En medio de previsiones que se fueron reduciendo con el transcurso de la campaña respecto de las expectativas iniciales, el consumo de estos insumos repetiría el volumen de 2023, que fue de unas 4,7 millones de toneladas; en los 30 años de Fertilizar se hizo énfasis en la necesidad de mejorar la aplicación para el cuidado del suelo
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Después de un “año complejo”, con lluvias que se fueron demorando y estimaciones de aplicaciones más altas para trigo y ahora maíz que se fueron reduciendo con el transcurso de la campaña, el mercado de fertilizantes espera cerrar 2024 con un nivel similar a 2023, cuando se consumieron unas 4,7 millones de toneladas. Si bien es un volumen menor a otros años, como los 5,2 millones de toneladas de 2021, es igual un buen volumen, dicen en el sector.
Así lo explicó Roberto Rotondaro, presidente de Fertilizar, en diálogo con LA NACION durante el evento de celebración de los 30 años de la organización, que se llevó a cabo ayer en Puerto Madero. En este encuentro, especialistas alertaron sobre el riesgo que representa la pérdida de fertilidad de los suelos en la Argentina y citaron estudios que indican una reducción del 30% en la materia orgánica en las regiones pampeana y chaqueña. En este contexto, se subrayó la necesidad de revertir esta situación y mejorar el manejo agronómico. Además se destacó que el adecuado balance de nutrientes es clave para reducir la brecha de rendimiento.
“Estamos celebrando los 30 años de Fertilizar. Este es un proyecto que comenzó en el INTA en 1994, cuando dos colegas, Néstor Darwich, y Ricardo Melgar, especialistas en suelos y fertilización, tuvieron la idea de formar esta asociación público-privada. Diez años después se convirtió en una asociación civil y hoy somos 34 socios, con seis comisiones de trabajo. El balance de estos 30 años ha sido positivo, pero tenemos mucho más por hacer en el futuro”, dijo Rotondaro.
No obstante, respecto del panorama actual del sector, el presidente de Fertilizar calificó al 2024 como un “año complejo” y mencionó la importancia de las lluvias recientes en algunas zonas para la nueva siembra. “Estamos monitoreando todo el tiempo cómo avanza la siembra y el uso de la tecnología de fertilización. No haber podido sembrar todo el maíz temprano nos impactará negativamente”, indicó.
Antes del inicio de la campaña de granos gruesos, Rotondaro había previsto que el área de siembra de maíz podría reducirse un 10% debido a la afectación de la plaga de la chicharrita, lo que impactaría directamente en el mercado de fertilizantes, ya que el maíz absorbe entre el 35% y 40% del uso de estos insumos. El maíz temprano demanda cerca de 300 kilos de fertilizantes por hectárea, mientras que el tardío ronda los 200 kilos.
Por otro lado, indicó que la estimación de mayor uso de fertilizante en trigo “finalmente no se dio”. El uso de fertilizantes para el trigo/cebada del 2024 fue similar a 2023. Había más expectativa por una mayor superficie de trigo. “Hubo mayor demanda en la siembra, tanto de fósforo como de nitrógeno, pero la refertilización con nitrógeno fue algo menor. Los números nos están dando que el uso en total es similar en la fina (2024 vs 2023)”, dijo.
Una voz de alerta
En este sentido, Fernando García, especialista en nutrición de cultivos, detalló que, según estudios realizados por organizaciones internacionales, la Argentina “es el país productor de cereales y granos [del hemisferio sur] con uno de los balances más negativos, con una deuda de 6 kilos de fósforo por hectárea cada año”. Mientras que, a nivel mundial, se aplican 13 kilos más de fósforo por hectárea de lo que se llevan los cultivos, con variaciones muy marcadas entre los países. El especialista participó en un panel del evento junto al ingeniero agrónomo Juan Martín Apolonio, productor agropecuario, y asesor en el partido bonaerense de América, y Claudio Zin, médico nefrólogo y exministro de Salud de la provincia de Buenos Aires.
García alertó que en la Argentina hay balances negativos porque “extraemos más nutrientes de los que aplicamos como fertilizante”, indicó. “Perdimos, en promedio, el 30% de la materia orgánica en la región pampeana y chaqueña, y además, casi dos tercios de los suelos están en niveles bajos de fósforo”, explicó.
Advirtió que la falta de nutrientes es uno de los factores que influyen en que el país todavía enfrenta una brecha de rendimiento del 30 al 40% en cultivos como maíz, soja y trigo. “Necesitamos más nutrientes para seguir creciendo en rendimiento, y la clave está en realizar un buen diagnóstico en cada lote, comenzando por un análisis de suelo y considerando rendimientos, variedades e híbridos”, señaló.
Apolonio coincidió en el panorama complejo. “Hemos llegado a una situación en la que ni siquiera estamos cubriendo los umbrales establecidos. Aunque siempre hemos respetado los umbrales, factores económicos, de tiempo, logística y mercado nos impiden cumplir con esos requerimientos”, sostuvo.
En ese sentido, reconoció que esta situación está relacionada con la falta de incentivos hacia el sector. “Hay limitaciones económicas y estatales, además de la falta de acompañamiento al productor. Todo esto contribuye a que se desaprovechen las ganas del productor por sembrar y mejorar”, dijo.
El productor señaló que esta falta de atención a los nutrientes tiene consecuencias directas en la calidad de los alimentos. “Terminamos apuntando siempre a lo que se necesita para generar el mayor rinde, que es el resultado final: kilos que, lamentablemente, terminan saliendo con un alimento deficiente”, añadió.
En rigor, durante la charla se enfatizó que esta situación deriva en alimentos con menos nutrientes. “Si no fertilizan, tendremos que suplementar. No hay mucha alternativa si el suelo no le proporciona a la planta los nutrientes necesarios; alguien en la cadena tiene que suplementar”, coincidió Zin.
El médico recordó un estudio realizado en Bangladesh donde se proporcionaron suplementos masticables con zinc a un grupo de niños de cuatro a ocho años durante 12 meses, mientras que otro grupo control no recibió estos caramelos. “La incidencia de enfermedades respiratorias en el grupo que no había recibido los suplementos era diez veces más alta. Por lo tanto, si queremos que las plantas crezcan adecuadamente, debemos evitar la necesidad de suplementar”, concluyó.
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