Según un trabajo del INTA Marco Juárez, la genética y el manejo alimentario son dos factores para tener en cuenta.
El mejoramiento genético y el manejo alimentario constituyen dos factores claves del negocio porcino. El nuevo régimen de tipificación exige cambios tecnológicos orientados específicamente a maximizar el contenido de músculos en las reses, una práctica habitual en el INTA Marco Juárez. Según afirma un trabajo realizado por esta entidad, la incidencia de la composición corporal sobre la rentabilidad de la empresa porcina nunca fue tan importante como lo es hoy.
"Los principales cambios que pueden realizar los productores para aumentar el rendimiento de magro en sus cerdos deben centrarse en la utilización de material genético mejorado y en una correcta alimentación de estos genotipos, simultáneamente aplicados", indica el trabajo.
De poco sirve alimentar correctamente a los cerdos con bajo potencial genético para el crecimiento muscular. Igualmente, pequeño será el beneficio de explotar cerdos con alto potencial genético para depositar tejido magro, si a éstos no se les suministra una alimentación que les provea energía y nutrientes necesarios para que el animal construya su masa muscular.
Como los cerdos en la etapa de crecimiento y terminación alimentados a voluntad tienden a regular el consumo diario de alimento en función de la densidad energética, resulta razonable ajustar el tenor de aminoácidos al contenido de energía de la ración.
Debido a que la lisina suele ser el primer aminoácido limitante en las dietas a base de cereales, los nutricionistas utilizan como punto de partida para la formulación de raciones a la relación lisina/energía. Luego se ajusta el nivel de los restantes aminoácidos esenciales con referencia a lo que se denomina proteína ideal.
Números
En la actualidad, para cubrir las necesidades de cerdos con alto potencial genético de producción de carne magra, alimentados a libre consumo, se acepta que la ración contenga tres gramos de lisina por cada 1000 kilocaloría de energía digestible, durante el período de crecimiento (25 a 60 kilos de peso vivo) y 2,6 gramos en el tiempo de terminación (60 a 100 kilos de peso vivo).
Este concepto se basa en la relativa constancia de la composición de la proteína corporal depositada durante el crecimiento del cerdo, desde los 20 hasta los 100 kilos, aproximadamente.
Sin embargo, existen algunos puntos limitantes para este concepto como son la variabilidad en la composición de la proteína corporal durante el crecimiento y en la disponibilidad de los aminoácidos en los distintos alimentos. Hoy se acepta un balance determinado de aminoácidos con el que se obtienen buenos resultados, en términos de formación de tejido magro.
Es también importante colocar los aminoácidos, junto con los demás nutrientes necesarios, en raciones correctamente formuladas.
Para esto es necesario conocer la composición de las materias primas, no sólo en términos de nutrientes, sino también de fibras y factores antinutricionales conociendo, además, los efectos biológicos de estas sustancias. Es difícil alcanzar el perfil de aminoácidos de la proteína ideal con raciones basadas en cereales y suplementos protéicos usuales.
Los nutricionistas coinciden en que si las dietas están bien balanceadas para los aminoácidos más limitantes -como la lisina, la metionina, el triptofano y la treonina- los excesos de arginina y este tipo de sustancias que se observan en las raciones no son perjudiciales para las performances de los cerdos.
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