El megaescándalo de corrupción brasileño en el que está implicado JBS, el mayor grupo frigorífico del mundo, está agitando las aguas de la industria y los ganaderos argentinos. No es para menos. Joesley y Wesley Batista reconocieron ante la justicia haber gastado 600 millones de reales para sobornar a casi 1900 políticos. Esta semana la empresa brasileña acordó con los cinco fiscales brasileños de investigaciones pagar una multa de 3200 millones de dólares, la más grande de su tipo en el mundo.
La onda expansiva de este escándalo llega a nuestro país y reaviva el período más nefasto y menos transparente del negocio de las carnes. En efecto, el reconocimiento del soborno como práctica habitual de la empresa abre una fuerte sospecha sobre su actuación con el gobierno kirchnerista en tiempos de la mayor liquidación del stock vacuno de la historia ganadera. La política para mantener los precios de la carne planchados, el cierre de las exportaciones en 2006 y la seca del 2008/2009 terminaron por generar el efecto Puerta 12 por el que se malvendieron 10 millones de cabezas, por lo menos. El kilo de vaca a 70 centavos. Y con el río más que revuelto aparecieron los pescadores para hacer la ganancia.
Las sospechas que siempre existieron, pero que ahora con el escándalo en Brasil vuelven a justificarse, tienen que ver con la discrecionalidad de las medidas que tomó el gobierno K en favor de las industrias que exportaban carne termoprocesada enlatada. El mayor beneficiario fue el frigorífico Swift, que en 2005 fue comprado por JBS con la chequera de Bndes, el banco de desarrollo brasileño, que le entregó el entonces presidente Lula para que salieran de shopping de compras.
En 2006 se cerraron las exportaciones de carne. En junio de 2008 se liberan sólo las exportaciones de termoprocesados enlatados y quedan afuera más de cincuenta frigoríficos que procesaban cortes congelados de vaca conserva. Entretanto, ya había sucedido el consabido derrumbe de precios por la falta de salida estacional de la carne de vaca de conserva. Y en 2012 al grupo brasileño le llega otra ventaja cuando Cristina Kirchner reduce las retenciones sólo para las exportaciones de termoprocesados del 15% al 5%. En cambio, no obtiene ninguna rebaja la carne de vaca depostada que para ese momento también había logrado tener abierta la exportación con la participación de una buena cantidad de frigoríficos y cuyo principal destino era Rusia. Empresarios que asistían a la "escuelita", la reunión de los viernes donde Guillermo Moreno, entonces secretario de Comercio, aleccionaba a la industria, recuerdan que los funcionarios de JBS estaban siempre en la primera fila y al calor oficial.
Un dato anexo al escándalo de corrupción pero no menos significativo es el posicionamiento a nivel mundial que obtuvieron los cortes de calidad de la carne brasileña durante la década ganada de los K. Mucho tuvo que ver sin duda la autoinmolación de nuestras exportaciones de carne y la furiosa expansión de los frigoríficos brasileños que conquistaron nuevos canales de distribución.
Esta semana, Dardo Chiesa, presidente de CRA, encendió la mecha cuando sostuvo que se debería estudiar el proceder de JBS en la Argentina. "Debemos saber si hubo luz verde o connivencia con las autoridades nacionales y buscar los mecanismos para que esto no se repita", afirmó. Para los próximos días, Chiesa se reunirá con legisladores, entre ellos, el diputado radical Mario Negri, para ver la posibilidad de iniciar una investigación.
Lo cierto es que esta vuelta al pasado que genera el escándalo JBS confirma por de pronto el riesgo de corrupción inherente a cualquier política discrecional. Durante el kirchnerismo sobraron los casos de hijos y entenados en todas las actividades. Por mencionar algunos: el empresario Jorge "el Negro" Martínez fue el gran beneficiario, casi monopólico, del negocio de exportación de sebo gracias a la entrega inmediata de ROE. En cuanto a los lácteos, la misma SanCor, que acaba de aprobar su plan de reestructuración, estuvo sospechada de haber exportado leche en polvo a Venezuela sin tributar las retenciones móviles como el resto de las industrias lácteas. En su momento llegaron al 45%.
Mientras se ventilaba el escándalo brasileño, la Mesa de Ganados y Carnes recibió una buena noticia del presidente Macri: además de regularizarse los pagos por reintegros a las exportaciones se adicionará un 1,8%. Con novillos pesados y otras reglas, la Argentina puede volver a jugar en primera.