La suspensión hasta marzo de las exportaciones de maíz mantiene en vilo al campo. La decisión fue tomada por el Gobierno con el objetivo explícito de frenar la suba de los alimentos, ya que el cereal representa un componente significativo de sus costos de producción. Sin embargo, los productores de proteína animal están convencidos de que la medida tomada perjudica la confianza y no traerá beneficio alguno para el mercado interno.
"La producción de carne de cerdo es maíz dependiente, y todo lo que altere su producción nos afecta", dijo a LA NACION Juan Manuel Bautista, gerente comercial de Agroceres PIC Argentina y coordinador del comité Porcino de la Sociedad Rural Argentina. Bautista remarcó que la decisión no favorece de ninguna manera al sector. "Estas medidas tienden a desalentar al productor de maíz, ya lo vivimos años atrás. Necesitamos reglas de juego claras, mercados previsibles que generen confianza y planes a largo plazo. Políticas como estas generan todo lo contrario", señaló.
Para Juan Carlos Eiras, presidente de la Cámara Argentina de Feedlot (CAF), la política restrictiva aplicada por el Gobierno a priori no tendría mayores efectos. "Lo veremos con el correr de la semana, pero entiendo que no va a tener demasiado impacto, básicamente por el stock remanente de los exportadores y productores, que a esta altura del año están consolidados financieramente", aseguró. "O venderán a los valores que les interesen, o se volcarán a comercializar algo más de trigo de soja, con el que, por lo general, ya cuentan en su stock".
En ese sentido, Eiras explicó que la situación del feedlot es distintas a la de los demás intensivos. "Durante esta y otras crisis con el maíz, logramos balancear la dieta disminuyendo su inclusión y agregando otros cereales, por eso no somos el sector más dependiente del grano de maíz", explicó. Y destacó la importancia del entendimiento público-privado en toda negociación: "Si hay que regular alguna actividad o sector, como lo hacen todos los países desarrollados del mundo, se debe dar a través de un trabajo de mediano plazo, con reglas de juego claras, y con un objetivo conciliado y acordado".
Por su parte, Andrea Passerini, productora tambera y coordinadora de la Comisión de Lechería en Carbap, entiende que esta intervención puede ser el comienzo de otras, como las que ya afectaron en el pasado al trigo y a la carne. "El Gobierno quiere hacerle creer a la población y a los productores que estas medidas son en favor de la mesa de los argentinos. Eso es mentira. La historia reciente demuestra que este es un boomerang que nos va a terminar perjudicando a todos", dijo a LA NACION.
Passerini señaló que en la industria láctea existe una "fijación unilateral de precios" y que, a diferencia de otras cadenas, sus costos están altamente dolarizados. "La situación del tambo es muy particular. Además de las inconsistencias macroeconómicas históricas de la Argentina, la cadena agroindustrial láctea sufre de distorsiones que todavía no fueron atendidas", comentó.
El Estado es el único responsable de hacer aplicar las leyes vigentes. Si yo no tengo reglas comerciales, no tengo como defender lo que produzco
"La leche cruda tiene reglas de juego comerciales que están escritas pero que no se cumplen. Son cuestiones que el poder político no quiere atender. El Estado es el único responsable de hacer aplicar las leyes vigentes. Si yo no tengo reglas comerciales, no tengo como defender lo que produzco. Y esto es exactamente lo contrario de lo que se está haciendo ahora", añadió la productora.
Según el Ministerio de Agricultura, el cepo al maíz fue aplicado en un momento del año en que la oferta del cereal suele comenzar a escasear. Sin embargo, desde el sector agropecuario manifiestan que no era necesaria una medida de este tipo, ya que cuentan con la suficiente cantidad para garantizar el abastecimiento a lo largo del verano.
Ayer, a través de dos comunicados, el Centro de Exportadores de Cereales (CEC) y la cámara que nuclea a las cuatro cadenas de cultivos (Acsoja, Argentrigo, Asagir y Maizar), manifestaron su rechazo a la restricción a las exportaciones de maíz, al tiempo que mostraron su preocupación por las consecuencias que esta política podría traer, tanto en el plano local como internacional.
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