Caída de producción, pérdida de mercados y merma en la sustentabilidad son algunas de las consecuencias que los especialistas vislumbran que podrían provocarse con las restricciones al comercio del maíz.
Si bien al cierre de esta edición el Gobierno había admitido la posibilidad de revisar la suspensión de las exportaciones del cereal, ordenada hasta el 1ro. de marzo próximo, tras reunirse con representantes del Consejo Agroindustrial Argentino, el fantasma de una nueva intervención sobre el mercado se corporiza y encrespa los ánimos de productores, industriales, exportadores y acopiadores, entre otros sectores.
Mientras en la cadena procuran salidas un poco más virtuosas que el simple cierre de un mercado y los productores otra vez salen a las rutas a protestar, el maíz está en el foco de las tensiones.
Hay una sensación de película repetida. El impacto de las políticas de cupos y ROE como los vigentes entre el 2005 y 2015 causaron un aplanamiento de la producción. Según un informe de la Sociedad Rural Argentina (SRA), la tasa efectiva anual (TEA) del crecimiento de la producción con ROE y Derechos de Exportación (DEX) fue en esos años de apenas 1,2%, mientras que cuando esas medidas se suprimieron, a partir de 2015, la TEA fue de 13,5 por ciento. De 25 millones de toneladas se pasó a 50 millones de toneladas de cosecha y en la campaña 2019/20 el maíz superó a la soja en volumen de producción. Eso se reflejó en las exportaciones que se incrementaron en un 90%, al pasar de 19 millones de toneladas anuales a 36 millones de toneladas, según señala el informe del Instituto de Estudios Económicos de la SRA.
A su vez, los especialistas advierten que un cepo exportador puede provocar consecuencias en el mercado internacional y en la posición argentina como proveedor confiable de alimentos.
"Es un factor alcista para Chicago. La Argentina queda fuera de los mercados de venta externa por los próximos meses y beneficia en forma casi directa a Estados Unidos ya que sus otros competidores, Brasil y Ucrania, también presentan acotados saldos exportables y elevados precios internos que los hacen poco competitivos", explica Sebastián Olivero, de la corredora Stone X.
Impacto negativo
"El cierre de las exportaciones siempre tiene un impacto negativo, en el ámbito del comercio internacional y en el interno", coincide el consultor Ernesto Ambrosetti. "En el internacional, nuestro país se convierte en un abastecedor poco confiable e inmediatamente los importadores, en este caso de maíz, buscan reemplazarnos por otros proveedores", advierte. "En el interno ahuyenta las inversiones, distorsiona las rotaciones futuras, perdemos sustentabilidad ambiental y aumentamos los riesgos climáticos y de mercados", señala.
De esa forma, se perjudican toda la cadena productiva, la específica y las complementarias "como es el caso de las carnes de aves, porcinos y vacunos", dice.
Para Gustavo López, de la consultora AgriTrend, la decisión tiene pocas posibilidades de alcanzar su propósito. "Creo que el efecto es inverso al buscado, si bien en un primer momento bajó, al día siguiente se ajustó nuevamente a los valores anteriores, el productor no quiere vender a consumos, con plazos de pago mucho más lejanos", afirma.
En su opinión, los consumos internos finalmente no se verían beneficiados por la medida. "No creo que tenga impacto alguno, los precios se mantienen en niveles similares. En el marco en que se desarrollaba el mercado, los consumos internos debieron ser más previsores tomando coberturas al alza en los mercados a término o compras forward", subraya.
Olivero coincide en que "no parece demasiado probable que la medida tenga éxito y si lo logra solo será un beneficio de corto plazo ya que desincentiva la producción y por ende la oferta futura. Además, no es el único costo que deben afrontar esos sectores en un contexto donde se registran generalizadas tensiones inflacionarias".
Ambrosetti, por su parte, apunta que "estas medidas distorsionan también los precios internacionales e internos, impulsando aumentos innecesarios y pérdida de oferta en el mediano y largo plazo que también tienden a aumentar los precios".
A su vez, recuerda que "la medida ya ha demostrado a lo largo de la historia perjudicar la producción de todas las carnes, y con ello impulsar en el mediano plazo un mayor precio de las mismas".
Consumos
En un contexto de precios internacionales en alza que pueda afectar a los consumos internos ¿Se pueden adoptar otras decisiones que no sean las de cerrar las exportaciones? "Sí", responde Olivero y recomienda aplicar "otras medidas de ayuda directa a los productores de lácteos o carnes, como podrían ser créditos blandos, bajas en los costos laborales o impositivos e inclusive un subsidio directo".
En otros términos eso significa "ayudarlos, pero sin que ello sea a costa de un perjuicio directo sobre otro sector que es complementario. Que debería ser visto como un colaborador o socio, ya que cuanto mejor le vaya (es decir cuanto más produzca) mayor será el beneficio para los sectores que necesitan maíz como materia prima", explica.
López insiste en la necesidad de una mayor previsión por parte de los consumos internos. "Las restricciones y/o cupos no solucionan nada, a lo sumo debieron juntarse las partes para ver como solucionar el problema. Maíz sobra, no es un problema de existencias", afirma.
Ambrosetti, en tanto, apunta al aspecto positivo del incremento de las cotizaciones de Chicago. "La mejora de precios internacionales es un alivio para nuestro país, genera un mayor ingreso de divisas", destaca. Respecto del impacto local advierte que "los aumentos de los precios internos están impulsados por una política macroeconómica inflacionaria". En su visión, "la manera de reducir los precios internos es impulsando la inversión para obtener una mayor oferta de bienes y servicios, justamente lo contrario al efecto que se logrará cerrando las exportaciones".
En su informe la SRA, recuerda que la suba del precio internacional se debe a la "sequía que afecta a los tres países que generan el 70% de las exportaciones globales de maíz (EEUU, Brasil y Argentina) y por la debilidad del dólar respecto de las canastas de monedas".
Según el informe, "en mayo de 2020 el precio del maíz se encontraba 20% por debajo del valor medio, a partir de agosto se revierte: en diciembre 2020 el precio se cotiza un 28% por encima del promedio de hace un año".
A su vez, el informe de la SRA, destaca que "la incidencia del maíz en el precio de los alimentos es baja, en el caso que estos se puedan trasladar al consumidor, un aumento del 50% del maíz implica un aumento entre 5 y 15%". Según el informe, el cierre de las exportaciones "va a generar una asignación ineficiente de los recursos que terminará indefectiblemente afectando los precios al consumidor y el nivel de actividad económica del interior".
Las consecuencias de los cupos, cepos y restricciones son conocidas. El trabajo de la Rural recuerda que en trigo se llegó a la siembra más baja en cien años, el stock bovino se redujo en 10 millones de cabezas y la lechería estuvo estancada.
El punto de vista productivo
La Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid) emitió un pronunciamiento sobre el cierre de las exportaciones de maíz en el que advierte sobre el impacto de la medida en la sustentabilidad de los sistemas productivos siembra directa.
Además de la siembra directa "los sistemas de producción sustentables requieren de la diversificación y rotación de cultivos, y de la nutrición de los suelos". Una parte importante de esta "proviene de la diversificación y rotación de los cultivos"
Destaca el papel del maíz y recuerda que "la siembra directa es una técnica esencial para reducir la erosión hídrica y eólica, es decir la pérdida irreparable de suelo por acción del agua de lluvia y del viento"
Dice que la sustentabilidad es "un delicado equilibrio entre lo económico productivo, lo social y lo ambiental. Una hectárea de maíz produce en promedio más del doble de grano que una hectárea de soja y el cuádruple que el girasol"
Sobre la rotación, Aapresid puntualiza "que las gramíneas como el maíz, el trigo, la cebada y el sorgo son cultivos de cosecha fundamentales para preservar la fertilidad de los suelos agrícolas extensivos".
Una reducción de la producción de maíz "implicaría menos fletes, menor consumo de combustibles y lubricantes, menos acopio, menos trabajo y especialmente menos oportunidades por una menor disponibilidad de maíz".
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