El martes pasado, el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés) dio a conocer su habitual informe mensual de oferta y demanda. Con números récord de producción en soja y superiores a lo esperado en maíz para los Estados Unidos, hubo una sensación generalizada de desazón.
Lo interesante de esa jornada fue que, apenas se dieron a conocer las cifras del reporte oficial, la soja mostró bajas cercanas a los ocho dólares por tonelada, pero al cierre de la rueda las pérdidas apenas superaban los 3 dólares. Eso era probablemente un síntoma. El dato de producción récord norteamericana de 120 millones de toneladas era algo así como una bomba y las pérdidas eran mínimas.
Al día siguiente, los valores comenzaron a recuperarse. Por un lado teníamos cifras de aceite de soja más ajustadas para los norteamericanos. A pesar de recortar exportaciones, claramente si dejan de importar biodiésel argentino, necesitan mayor producción local. Es un tema interesante para analizar en detalle para ver si cierran o no sus números como para darse el lujo de rechazar las exportaciones argentinas.
Algunos operadores siguen considerando que las cifras del USDA pecan de optimistas. Por lo tanto, quedarían pocas probabilidades para que se siga incrementando el volumen proyectado de su cosecha, y esto hace suponer que todo lo bajista que se podía esperar respecto a la oferta que se genera en el Hemisferio Norte ya lo vimos. Sin demasiadas bajas a la vista, los incentivos para vender desaparecen y con una oferta reducida los valores tienden a recuperarse.
En este contexto aparece la Argentina anegada e inundada. Como no hay mucho más por definir en otras regiones sojeras del planeta, la atención pos informe del USDA se centró en la problemática sudamericana.
Nada está claro. Hay lotes que hoy se pueden descartar de la siembra de la campaña 2017/18. Mucha superficie afectada podrá o no llegar a sembrarse dependiendo de la evolución climática de los próximos meses. Hoy tenemos incertidumbre respecto a cuál será el área que finalmente logre ocupar la oleaginosa en la campaña 2017/18 en la Argentina, como así también respecto a fechas de siembra y potenciales de rinde. Esa incertidumbre climática se traduce en subas en las cotizaciones internacionales.
No todos los productores pasan actualmente por una situación hídrica compleja y esta firmeza en las cotizaciones generada, fundamentalmente por incertidumbre, puede para quienes no están complicados convertirse en una oportunidad para comenzar a delinear estrategias de cobertura.
En este punto hay que tener en cuenta que no sólo hay que observar el valor de las cotizaciones futuras. La semana pasada se concretaron operaciones en 260 dólares por tonelada por soja con entrega en cosecha, pero también se cerraron en el Mercado a Término de Buenos Aires negocios de opciones put (opciones de venta) de precio de ejercicio de 250 dólares con primas de 5,3 dólares por tonelada, y también opciones put de 246 dólares de precio de ejercicio con primas de 4,3 dólares por tonelada.
Estas mismas opciones un mes atrás no se estaban operando pero tenían valores teóricos de 13 y 11 dólares, respectivamente. Estas opciones le dan al productor la ventaja de asegurarle un precio mínimo, sin generar compromiso de entrega de mercadería y le permite mantener la posibilidad de beneficiarse por todas las subas que de aquí hasta fines de abril pudieran darse en las cotizaciones.
¿Por qué hacer coberturas usando las herramientas que ofrece el mercado? Simplemente, porque es la forma correcta de evitar riesgos de precio. No sería correcto basar el resultado de la empresa en pálpitos, sensaciones u opiniones. Por más que uno pueda saber o creer que sabe sobre el mercado, nadie logra adivinar el futuro de los precios.
El autor es analista de mercados
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