En muchas zonas estamos en la época de fin de ciclo de cultivos e inicio de cosecha, buen momento para evaluar, analizar y registrar la situación de malezas.
Pero empecemos por el principio (¿por dónde más vamos a empezar?). El inicio de toda solución es un buen diagnóstico, por esto es que realizamos una ferviente apología del monitoreo, como base de toda planificación, rotación, manejo integral de adversidades, análisis y mejora para luego volver a comenzar, como en el ya conocido eterno retorno.
En la producción agropecuaria, como en tantas otras actividades humanas, estos ciclos de aprendizaje y mejora se van superponiendo y creciendo en una espiral virtuosa. Toda esta teoría se refleja a campo y aplica totalmente para el manejo de malezas, que tiene muchos pilares fundamentales como conocer al enemigo (biología de las malezas), impacto en el resultado de cada producción, herramientas disponibles culturales (rotaciones, sistemas mixtos, manejo de cultivo, cultivos de servicio, limpieza de maquinarias, etc.), químicas, labores mecánicas, arrancado manual, manchoneo, nuevas tecnologías, calidad de aplicación de herbicidas punto donde se abre un universo de temas como compatibilidades, dosis, gotas/cm2, adyuvantes, etc., las aplicaciones dirigidas para aplicar herbicidas o labores mecánicas solamente donde están las malezas (¿o para higienizarnos las manos nos ponemos alcohol en gel en todo el cuerpo?).
Pero, como decimos más arriba, ¿cuál es la base de todo esto? Parafraseando a Bill Clinton, "es el monitoreo est..." y acá es donde estamos haciendo foco, ya que tenemos que ir a los lotes con un plan (o protocolo de monitoreo), para tener en claro cómo vamos a medir las malezas, siempre con los ojos y la mente abiertos a descubrir nuevas situaciones, problemas y soluciones. Nosotros, por ejemplo, recorremos los lotes en diagonal, v o zigzag dependiendo de la forma y tamaño del lote, parando entre 3 y 5 veces (si hace falta más), observando la situación de malezas durante todo el recorrido y registrando el promedio de lo observado de especies de malezas, tamaño (con una escala de 1 a 6 relacionada al estadio fenológico) y cuantificando en base al porcentaje de cobertura de cada lote (a ojo, o midiendo cobertura verde con la app Sacha y estimando cuánto representa cada maleza con una escala de 1 al 5).
El hecho de registrar, como complemento a cuantificar, es fundamental para poder ver la película completa de lo que sucede en cada lote, y se potencia mucho con la generación de "mapas de malezas".
En los mapas de malezas lo que hacemos es registrar en un mapa del campo la presencia de las especies de más difícil control (como ej, raigrás, nabolza, yuyo colorado), anotando si se encuentran en cabeceras, aisladas o distribuidas en todo el lote y detallando la ubicación de manchones. Es muy útil hacer un mapa por año, así podemos ir a buscar la maleza en los sitios en que ya sabemos que está presente, detectar nacimientos nuevos, evaluar controles, y comparar mapas de año a año para ver si estamos conteniendo su avance, o detectar en que fallamos, como en el caso de distribución de la maleza con la cosechadora.
Para realizar los mapas es útil cualquier grado de tecnología, desde hacerlos en papel hasta geo-referenciarlos con alguna app de monitoreo, cada modalidad tiene su ventaja, pero lo más importante es comenzar a hacerlos como cada uno pueda. Las malezas no se esconden, nacen, pasan meses en el mismo sitio, se reproducen y mueren? ¡nosotros tenemos que ir a buscarlas!
Con todas estas ideas, herramientas y mucha agronomía tenemos que adaptarnos a la evolución de las malezas para poder volver a empezar a manejarlas, y que ellas dejen de manejarnos a nosotros.
El autor integra Agroestudio Viento Sur SRL
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