Con las commodities de capa caída (el commodity food index, que incluye cereales, aceite vegetal, carne, azúcar, banana y jugo de naranja cayó un 25% respecto a 2014) y con expectativas de recuperación que parecieran poco alentadoras en el corto plazo (a excepción de las proteínas animales por la peste porcina), es inevitable caer en el desánimo. Sin embargo, ciertos indicadores del mercado financiero pueden anticipar, como ya sucedió en el pasado, posibles cambios de tendencia. Mark Twain decía "la historia nunca se repite, pero rima".
En una serie de los últimos 50 años, la relación entre el índice de commodities S&P GSCI (incluye veinticuatro commodities, en su mayoría de energía pero también granos y proteína animal) y el índice de acciones S&P 500 habla por sí solo.
Cuando la línea azul se ubica sobre la media de 3.9 significa que los commodities están más caros que las acciones y viceversa. Los círculos en rojo muestran los picos en precios de commodities, mientras que los verdes los puntos más bajos, que fueron siempre acompañados de escaladas posteriores importantes.
Sin embargo, en la más reciente de 2008, la burbuja inmobiliaria que estalló en Estados Unidos provocó un efecto cascada sobre el sistema financiero global que se tradujo en una menor oferta de crédito y mayores costos para las empresas.
Si bien los fundamentals de cada mercado son claves, cuando se producen eventos imprevistos y de alto impacto (los cisnes negros según Nassim Ta-leb), como fueron los ataques a las torres gemelas, el desastre nuclear en Fukujima o la actual peste porcina, con todas sus ramificaciones y efectos cascada que empiezan a verse, los mercados afectados tienden a crujir y a reconfigurarse.
En esa línea, cuando los empresarios piensan en cómo financiar su nivel de actividad o nuevos proyectos debieran ser prudentes a la hora de definir su nivel de apalancamiento.
Indicadores
Por un lado, porque diferentes indicadores del sistema financiero, sobre todo en Estados Unidos, parecieran estar en el límite de resistencia y no sería descabellado pensar que pueda producirse una nueva crisis financiera con efecto global donde se reduzca el crédito y a mayores costos, tal como sucedió en el 2008/9.
Además, en ese eventual retroceso de exposiciones financieras en mercados emergentes, la Argentina corre desde atrás respecto a otros países de la región.
Por otro lado, si los factores climáticos o geopolíticos (o ambos) generan en paralelo un aumento en el precio de algunos commodities, se podría generar un combo peligroso donde las mayores necesidades de capital de trabajo de las empresas -por efecto precio- puedan limitarlas en su volumen/escala o bien provocar ahogos financieros que gatillen un nuevo proceso de consolidación.
En ese caso y como es habitual, aquellas empresas con bajo apalancamiento y disponibilidad de recursos financieros serán las que puedan capturar esos huecos de mercado o directamente absorber empresas con estrés financiero/económico.
El autor es socio de Grupo Agrarius (www.grupoagrarius.com)
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