Ya son 27 las malezas resistentes. Desde el 2011 se suman 4 nuevas al año. La REM, de AAPRESID, ofrece un panorama actualizado
Las malezas siguen ganando terreno y no parece haber una solución rápida a esta problemática que aqueja al campo y de la que ningún productor puede darse el lujo de estar exento. Tal vez recabar información y el continuo estudio sean las herramientas principales para lograr un eficaz combate contra este problema. Y en ese sentido, una fuente de consulta permanente es la Red de Conocimiento en Malezas Resistentes (REM), abocada a brindar constantemente las últimas novedades en la materia.
El programa ya lleva contabilizados hasta el momento en todo el país 26 biotipos de malezas resistentes, de 16 distintas especies. “Hay una última maleza que descubrimos que ya está confirmada, pero no integra la lista porque hay que mandarla a SENASA, falta el paso formal”, alerta Martín Marzetti, gerente de la red creada por Aapresid (Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa).
El fenómeno parece aún estar lejos de morigerarse y desde el 2011 se sumaron cuatro malezas nuevas por año. Los casos más típicos son el yuyo colorado, en notable expansión y considerada la maleza del momento, y las gramíneas, que también crecen enormemente y de las cuales hay muchos tipos. El consejo desde la REM es que a cada maleza en particular le corresponde un tratamiento específico, aunque las mismas siguen adquiriendo nuevas armas para enfrentar los embates y algunas han generado resistencia hasta a tres mecanismos de acción: el glifosato, los graminicidas y los inhibidores de ALS.
El principal foco de malezas se concentra principalmente en el centro-norte del país y las zonas más complicadas son el oeste de Cordoba, el NEA y el NOA, ya que son áreas más difíciles de manejar por su clima semiárido. “No se puede hacer mucho cultivo de invierno y la aplicación de herbicidas no siempre es tan efectiva”, revela el ingeniero agrónomo. A su vez, las temperaturas presentes en esas regiones permiten tener más ciclos en el año y el proceso de evolución de resistencia suele ser más rápido.
Todos los datos obtenidos por la red se vuelcan en un “mapa de malezas” (que puede visualizarse online en la web del programa). Allí el productor puede conocer qué tipo de malezas afectan a sus lotes y de esta manera encarar una política de prevención y combate eficaz contra la problemática.
Marzetti explica que no existe una solución mágica y única: “No se suelen dar recetas que sirvan para Charata (Chaco) y para Necochea, porque no tiene nada que ver una zona con la otra”. El especialista, además, asegura que la consigna en general para evitar y prevenir las malezas es la rotación y diversidad de cultivos, pero adaptados a cada ambiente: “Cada zona verá qué cultivo le funciona bien y cual no. Yo no le puedo decir a alguien de Chaco que haga trigo todos los años”.
Por último, desde el programa visualizan un futuro incierto respecto a quién ganará finalmente la batalla, aunque el cambio en las reglas de juego de la producción y la posibilidad de una mayor rotación de cultivos vislumbra una luz de esperanza.
Por un lado se deben apagar los incendios, pero por el otro también se debe apostar a la prevención y a un manejo integrado de malezas aunque los resultados no sean inmediatos y se vean a más largo plazo. “Los que aún no tienen problemas de malezas deben saber que si no comienzan a realizar un manejo diferente, las van a tener en uno, dos, tres o cuatro años”, advierte Marzetti.
Cultivos de cobertura, manejo racional y rotación de herbicidas, acortamiento de distancia entre surcos, limpieza de cosechadoras, labranzas conservacionistas y monitoreo de malezas son algunas de las prácticas que se deben incorporar para lograr la contención y prevención de las malezas.
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