En los últimos días se habló y se escribió mucho acerca del consumo de carnes y su precio. ¿Cuánta carne come el argentino en relación al resto del mundo y cuán cara resulta ser? Sin duda, con la foto del día, cada uno podrá relatar u opinar según sean sus intereses, pero el análisis de los números fríos permite abrir juicio en base al conocimiento y dejar de lado los relatos subjetivos.
El consumo global de carnes experimentó un gran aumento en los últimos años, traccionado no solo por el aumento de la población, sino también por las tendencias de consumo, el desarrollo económico y la urbanización. En este contexto, el mundo en general y la Argentina en particular han evolucionado en cuanto a lo que el consumo de proteína de carnes se refiere.
En la década del 80, la Argentina tenía un consumo promedio de 80 kilogramos de carne vacuna por habitante y por año,mientras que la carne de cerdo, pollo y ovino no superaba los 20 kg/hab/año en su conjunto. Hoy en día, con una mayor diversidad, estamos por encima de los 110 kg/hab/año repartidos entre carne vacuna, pollo, cerdo y ovina, con consumo de carnes vacuna de 50 kg/hab y por año (Dato 2020).
Los argentinos somos los mayores consumidores de carne vacuna por habitante y por año del mundo, seguido de Uruguay y Estados Unidos en tercer lugar con menos de 40 kg/hab/año. Cuando analizamos el consumo de todas las carnes, también estamos en el podio por detrás de Estados Unidos y por encima de Australia. Con información tan contundente, lejos de preocuparnos por los niveles de consumo, debe alegrarnos el alto consumo de proteína animal y a la vez, el buen equilibrio de las diferentes carnes, manteniendo alto aquellas más ricas en hierro.
El nivel de consumo de carne argentino no solo está asociado a nuestras costumbres, a muestra cultura, a la mayor y más fácil disponibilidad, sino también a un precio muy inferior al de la mayoría de los países del mundo. Si comparamos con nuestros vecinos, en Uruguay los cortes del cuarto trasero cuestan un 50% más que en la Argentina. En Alemania y China la carne al consumidor es 2,5 veces más cara, en Australia y Nueva Zelanda 2,8 veces más, mientras que en Francia se cuadriplica.
Cuando analizamos qué ocurre con los precios, internamente el precio de la carne sigue a la inflación y al dólar. Con el dólar, el precio del novillo tiene una correlación del 96%, es decir aumentos en el precio del novillo se pueden explicar en un 96% por aumentos en el tipo de cambio.
Esto es muy importante tenerlo en cuanta al momento de pensar en inversiones más allá del corto plazo. Hubo momentos donde se intentó desacoplarlo, como por ejemplo en el 2006 y luego vino un fuerte rebote fruto de la liquidación, dándose los mayores precios de los últimos 20 años por el 2010/2011, donde a la vez el precio estuvo por encima del dólar durante 2012 al 2016.
Resulta entonces importante considerar este análisis en la actualidad para no cometer los mismos errores del pasado. Cuanto más se deje actuar al mercado libremente, más carne habrá disponible e incluso más barata será para los argentinos, que comemos la carne más barata del mundo en mayor cantidad comparado con quienes más consumen a nivel global.
Recordemos que luego del cierre de exportaciones y luego las restricciones y los ROE se produjo la liquidación de 10 millones de cabezas y como resultado en el 2010 y 2011 pagamos los argentinos las carne más cara de estos últimos 20 años, incluido el ultimo mes que tanto se habló.
En definita con más carnes hay más trabajo, más divisas y más desarrollo de todo el país. Vamos por más, por el bien de los argentinos.
El autor es consultor y director de Conocimiento Ganadero
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