Luego de la sequía y, pese a la llegada de las lluvias, en la zona núcleo prevén mermas en el rinde de soja de hasta el 50% en algunos casos
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A pesar de las lluvias que, finalmente, llegaron a la región núcleo y brindaron un tan esperado respiro al sector agropecuario, los casi 20 días de intenso calor sin precipitaciones tendrán un costo importante para los rendimientos de los cultivos. Según un relevamiento realizado por este medio con productores y asesores, se estima una pérdida que podría alcanzar el 50% en la producción de soja y el 40% en la de maíz en esa zona.
La semana pasada, la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) había advertido que sería “clave” cuánta lluvia se recibiría el pasado fin de semana. Se proyectaba una pérdida aproximada del 10% del área sembrada con soja de segunda en la zona núcleo, con unas 100.000 hectáreas, y se observaba que en la oleaginosa de primera había desaparecido el potencial de hace tres semanas.
Según el ingeniero agrónomo Alejandro Acerbo, que trabaja como asesor en varios campos del partido de Junín, estas lluvias fueron “más que suficientes” para reactivar el desarrollo de los cultivos, no obstante ya registraron pérdidas por la ola de calor y la escasez de agua. La soja de segunda, indicó, fue la más afectada. “La lluvia previa fue absorbida por el trigo, dejando la siembra de soja prácticamente sin humedad. Esto, sumado a la falta de lluvia y la ola de calor, podría haber una pérdida de rendimiento de hasta un 50% en comparación con un año normal”, dijo.
En el caso de la soja de primera, detalló que aunque la lluvia coincidió con el período crítico de llenado de grano, no se observaron abortos de chauchas ni muerte de plantas, lo que minimizó el daño. Estimó una merma de rendimiento de entre el 20% y el 30%, por lo que la producción seria de 4000 kilos por hectárea.
Por otro lado, Acerbo explicó que el maíz temprano atravesó el período crítico con buenas condiciones de humedad durante su floración a fines de diciembre. Esperan una merma de rendimiento menor que en la soja de primera, estimada entre el 10% y el 15%, con unos 11.000 a 12.000 kilos por hectárea.
En cuanto al maíz tardío, que se hace en diciembre o luego del trigo, la ola de calor llegó durante la floración, afectando el componente de número de granos, esencial para el rendimiento. Se prevé una merma aproximada del 30% al 40% que ubicaría la producción entre 6000 y 7500 kilos por hectárea.
Allí las precipitaciones fueron variadas, pero oscilaron entre 60 y 100 milímetros. Según datos aportados por la Sociedad Rural local, en este partido de 226.000 hectáreas en la corriente campaña se sembraron aproximadamente 130.000 hectáreas de soja de primera, 35.000 de maíz y 35.000 hectáreas de segunda.
En el centro de la zona núcleo, específicamente en el partido de San Nicolás, el productor Javier Lazzari señaló que el promedio de pérdida de rendimiento debido a la ola de calor y sequía de los últimos 15 a 20 días se sitúa entre un 20% y un 25% hasta el momento, si bien esto depende del estado fenológico de los cultivos. Allí las lluvias se dieron entre el viernes y el domingo pasado, las cuales variaron en distintas áreas del partido, la suma total entre ambas osciló entre 40 y 70 milímetros.
”La lluvia del fin de semana va a ayudar a que los cultivos se recuperen un poco y traten de seguir su ciclo. Pero dependemos mucho de que en los próximos 8 a 10 días volvamos a tener una lluvia nuevamente porque no hay reserva de humedad en el suelo; es importante que el tiempo siga acompañando y que las lluvias no se demoren mucho en volver para que las pérdidas no sean mayores”, dijo.
Javier Domenech, productor agropecuario y contratista en el partido de Pergamino, señaló que, a pesar de los aproximadamente 70 milímetros de lluvia registrados en los últimos dos eventos, el deterioro de los cultivos fue “muy significativo”.
En referencia a los maíces de primera sembrados en septiembre, que ya estaban en etapas avanzadas y en buen estado, mencionó que fueron “arrebatados” por las condiciones climáticas, lo que resultó en una pérdida estimada del 10% al 20%.
Destacó que el impacto más severo lo sufrió la soja de primera, donde prevé una pérdida del 50% de la cosecha debido a la falta de condiciones óptimas durante su período crítico de reproducción. “Muchas flores se desprendieron y las chauchas formadas presentaron un bajo número de granos. La situación fue igualmente desfavorable en la soja de segunda, con plantas que se secaron por completo”, explicó.
En cuanto a las estimaciones de rendimiento, consideró que es prematuro hacer evaluaciones definitivas, aunque sugirió que el rendimiento potencial del maíz podría alcanzar los 80 quintales por hectárea, mientras que para la soja de primera estaría entre 25 y 30 quintales por hectárea. Inicialmente se esperaba una producción de alrededor de 100 quintales por hectárea para el maíz, 45 quintales por hectárea para la soja de primera y entre 25 y 30 quintales por hectárea para la soja de segunda.
Alberto Marchionni, que trabaja en el sur de Santa Fe, en la localidad de Hughes, explicó que en esa zona, por razones de falta de humedad en el suelo, se sembró menos trigo y la mayoría de los cultivos de soja son de primera. Calculó una disminución del rendimiento de entre 20% a 30% respecto al potencial antes de este fenómeno de falta de lluvias y las altas temperaturas.
Anteriormente, indicó, que “se anticipaban rendimientos récord”, con un promedio de entre 50 a 60 quintales por hectárea. Sin embargo, ahora se proyecta una disminución a 40 quintales por hectárea, oscilando entre 20 quintales por hectárea en suelos inferiores y 50 quintales en suelos de alta calidad. “Antes el estado de los cultivos eran similar y ahora un mosaico”, comentó. En lo que respecta al maíz, expresó que es el que menos rendimiento perdió.
En el sudeste de Córdoba, Martín Sánchez, quien se desempeña como asesor, detalló que en la zona de Villa María podría haber mermas en torno al 30/40% del rinde esperado en la soja. En tanto, en algunos casos de suelos inferiores o con menos lluvias acumuladas las pérdidas serían mayores, del 60/70%.
Por otro lado, en el resto del área los cultivos de soja están con una merma no superior al 10%, lo que permitiría tener una buena cosecha gracias a las precipitaciones de entre 120 y 150 mm de la semana pasada. En la oleaginosa de primera de aguardar 4000 a 4200 kilos por hectárea pasaron a entre 3400 y 3800 kilos por hectárea.
“En los maíces tempranos, a pesar de haber transcurrido gran parte de su período crítico previo al estrés último, aceleraron su secado, y esperamos que la cosecha se adelante 10 días aproximadamente y con mermas del 10-15% el rinde por menor peso de grano”, dijo. Tenían previsto un rendimiento de 11.000 a 12.000 kilos por hectórea, pero ahora proyectan entre 9500 y 10.500 kilos por hectárea.
En el caso del maíz tardío, esperaban entre 9500 y10.000 kilos por hectárea y actualmente tienen incertidumbre sobre el impacto de los recientes eventos climáticos, aunque podrían caer a 7500/8000 kilos por hectárea. “El fuerte estrés se dio en inicio de floración y es probable que haya situaciones en las que haya fallos de fecundación. Hay que evaluar en los próximos días cómo se define la floración, que es un momento clave en la definición de rindes. Habrá diferencias en función de la fecha de siembra”, comentó.
“Esperábamos una excelente cosecha, pero ahora puedo decir que va a ser una cosecha normal”, afirmó Victoria de Carabessa, productora de Colón, quien pronosticó una pérdida de entre un 10 y un 15%, especialmente en lo que respecta a la soja de primera debido al calor y la sequía.
“El maíz temprano venía espectacular, invertimos muchísimo, pero es una lástima que se cortara en el llenado de granos. La inversión en maíz fue de 610 dólares [por hectárea] y con los precios actuales estamos muy justos con los márgenes”, contó.
Por otro lado, dijo que hay que estar alertas ante los acontecimientos climáticos que puedan presentarse próximamente: “Tenemos que esperar a los eventos climáticos que están por venir, ya que con este clima extremo podríamos enfrentarnos a tormentas de granizo y heladas tempranas en marzo”.
“Por cuestiones propias de la zona, no solía asegurar los cultivos, pero este año decidí hacerlo. Opté por asegurarnos contra granizo porque el clima está muy complicado y no podemos permitirnos perder nada más. No podemos seguir descapitalizándonos en estos años difíciles”, añadió.
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