Representan una parte importante de la cultura rural en América Latina, como Paraguay, Argentina, Uruguay y fue creada por los gauchos
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Las carreras cuadreras de caballos, también conocidas como “cuadreras”, constituyen una forma tradicional de competencia ecuestre y representa una parte importante de la cultura rural en América Latina, como Paraguay, Argentina, Uruguay y fue creada por los gauchos. Se denominan cuadreras en referencia a la corta distancia que se recorre. Deriva de “cuadra”, antigua medida española equivalente a cien varas. Las carreras se pactaban y se corrían en distancias que iban de dos a seis cuadras, siendo estas últimas para caballos que estaban especialmente “preparados”.
En la competencia participan dos o más caballos “parejeros”. Este deporte data del tiempo del Virreinato del Río de la Plata, cuando los colonos europeos introdujeron caballos a las Américas.
Los gauchos y los vaqueros eran las figuras sobresalientes en estas festividades. Las competencias se organizaban cerca de las pulperías donde se hacían los preparativos, como nivelar el piso, eliminar pozos de vizcacha y otras inclemencias del terreno. Los dueños de los parejeros eran invitados y se designaban banderilleros y juez de raya.
Al principio el jinete montaba “en pelo”, o sea sobre el lomo del animal directamente, a lo indio; luego vino el “pelero”, una manta tejida que va debajo de la silla de montar, sobre el lomo para absorber el sudor del caballo.
Estas justas hípicas responden a un fuerte sentimiento tradicionalista, las cuales han perdurado a lo largo del tiempo gracias a que no está en juego la seguridad del animal, ni se lo somete a sacrificio alguno que ponga en riesgo su vida, como las riñas de gallo y las corridas de toro.
Este tipo de carrera se diferencia de las de hipódromo por la distancia recorrida y por el diseño de la pista. En el hipódromo la pista es ovalada y recorren varios kilómetros. Las cuadreras son en pistas rectas y la distancia varía entre 200 y 500 metros. En este caso se destaca la velocidad y la capacidad de aceleración de los caballos. El lugar elegido para este evento son los terrenos rurales improvisados, siempre caminos de tierra, lo que le da un tinte rústico a la competencia.
Suelen utilizarse caballos de raza criolla en su mayoría, aunque también participan otras razas que se distinguen por su velocidad como el Cuarto de Milla y el Pura Sangre.
Es frecuente que las cuadreras sucedan al mismo tiempo que las festividades locales, ferias y otros eventos comunitarios en adhesión a los mismos, porque ellas no solo son un deporte, sino también un evento social y cultural. La atmósfera que genera esta competición equina es vibrante y festiva. La gente se aglomera para animar a su caballo y jinete favoritos, levantar apuestas y disfrutar de la gran camaradería.
Las apuestas son una parte sustancial de las cuadreras, añade emoción y dinamismo. Generalmente se hacen de manera informal entre amigos y conocidos, aunque también pueden ser organizadas por personas específicas como intermediarios o corredores de apuestas. Con frecuencia, las apuestas fomentan el diálogo y la camaradería entre los participantes; crean una atmósfera competitiva y divertida, y las discusiones sobre los caballos y sus méritos, la superioridad de los pingos en velocidad y resistencia, se convierten en el punto más caliente del encuentro. Se juegan grandes sumas de dinero y no es raro ver regresar a sus casas a estancieros y gauchos sin el caballo, sin el poncho y flacos de bolsillo.
Estas competencias generan un impacto económico importante porque atraen a visitantes y turistas. Se arman ferias de todo tipo y se beneficia al comercio local, restaurantes, tiendas, alojamiento.
Las carreras cuadreras enfrentan varios desafíos. Como no existe –en muchos lugares- la regulación ni la supervisión puede perjudicar el bienestar del animal, además de que las disputas entre apostadores a menudo suelen terminar en verdaderos conflictos.
En consecuencia, muchos defensores de las cuadreras están reclamando las regulaciones que garanticen la seguridad del animal y la transparencia de las apuestas.
Las cuadreras siempre han sido un suceso muy esperado entre los amantes de este deporte. Se viven con verdadero apasionamiento y alcanzan gran significancia con la presencia de familias, dueños, jinetes, cuidadores y amigos mientras preparan sus asados y matizan la espera con mate, taba, alguna cueca y guitarra.
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