000 metros de exclusión, eso es destrucción, hay cantidad de productores que por esto quedaron fuera del sistema", dijo a LA NACION.
Para el agrónomo, los ambientalistas tienen una ideología que se basa en sentimientos que no son racionales: "Hay que revertirlo con muestras de lo que uno hace. En nueve años, pudimos en la chacra de Pergamino bajar el 50% de las unidades toxicológicas de herbicidas y en ese 50%, un 34% de las aplicaciones".
Reconoce que hay productores que hacen las cosas mal y entiende que deben ser autocríticos: "Se puede desaprender conceptos que quedaron vetustos. Podemos equivocarnos, lo que no podemos es quedarnos arraigados a pensamientos viejos de por vida como es la labranza. Debemos salir de conceptos que no se adecuan a las demandas sociales y son las nuevas generaciones las que están comprometidas con el ambiente y nos muestran el camino".
"Uno se desespera para que modelos viejos desaparezcan y dejen de copiarse. Hay dos maneras que la forma de producir cambie: una por convicción y la segunda por defecto porque si seguimos con ese modelo no se va a poder seguir produciendo de esta manera 100 años más. Hay 4.5 malezas que rompen resistencia por año, la tasa es exponencial", agregó.
En este sentido, César Belloso, expresidente de Aapresid y dueño del establecimiento La Oración, sostuvo que hoy se tiene enfrente una enorme oportunidad de solucionar dos problemas centrales en el futuro de la humanidad: el cambio climático y la desigualdad de oportunidades en la población.
"Podemos tener un sistema productivo en donde se puede tener alta productividad, mejorar las condiciones de suelo con bajo impacto ambiental, con beneficio para la comunidad porque mitiga el cambio climático. Vamos a cambiar por las buenas o por las malas cuando debamos adecuarnos a las demandas de los mercados internacionales, donde ahora traccionan los millenials", indicó.
Arriola contó que desde hace tiempo los sistemas de producción están corridos del eje de lo que hizo y hace la naturaleza. "En un principio en Aapresid buscamos mejorar la calidad de suelos a través de la siembra directa. Pero hoy estamos con otros desafíos: vamos a un cambio de paradigma que es casi parecerse a la naturaleza, copiarla, es decir que exista un sistema siempre verde", apuntó. "Cuando uno busca ese rumbo, en el cual te empezás a parecer a la naturaleza, se empiezan a acomodar líneas. Solo hay que ponerle cabeza", añadió.
A muchos productores no le es fácil adecuarse a nuevas prácticas y se encuentran en una encrucijada: hacer las cosas correctas o bien ir a lo seguro. Es allí cuando la realidad atraviesa las decisiones en torno a aquellas que tienen que ver con lo agronómico o las que tienen en cuenta los márgenes brutos anuales. "No todo es un excel, hay una cantidad de virtudes más allá de la planificación anual. Estamos en un cambio de paradigma donde hay que incorporar el mediano y largo plazo", señaló Arriola.
Con dos ejemplos, Belloso buscó mostrar cuán importante es el cuidado del suelo para la vida y dijo: "Una cucharadita de té de suelo tiene 10 mil millones de microorganismos, más que la población humana de la Tierra, imaginen la población que nos está mirando desde abajo, esperando que nosotros le demos continuidad al bioma. No solo lo que esta en la superficie sino lo que está por debajo".
"Una lluvia de 120 milímetros se puede llevar en un ratito dos centímetros y medio de suelo que costó 500 años en generarse. Ese es el secreto del siempre verde", agregó.
Para el expresidente de Aapresid, estos sistemas de trabajo siempre verde que genera un impacto positivo en el ambiente deberían estar promovidos por organismos estatales como el INTA. "En simultáneo, estamos cuidando el suelo y manteniendo una productividad, es lo que necesita el país para desarrollarse", dijo.
Con 48 años y 23 de ingeniero agrónomo, a modo de sueño, Arriola espera que en cada gramo de suelo que se trabaje se tenga el compromiso de mejorarlo y no de empeorarlo. "Las nuevas generaciones necesitan vivir del suelo. Mi deseo es que la Argentina se convierta en el promotor no solo de la siembra directa sino del cuidado absoluto del ambiente", concluyó.
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