La Academia Nacional del Folklore acaba de subir a su página web las letras y músicas del Archivo Miguel Hours, una obra monumental de nuestro cancionero tradicional. Con ello, se recupera un amplio repertorio de las principales expresiones musicales y poéticas del folklore de la provincia y la ciudad de Buenos Aires de los siglos XIX y XX. La compilación presenta las letras de 277 piezas musicales de distintos ritmos que llegaron hasta el presente por tradición oral, de las cuales 124 incorporan, además, la música grabada. También incluye un análisis de las tradiciones musicales y textos explicativos de los diversos ritmos, con mapa de procedencia y notación de cada tema en particular, además de un video.
El mentor e intérprete del archivo es Reynaldo Miguel Hours, oriundo de San Miguel del Monte. Maestro de la guitarra y el acordeón y provisto de prodigiosa memoria y capacidad de ejecución musical, por cuarenta años ha venido juntando, custodiando y reproduciendo un material disperso y casi olvidado de nuestro cancionero tradicional. Francisco Luis Lanusse, estudioso y amante de la literatura, la música y las costumbres del campo, fue el artífice de este proyecto. La Academia Nacional del Folklore, le dió oportuna cabida, y el régimen de Mecenazgo Cultural de la ciudad de Buenos Aires lo financió.
Nuestro folklore es producto del mestizaje.Tomando la clasificación del maestro Carlos Vega, Lanusse identifica dos tradiciones musicales mayores: una, criolla-occidental, de raíz española y con origen en la costa del Pacífico, que se formó en el Alto Perú con centro en Lima y Santiago de Chile y fue bajando hasta la región bonaerense por el Noroeste y Cuyo; otra, criolla-oriental, proveniente del Atlántico a través de la mixtura europea y de los ritmos afroamericanos, que convergieron en nuestro país a través del litoral marítimo y fluvial y del puerto de Buenos Aires. Su difusión en la pampa se vió facilitada por la trasumancia de personas y ganado, obligados a movilizarse por un territorio extenso y de paisaje reiterativo.
La compilación incluye ocho tipos de canciones, el Triste, el Término, el Estilo, la Cifra, la Media Cifra, la Vidalita, la Relación de Sala, y la Milonga, y una selección de diecinueve danzas, entre ellas el Gato, los Amores, la Chacarera, el Pericón, el Malambo, el Minué Federal, la Habanera, la Polca, el Vals y la Ranchera.
La interpretación de la música popular a través de las llanuras y del tiempo acompañó la conformación de nuestro país, reproduciendo las costumbres criollas y burguesas que también se fundieron con la inmigración a partir de mediados del ochocientos. El payador jugó un rol decisivo en la repetición y circulación de las letras y los ritmos, llevando lo tradicional de pueblo en pueblo.
Si bien este archivo es, sobre todo, de especie lírica, con poesía amatoria y galante, heredera del Siglo de Oro español, también incluye la temática gauchesca, que se incorporó en la música, la literatura y el teatro en la segunda mitad del siglo XIX.
Es interesante notar que este cancionero expone casi siempre a un gaucho socializado, incorporado al trabajo rural, afincado a su tierra, que disfruta del juego de la taba y del baile y la guitarra. Hay una clara resignificación de su figura: Es el gaucho pobre, de rancho y a caballo, pero orgulloso, que de perseguido en el Martín Fierro pasó a ser héroe en Juan Moreira y hombre pacífico en Calandria, cuando en el último cuarto del siglo XIX la expansión de la frontera agrícola lo incorporó tranqueras adentro. Es el gaucho "bueno" de las pinturas de León Pallière y Prilidiano Pueyrredón, y que Francisco Ayerza fotografía con destreza, cuya obra, "El gato - baile", ilustra este texto.
Es el gaucho que canta el poeta en esta Cifra: "Cuando comienzan las yerras/en los meses de estación/son días de diversión/de baile y de beberaje/se da cita el paisanaje/que acude sin dilación./El gaucho que anda peonando/y que tiene su tropilla/su mejor caballo ensilla/para entrar en el rodeo/llevando listo su apero/y las espuelas que brillan."
La recuperación del Archivo Hours a través de su reproducción escrita y musical permitirá conservar para las futuras generaciones este importante cancionero tradicional. Es un logro que trasciende lo folklórico; un reflejo de nuestra nacionalidad.
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